El
2 de diciembre de 1920 y patrocinado por numerosas casas comerciales
de la ciudad, la prensa local lanzó una convocatoria para celebrar
la más extraordinaria fiesta de la juventud realizada hasta
entonces, con escenario en los terrenos del estadio de pelota situado
a un extremo del Casino Campestre.
La
copiosa propaganda convocaba a todos los buenos bailadores a lo nunca
visto, a una competencias de resistencia con magníficos regalos
para los ganadores y también, quien sabe, contratos para
presentarse en cabarets y teatros del país y el extranjero. Aquello
era lo máximo.
Por
entonces el récord de resistencia nacional entre los hombres, decían
los periódicos, que era de 70 horas continuas de baila y 35 para
las mujeres.