“!!!Si
quiere que su hijo estudie gratis le conviene suscribirse a nuestro
periódico. No sufra porque no le alcanza el dinero para que su hijo
estudie. Gane una beca y viva feliz. Solo el Gran Diario puede
hacerlo!!!!”
Así
un día, allá por el mes de octubre de 1942, el periódico El
Camagüeyano, entonces uno de los más importantes del interior
del país, inició una amplia campaña publicitaria para anunciar
que, teniendo en cuenta que hasta entonces todos los beneficios de
los sorteos que patrocinaba se destinaba a las personas mayores, y
como ya había rifado automóviles, radios, juegos de sala y hasta
casas, le parecía necesario tener también presente a la niñez, en
especial a aquellos hijos de familias de suscriptores pobres
ayudándoles a hacer realidad sus sueños, el que sus hijos pudieran
estudiar y ser personas saludables, decentes y útiles.
Por
supuesto que la dirección de la Empresa Editora se valía de la
situación de la enseñanza en el país y lo difícil que resultaba a
las familias de menos recursos hacer que sus hijos alcanzaran al
menos una secundaria, acción que comprometía la economía de esas
familias quienes debían invertir en libros, uniformes, zapatos y
todo lo necesario para enfrentar esa situación.
Echando
por delante esas verdades para darle mas dramatismo a sus propósitos,
El Camagüeyano dijo que regalaría diez becas a los niños
agraciados a través del sorteo de la Lotería Nacional del sábado
24 de octubre apenas iniciado el curso escolar.
“!Haga que sus hijos
estudien libre de preocupaciones!”. “!No lo piense mas, el
futuro de sus hijos está en la suscripción de El Camagüeyano!”
El
premio consistiría en el pago total del estudios de los muchachos a
razón de dos pesos mensuales a lo largo de todo el 1943, con la
única condición que el participante fuera suscriptor del Gran
Diario.
Añadía
la nota que con ese dinero abonado íntegramente por el diario, el
padre de familia agraciado podría sufragar los gastos escolares de
cualquiera de sus hijos, advirtiendo que si dejaba de pagar el 1.10
que costaba cada mes la suscripción cesaría el beneficio del
premio.
Por
supuesto que el Colegio de Pedagogos y los estudiantes de la Escuela
Normal para Maestros, así como algunas sociedades civiles
protestaron ante aquella propuestas de vincular juego de azar a la
educación de los jóvenes.
Pero
la dirección periodística dijo que oponerse a ese beneficio era
atentar contra el derecho de la niñez a la educación y que el juego
de azar era saludable porque beneficiaba a personas que de otra
manera no tenían esperanzas de tener algo de valor.
De
todas formas el sorteo se hizo en medio de gran publicidad al momento
en que los agraciados recibían sus cheques por dos pesos para pagar
la beca, pero no mas, porque a la postre pocas de aquellas familias
pobres pudieron seguir pagano la suscripción, y como estaba
previsto, el periódico les suspendió el premio.
Así
fue como en esta oportunidad el Gran Diario de Camagüey colaboró
con la educación de las familias camagüeyanas.
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