Alguna
persona me ha comentado que en días como estos era costumbre de
nuestra la te temporada de circo, y de eso, en realidad se ha hablado
poco o nada, a pesar de que su presencia era muy marcada.
Por
ser un enclave ferroviario y estar orillada a la Carretera Central,
con independencia de su economía agropecuaria y azucarera, nuestra
ciudad fue por muchos años plaza fuerte de las compañías circenses
que recorrían la isla de uno a otro extremo y aun de aquellas que
ocasionalmente llegaban desde el exterior.
.Por
los general estas temporadas coincidían con nuestro invierno,
periodo de seca que daba seguridad al transporte y oportunidad de
no tener que suspender las funciones por lluvias mas o menos
intensas.
La
promoción era la clásica fanfarria y desfile de payasos a pie o a
bordo de camiones con cuatro timbaleros y un anunciante pregonando
con una bocina lo mejor del espectáculo. Los circos más solventes
lanzaban volantes con el programa impreso, casi siempre patrocinados
por los cigarros Guarina, el jabón Candado, la piñita Pijuan o
algunas mueblerías de la ciudad.
A
pesar de su gran espacio, no recuerdo ningún circo acampado en las
áreas del Casino Campestre, pero te diré que en un principio las
compañías circenses preferían alquilas los escenarios de los
teatro Avellaneda, Principal, Apolo o Social, pero luego con las
grandes carpas se independizaron y lograron acercarse mas a la
población
Las
áreas preferidas se ubicaban casi siempre a orillas de repartos
modestos, que era de donde llegaba una mayor cantidad de público.
Así que una buena parte de esos circos levantaban sus carpas en la
plaza de Méndez, que fuera de cuatro grandes laureles y el obelisco
a los Mártires de 1851, todo el entorno era una especie de fangoso
solar yermo.
Alli
estuvieron los magníficos circos con carpas de cuatro y seis palos
Blackaman, Razzore, Gaby, Fofó y Miliki y Santos y Artigas que fue
el mas antiguo y atractivo, pero también levantaron tiendas los
desarrapados pero no por eso menos populares La Rosa y Miguelito, y
otros mas de humilde corte como Blanco y Rosa, El Azul, Tulipa, La
Mexicana, El Estelar y una miríada mas, perdidos casi todos en el
olvido de las carreteras y lols caminos vecinales tierra adentro.
Estos
circos se encuentran entre los mas gratos recuerdos de muchas
generaciones de lugareños y que entonces hacían lo indecible por
ocupar un puesto junto a la pistas, pagando los diez kilos de entrada
o colándose por debajo de la loma para disfrutar del Diablo come
candela, , la familia de trapecistas Las Centellas del Aire, el mago
Mandrake o Ivan, el domador de fieras, eso, sin contar a los payasos
De
todos, el final mas dramático lo tuvo el Razzore, que fue uno de los
mejores circos que nos ha visitado, y que luego de actuar en nuestra
ciudad partió hacia una gira por Centro América, naufragando la
nave durante una tormenta pereciendo casi todos sus miembros. Eso
resulto muy doloroso para nuestra ciudad que apenas unas horas antes
los había despedido con aplausos en su ultima presentación. La
compañía Santos y Artiga fue muy emprendedora, pues aparte de su
gran circo, se dedico al negocio del cine y de ellos fue por algún
tiempo el cine teatro Avellaneda.
Hubo
otros circos que también proyectaban películas , por lo general
viejas cintas de cow boys, Buk Roger, el conquistador del espacio,
Tarzan y El Fantasma. Películas por episodios. Un episodio cada
noche para garantizar la continuidad del publico a lo largo de una
semana. Otros se inclinaban as al teatro. Siete u ocho libretos con
gallegos, chinos, un guajiro inocentón, un negrito sabichoso y
mulatas provocativas. Todos los cuales, al final, terminaban una rumba como despedida.
Por
ese entre telón de despedida fueron desapareciendo, al igual que los
artistas, aquellas siempre esperadas temporadas del circo en Cuba.
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