En
días como hoy de tórrido verano, muchos viajan para vacacionar
desde la ciudad de Camagüey hacia Los Cagilones del río Máximo, o van a las playas de Santa
Lucía, y por supuesto a las tradicionales de Tarafa, Cuatro Vientos,
Santa Rita y Varaderito, todas en la bahía de Nuevitas.
Los
Cangilones se ha convertido en un hermoso balneario de aguas frías
y cristalinas en medio de una sorprendente geografía que inmediata a
la Sierra de Cubitas, coloca toda la Naturaleza al alcance de la mano
con un paisaje no repetido en el país.
Los
que van a las playas se disponen a enfrentar el reververante sol
sobre la arena cálida y disfrutan del viento y el salitre, algo que
está en nuestros genes como isleños del Caribe.
Recuerdo,
sin embargo, que existió una época en que la meca de estos viajes
de verano se realizaban a Puerto Piloto, lugar entre pescadores y
veraneantes donde se fomentó una pequeña comunidad recostada al
fondo de la bahía interior de La Gloria, protegida su entrada por
las isletas de Cayo Guajaba y Cayo Romano.
En
realidad ya los lugareños viajaban a Puerto Piloto antes de irse a
Nuevitas, pues el pésimo estado del camino hacia interminable el
trayecto aparte de que en un principio no existían playas
apropiadas. De Santa Lucía no se sabia nada, a no ser por pescadores
y carboneros que vivían por aquella zona muy aislada entonces y
solo accesible por mar hasta que se construyó el terraplén en l,a
década del 1960.
Puerto
Piloto se inscribe en la historia de las primeras comunidades
asentadas en la zona, aunque su nombre real es Punta Piloto ya que
no tiene nada de puerto.
Yo
recuerdo con no poca nostalgia que no había verano en que nuestra
familia no pasara allí aunque fuera un par de días. Aquellas
excursiones se organizaban desde muchos días antes y por supuesto en
las vísperas del viaje habías tremenda agitación, en especial
entre la grey infantil, porque era nuestra costumbre llevar la
comida. Congrí, tamales, viandas y dulces, agua, refrescos, ollas . Balsas inflables y tiendas de campaña. Toda una aventura que metiamos completa en un viejo automóvil que ahora, meditando luego de los años, no imagino como fue capaz de realizar esos escabrosos y largos viajes.
Salíamos
a las cuatro de la mañana para llegar a las ocho o las nueve a
través de la ruta de Minas, Senado, Sola, La Gloria, sobre un
mediano terraplén cubierto de polvo, o de fango, según lloviera o
no.
Junto
a la costa había bosquecillos de uvas caletas y palmitas y cada
cual plantaba su campamento donde mejor le pareciera. Muchas familias
se conocían entre sí bien de la ciudad o de coincidir verano tras
verano en el lugar, por lo que se organizaba una gran fiesta
Había
un largo muelle y muchos botes de los pescadores, así como pequeñas
casitas a lo largo de la costa a un extremo de la playa, tampoco
olvido los sargazos a pocos metros de la orilla. Recuerdo
el ranchón donde se vendía cerveza, macabí, refrescos y la especialidad,
minutas de pescado con pan.
Hace muchos muchos años que no visito aquel rincón de la geografía camagüeyana pero
se que hoy
Puerto Piloto sigue siendo un lugar tranquilo para tranquilas
vacaciones. Incluso me dicen que se ha fomentado un pequeño barrio.
Se mejoró la playa y se abrió un segundo balneario con
instalaciones modernas.
Ojalá
que Piloto recobre su destino turístico siempre añorado por sus
vecinos y por todos nosotros. Confiamos que el Gobierno, continúe
su obra de mejora luego de acometer con éxito la reconstrucción del
camino y el inicio de algunas obras en la playa para los
vacacionistas.
Bien
que lo merece Puerto Piloto, en realidad uno de los principales
créditos turístico del municipio Sierra de Cubitas
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