En
realidad la fiebre mundial de la aviación llegó a Camagüey con
casi 20 años de atraso, y aunque aun faltaban otros diez para que
se hiciera realidad la azaña de Barberán y Collar, lo cierto es que
para aquella década aún andábamos a la zaga, a pesar de que
andando el tiempo la ciudad se colocaría entre las primeras del país
en la técnica aeronática.
De todas
formas en esos años se sucedieron dos hitos, la llegada en 1922 de
la Empresa Hispano Cubana de Aviación, para inaugurar un campo de
aterrizaje en el reparto La Vigía, cerca del Hotel Camagüey,
edificio hoy ocupado por el Museo Provincial Ignacio Agramonter, y el
arribo a finales de enero de 1928 de una compañía norteamericana
dedicada a ofrecer espetáculos aéreos.
Los
acróbatas instalaron su pista al sur de la ciudad, en una zona
conocida entonces como la sabana de Los Marañones, que es donde hoy
se levanta el Hospital Provincial Pediátrico Eduardo Agramonte Piña
y parte del reparto Torre Blanca, junto al camino a Santa Cruz del
Sur. Como en su campaña de propaganda los aviones se dedicaron
durante dos días a atronar el aire mañana y tarde sobrevolando a
baja altura los techos de las viviendas, las autoriodades se vieron
precisadas a intervenir en el asunto, limitando los vuelos sobre la
población.
Para
asistir a las maniobras y ver de cerca las naves, endebles
monomotores de de una o dos alas, se organizaron excursiones en
guagua que salían desde la plaza del paradero del ferrocarril y del
Parque Agramonte. El espectáculo atrajo la atención, sin dudas
audaz y arriesgado, y aun se ofrecían vuelos de quince minutos
sobre la ciudad a un precio de cinco pesos, pero no muchas personas
se decidieron al reclamo de aquella “aventura”.
Para
excitar aun más a los espectadores se a nunció un descenso en
paracaidas, o sea, que un piloto se lanzaría al espacio desde mil
pies de asltura, cosa nunca vista ni conocida en la ciudad. Se fijó
aquel programa para la mañana del 6 de febrero de aquel 1928.
Ese día
la ciudad se paralizó, Centenares de personas cubrieron todos los
espacios posibles en el entorno del campo de aterrizaje, y aun en
la población techos y azoteas fueron ocupados para presenciar aquel
salto hacia la muerte, decía la prensa.
Cuando
el avión sobrevoló el lugar tomando altura y todos comprendieron
que el momento se acercaba, se hizo un silencio de madre.
A los
mil pies, y estando la nave sobre la pista, se vió desprenderse una
figura humana que comenzo a caer vertiginosamente sin que nada
pudiera detenerle. En aquellos momentos de tensión y según actas
posteriores, seis jóvenes se desmayaron, hubo dos partos prematuros
y cinco personas fueron cartereadas en el tumulto.
Entonces
sudedió lo imprevisto. Cuando el pioloto Fret Stone se lanzó al
espacio halló para su sorpresa ráfagas de aire que comenzaron a
alejarle del lugar donde supuestamente debía aterrizar, asi que
luego de abrir el paracaidas comenzó a maniobrar lo mejor que pudo
mientras era arrastrado hacia el este de la ciudad.
Con
urgencia y a solicitud de la proipia compaía aérea, centenares de
personas a pie o a caballo le siguieron por tierra para rescatarle
allí donde cayera, cosa que hizo sobre un atractivo marabusal del
actual reparto La Mosca y donde al caer se lesionó un tobillo.
Tal fue
el epílogo de auqella memorable jornada que según la prensa de la
época marcó un hito de la historia lugareña, pués en verdad aquel
fue el primer paracaidas sobre la ciudad.
Como siempre interesantísimo. Si me permites voy a reproducirlo en mi página web. Por supuesto reconociendo que eres el AUTOR.
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