Un arma que impuso su nombre


Muchos pasan por ciertos lugares y no se detienen a observar la belleza que los rodea o ni siquiera se preguntan qué historia habrá detrás. Así sucede con algunos nueviteros cuando transitan con total indiferencia la Plaza Mayor de su municipio, que tiene dentro uno de los más bellos parques de la ciudad, sin saber que este terreno en determinado momento tuvo la función de Mercado y Plaza Militar y sirvió de referencia para el trazado de las cuatro calles principales de la futura ciudad de Nuevitas. Por lo que desde sus inicios se comenzaron a edificar a su alrededor algunas de las más importantes instituciones como el Ayuntamiento, joya de de la Arquitectura Colonial de la ciudad, La Iglesia Católica de Nuestra Señora de la Caridad y la escuela primaria Aurelia Castillo.


Un parque en la Plaza Mayor
El Parque Salvador Cisneros Betancourt es uno de los más antiguos del municipio. Inicialmente tenía bancos de madera, y algunas luminarias, así como aceras trazadas en diagonales y una variada vegetación que decoraba el entorno. Al pasar los años fueron pavimentadas las aceras con hormigón fundido y la superficie pulida y delineada en forma de losas, también se cambiaron los bancos originales de madera y metal, por otros fundidos de granito, los que han llegado hasta nuestros días. 

 El parque, que de por sí ya era hermoso, siguió enriqueciéndose, con la glorieta, que a modo de corona fue ubicada en su centro, sobre cuya cúpula, en forma de bóveda, existe una caja de resonancia formada por la cisterna situada debajo del piso. Actualmente allí se realizan numerosas actividades culturales entre las que destaca el Homenaje de los poetas nueviteros a la fundación de la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, que según datos históricos ocurrió en realidad en la Bahía de Nuevitas, en La Punta del Guincho.
Por otra parte, en la calle Joaquín Agüero se observan 4 Ceibas, una fue plantada en la fecha en que se creó la Junta directiva y otra de ellas sembrada en honor al Mayor General del Ejército Libertador Antonio Maceo.
Además, en 1926 se construye, por la parte frontal del parque, una amplia plazoleta denominada más tarde “Plazoleta de los Mártires”.
La llegada del cañón
Otro elemento llamativo del parque, diría yo el más impresionante para muchos, es el cañón, que obviamente también tiene su historia.
En el S.XIX Camagüey era amenazada por fuerzas tanto piratas como inglesas, y un punto vulnerable era el Puerto de San Fernando de Nuevitas, por lo que el Comerciante Domingo Maimir, que tenía negocios con almacenes de Punta de Pastelillo, Nuevitas, pidió al Rey de España instalar cañones allí y así tener algún recurso para proteger sus negocios.
Ya para 1800 estaban instalados dichos cañones. Uno de estos fue emplazado en los altos que se encuentran cerca de unos farallones, detrás de la pequeña playa Varaderito en Pastelillo, por donde pasaban las líneas de Ferrocarriles. 17 años después dichos cañones cumplieron su función defensora ante el ataque de 500 ingleses. Más tarde los corsarios se retiraron, los comerciantes de Pastelillo y el Guincho decayeron, Domingo Maimir retornó a España y los cañones quedaron donde mismo.  
Aunque parezca contradictorio, a pesar de que fue un desastre natural, el Ciclón Flora, en octubre de 1933, parece haber sido el responsable de que las armas no quedaran sepultadas y olvidadas para siempre, pues debido a sus intensas lluvias, ese farallón se derrumbó, y luego comenzaron las obras de construcción del ferrocarril que une a Nuevitas con Pastelillo. Durante este trabajo los excavadores encontraron enterrados los dos cañones. Uno fue llevado al actual Museo Ignacio Agramante, antiguo Hotel Camagüey, mientras el otro quedó abandonado en aquel lugar hasta que Miguel Verdía, un viejo vecino de Pastelillo, insistió con las autoridades para que fuera rescatado. 

 De cómo el cañón apodó al parque
En 1927 el Ayuntamiento votó $500.00 para el rescate del cañón y lo instalaron frente a la Casa de Gobierno, al comenzar a construir la carretera Camagüey-Nuevitas, cuando se puede obtener prestada una grúa y un tractor. Muchos años el cañón quedó abandonado en el Ayuntamiento, hasta que el entonces Alcalde, Julio Rodríguez, hizo pintar el arma que había sido hallada en la Punta del Guincho, montarla sobre concreto y se le ubicó en la amplia plazoleta donde hoy lo vemos.
Esta pieza histórica es un símbolo de la valentía del nuevitero y un rasgo de lo que quedó en Nuevitas de la colonia, porque este pueblo se ha transformado mucho y básicamente no tiene nada colonial, además de las ruinas de unos almacenes.
Es casi increíble como, a pesar de la hermosísima glorieta y las frondosas ceibas, sea aquel cañón de medio calibre quien más impacto halla tenido en el pueblo, tanto es así que sin dudas puede decirse que con la llegada de esta pieza histórica el lugar adoptó un seudónimo que lo identificaría por el resto de su tiempo, pues ya casi nadie habla del Parque Salvador Cisneros Betancourt, sino del Parque del Cañón. 
 Merlis Pereira Velázquez (Estudiante de Periodismo)
 

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