La Escuela Profesional de Periodismo Walfredo Rodríguez Blanca.



Hay memorias que de vez en vez debemos de traer a días como hoy. Tal vez por el aquello de que recordar es volver a vivir, cosa en la que creo aunque no siempre todo tiempo pasado fue mejor.

 Hace alrededor de un año, por esta fecha en que celebramos el Día del Maestro, una amiga lanzó el guante, “¿y por qué no escribes sobre la escuela Walfredo Rodríguez Blanca?”

!Ha, caramba!, me dije, por supuesto que si. Pero entonces de inmediato no lo hice. Pasaron los meses, y llegamos de nuevo al aniversario. Sé que ahora ya no hay excusas para postergar esa deuda.

En realidad no he conocido una escuela más cosmopolita que la Walfredo Rodríguez Blanca, auspiciada por el Colegio Nacional de Periodistas en Camaüey y de hecho y por derecho la primera escuela de periodismo abierta en nuestra provincia.


Como en el libro Historia de la prensa Camagüeyana del siglo XX (que aun no he podido editar) aparece relacionada esta escuela con pelos y señas, me tomo la libertad de copiar algunas notas de sus páginas y reescribirlas aquí.
La Escuela de Periodismo fue abierta de forma oficial el sábado1 de octubre de 1956 en un espacio prestado por la Gran Logia de la Perseverancia, aun enclavada en la calle Independencia no.119, esquina a Raúl Lamar. 

Ya en agosto la prensa local hubo de lanzar una convocatoria de exámenes de ingreso para ocupar 60 plazas y del 1 al 10 de septiembre se realizaron las matrículas para esos exámenes, en los que aprobaron 53 aspirantes.
Las plazas se distribuyeron de forma muy democrática; el 20% para egresados universitarios; otro 20% para graduados de la enseñanza media; otro 20% para la enseñanza libre, o sea, para quienes no pudieran presentar ningún documento que avalaran su nivel escolar; el restante 40% fue para titulados de octavo grado.
 
Por supuesto que amalgama tal nunca se había visto, pues concurrían a la misma aula a recibir igual enseñanza médicos, abogados pedagogos e ingenieros junto a políticos, industriales, escritores, periodistas ya en ejercicio, maestros, locutores, artistas, secretarios, dependientes de tiendas, fotógrafos, comerciantes, desocupados, en fin.

Por supuesto que con alumnado tal correspondía igual diversidad de profesores, de los cuales uno solo era Maestro graduado, el Dr. en Pedagogía Marcelo García Rodríguez, entonces inspector de escuelas rurales en las regiones de Guáimaro, Amancio y Santa Cruz del Sur, a cargo de la asignatura Geografía de Cuba .

El resto del claustro se componía por periodistas en diversas funciones y como el mismo alumnado, de diversas tendencias políticas y recursos económicos. Estos profesores no percibian salario alguno y los estudiantes debían de cotizar diez pesos mensuales para con ello emplear un secretario, que a la vez era alumno y adquirir los materiales de oficina requeridos en estos casos. La bibliografía se imprimía con un mimeógrafo en conferencias a un precio de diez centavos cada una.

El director de la escuela fue el prestigioso periodista Luis Pichardo Loret de Mola, jefe de Información del periódico El Camagüeyano, quien tenía a su cargo la cátedra de Redacción, y a nuestro entender uno de los mejores profesionales de la prensa lugareña en la segunda mitad del siglo XX. Estaba en la asignatura de Reportaje Gustavo Tomeu Riverón, el más dinámico reportero de ese tiempo y destacado instructor deportivo en el Instituto de Segunda Enseñanza.; En Mecanografía (que es como decir ahora, Computación), Agustín Romeo Pérez, gacetillero de estilo, Consejal del Ayuntamiento por el partido gobernante y alguna vez Alcalde de la ciudad; El Dr,. Humberto Figueras, reconocido cardiólogo, en cuyas clases de Historia de Cuba se daban las más connotadas discusiones que podían durar horas.

Recuerdo, como no, al Dr Luis Martínez Fernández, siempre de pulcro traje blanco, en su cátedra de Literatura y Lengua Española, quien era a la vez conferencista, ensayista, escritor, teatrista y poeta. Fue una personalidad en las figuras lugareñas de las cubanas de esa época.

En total eran diez asignaturas que utilizaba más la práctica y las experiencias de los profesores que la bibliografía, de la que no recuerdo haber visto alguna, aunque de seguro que buenos libros sobre periodismo no faltaban entonces

Recuerdo a casi todo aquel estudiantado avispado y conversador, amigable a pesar de las entonces diferencias sociales, con conceptos políticos absolutamente opuestos. Teníamos un grupo que en los recesos solíamos reunirnos en el salón principal de la casona que ocupaba la escuela donde había un viejo piano de cola que solía tocar Junito Castrillón y en torno al cual se reunían algunos de los más jóvenes a recordar canciones de moda.

Laura García, la hermosa Laura, estudiosa poetisa, nos regalaba a veces algunas de sus obras, mientras que Domingo Pichardo y Bievenido Pérez, siempre tenían a mano historias y ocurrencias reales o inventadas. El alumno más veterano debió ser Don Carlos de la Torre Carvajal, que con sus 80 y tantos años aun practicaba el periodismo de opinión.

Quién de aquellos olvida la fresca belleza y siempre sonriente Bertica Porro, con los ojos más azules que he visto en mi vida; la aristocrática presencia de las hermanas, doctoras Elida y Ondina Montoya Basulto, miembros de la elite de la ciudad, la tranquila presencia de Nilandia Alfonzo Velazco, aquella humilde muchacha corresponsal de la prensa local en Sola y por supuesto,
los avatares de Cheo López Gastelú, el mejor trotacalles que he conocido como reportero de tribunales, casas de socorro y estaciones de policía. 

Las polémicas entre Enrique Mendoza y el Dr. Miguel Ponce de León son de historia al igual que la técnica conque Luis Pichardo realizaba los exámenes al alumnado. Sencillamente colocaba el tema y salia al patio a leer la prensa del día, si alguno se preocupaba porque este o aquel pudieran “fijarse”, él  respondía. “Por supuesto que pueden hacerlo, pero a la larga la vida los va a suspender”. Y tenia razón. 

Finalmente la escuela se vio precisada a cerrar en 1958 debido a la persecución policial de algunos de su profesores y alumnos, la vertical postura de su director evitando que la escuela fuera registrada por el ejército, y la violencia de los hechos incrementados día por día fueron las causas principales.

Luego todo se dispersó, con el triunfo de la Revolución se deslindaron posiciones políticas ya del todo enfrentadas, una gran parte de los alumnos y profesores salió del país. Se creo el Frente de Periodistas Revolucionarios en la que militaron muchos de los estudiantes de periodismo y con los cuales, el 12 de enero de 1959 se fundó el periódico Adelante, precisamente, Luisa Mariana Arteaga Marín, una joven negra alumna de aquella Escuela Profesional de Periodismo fue la primera mujer directora de un periódico en Cuba luego de 1959.

3 comentarios:

  1. Gracias de nuevo, Labrada, ¡cuántos recuerdos dormidos, que ahora han despertado! Me animas a escribir lo que yo recuerdo. Sigue escribiendo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tus palabras. Siempre es emocionante volverr a vivir recuerdos que forman parte de cada uno de nosotros.

    ResponderEliminar
  3. A pesar que no soy de su generacion, me ha resultado muy interesante el articulo, y me gustaria resaltar un pequeno parrafo que resume como querria que fuera la Cuba del del futuro, algo impensable en estos momentos. ¿es tan dificil aceptar que todos no podemos pensar igual, pero debemos ser respetados?
    "Recuerdo a casi todo aquel estudiantado avispado y conversador, amigable a pesar de las entonces diferencias sociales, con conceptos políticos absolutamente opuestos. "

    ResponderEliminar