Enigmas en nuestras historias lugareñas.




Puede que no haya algo tan complicado en la historia local como el propio nombre de nuestra ciudad de Camagüey. Eso, sin contar fechas de fundación, trasiegos, encuentros con piratas, convivencia con bucaneros y esa enigmática sinrazón de convertirse de pueblo costero a mediterráneo por el gusto, parece, de encerrarse sobre sí misma.

ó tanto a Cristóbal Colón la bahía descubierta al poniente de su ruta mientras costeaba el archipiélago de Cuba durante el primer viaje al nuevo mundo, que para distinguirla de otras ya conocidas, se la dedicó a Juan de Aragón y Castilla, Príncipe de Asturias , el segundo de los cinco hijos de los reyes españoles Fernando e Isabel, que para aquel 1492 tendría 14 años de edad.

después con la campaña de conquista, las cartas náuticas llevaron a los capitanes de Diego Velázquez a la renombrada bahía del Príncipe, escogiendo como balcón y defensa de ese mar interior un árido promontorio porque les pareció bien,como lugar de fundación de alguna aldehuela. A esta punta le nombraron del Guincho. Interesante cosa ésta pues ese es el nombre de una especie de águila pescadora, que aunque cosmopolita, es en realidad endémica de las islas Canarias, lugar donde incluso está representada en el escudo de la ciudad de Arrecife.


En ese sitio, y en alguna fecha se levantó la aldea con el pomposo nombre de Nuestra Señora de Santa María del Puerto del Príncipe. Posiblemente los primeros colonos no pasaban de un puñado de buscavidas confinados al otro lado de la Tierra con la esperanza, tal vez, de que los marinos les pudieran encontrar si es que existía viaje de regreso.
 
¿Cuándo se tomó esa decisión, en 1511, 1514 ó 1515?. ¿Febrero o junio? En realidad no hay datos exactos y existen más dudas que documentos controvertidos que van de una a otra fecha. De todas maneras los locales hicimos papelillos de dudosas crónicas para tomarnos la libertad de oficializar la conmemoración que nos pareció mejor; 2 de febrero del 1514.

Tal vez veían el futuro tan incierto, que prefirieron colocarse bajo la advocación de la virgen de la Candelaria, patrona de las islas Canarias y aparecida sobre una peña a orillas del mar, dicen, durante una tormenta en Tenerife. Por lo que es a la vez patrona de la atmósfera, pero también de las puertas de los cementerios, en vez de rogarle a San Juan, el noble pescador de Galilea, como fuera lo lógico al estar dedicada la villa al príncipe Juan de Aragón.

Según las crónicas, los avatares de la naturaleza forzaron a los primeros colonos desplazarse en busca de agua hacia las márgenes del río Caonao, distante 20 leguas al oeste. Miremos bien este punto. ¿Por qué internarse en el bosque para ir a tanta distancia cuando cruzando la bahía, al otro lado de la calle como quien dice, tenían la magnífica desembocadura del río Saramaguacán? 

este espacio nos detenemos un minuto. ¿Hacia qué parte del Caonao se encaminaron los primeros colonos? Todo lo que ha podido escribirse sobre esa marcha y el nuevo asentamiento debieron desaparecer con el siguiente incendio de la villa, así que nunca sabremos porqué los colonos abandonaron la seguridad y comunicación que les daba la costa para perderse tierra adentro. Hasta ahora la versión más repetida, pero no confirmada, es que ese segundo sitio tuvo lugar en una comunidad indígena junto al Caonao, próxima a la desembocadura. 
Esta villa no tardó en ser asaltada por indios rebeldes, los colonos debieron emigrar nuevamente, esta vez hacia el cacicazgo de Camagüey, situado a poca distancia y donde fueron bien acogidos por el cacique Camagüebax.

Esa historia es muy bonita, pero no tiene fundamento y es en realidad parte de la igual leyenda de la fundación de la villa, porque si el traslado del Caonao a Camagüey duró pocas horas no pudo ser el Caonao de la desembocadura de ese río, debido a la enorme distancia entre uno y otro punto. 

Hace algunos años se hallaron restos de una comunidad indígena con elementos de transculturación colonial a orillas del mismo río Caonao, pero hacia su nacimiento, en un punto rico de aguas donde concluye el arroyo Pontezuela y comienzan las alturas de San Felipe. Eso se encuentra a menos de 20 kilómetros  de  nuestra actual ciudad, recorrido  nada difícil de transitar en apenas ocho horas. ¿Será ese el Caonao de la historia real?. Y si no es así, ¿Qué es éste perdido asentamiento hispano aborigen tan lejos de la costa?

Asignatura pendiente es la tradicional nominación de nuestra comarca como cacicazgo indígena, o sea el liderasgo sobre otras comarcas. En realidad no parece que haya sido así porque el problema es que a la llegada de la conquista, los aborígenes asentados en la región no conocían esa forma de gobierno. Lo más que alcanzaban los aborígenes en esa época, era a ciertas relaciones familiares entre poblados, e incluso, puede que una o dos comunidades estuvieran bajo la orientación de un cacique, un consejo de ancianos o una persona de experiencia, pero solo para guiar alguna siembra, o dar consejos entre desavenencias domésticas, pero en nada como jefe máximo. Sin embargo los colonizadores, con la organización política, económica y social que conocían en Europa, dieron al conjunto del territorio donde se asentaban esos poblados el nombre de cacicazgos, aunque estos no estuvieran bajo la dirección de un cacique o mantuviera un control entre comunidades.

Sobre que el “cacique” Camagüebax acogió a los fugitivos proporcionándoles tierras, es otra historia pues es de suponer que Camagüebax no existiera, al menos con ese nombre. Es muy sencillo; la desinencia BAX no aparece en la lengua arahuaca.

Si nos fijamos bien en las palabras indígenas, descubrimos que ese carácter no exíste, aunque son abundantes las desinencias para nombrar a muchas comunidades, tal es el caso de Itabo, Mayanabo, Camaján, Maraguán, Caracuna y Caracamisa, Mamanantuabo, Guáimaro, Sibanicú, Curajaya, Maraguán, Canasí, Bainoa, Banao, Urabo, Cangilón, Jutía, Mabuya…. Entonces nos llega otro problema, y es que según documentos del propio siglo XVI el nombre de Camagüey no aparece para nada en la región indígena, aunque sí relaciona a aborígenes asentados en los pueblos de Guerayo, Tinama, Guanabacoa, Aguaycanama, y Aguay Guano.

Al entrar en este tema hagamos una observación. Recordemos que los aborígenes cubanos no conocieron la escritura, y lo único impreso por ellos está en dibujos rupestres cuya interpretación desconocemos, además las relaciones de los colonos con los aborígenes fueron muy cortas, recuerde que los primeros se encargaron de hacer desaparecer a los segundos en poco tiempo. Eso significa que los nombres aborígenes llegaron a nosotros por boca de los conquistadores, o sea, como ellos creyeron escuchar esas palabras, o como las interpretaron, o como les era más fácil reproducirlas.

No es es desacertado imaginar que etren algunos de estos últimos se encuentre el nombre de nuestro territorio. Por facilidad de pronunciación los españoles pudieron denominar a los aborígenes de esa zona como camagüeyanos en vez de aguaycanamos o aguaygüanos.
bien, ¿qué podría significar el vocablo Camagüey?

Especialistas aseguran que la voz Camagüa procede del árbol conocido por ese nombre, árbol de madera dura, natural de nuestros bosques, utilizado en construcciones que necesitan fortaleza, pero también puede que proceda de la  Camagüira, que es otro árbol silvestre, madera compacta, pesada y de grano fino que admite pulimento. Y como el prefijo CAM significar “lugar donde hay”..., o “lugar abundante en”..... Camagüey puede significar “lugar donde abunda la Camagüa”, o “lugar donde hay Camagüiras”.

De todas formas aquí tenemos los 499 años de testimonio histórico en los que no hemos  podido desentrañar en nada esa madeja. Tal vez en el siguiente milenio podamos conversar algo más sobre el tema. Con todo aquí está Camagüey con sus historias y leyendas. Con su luz, lealtad, fortaleza e hidalguía como aparece inserto en su escudo de armas. Ese es el Camagüey de siempre.


2 comentarios:

  1. Eduardo, gracias por este artículo tan interesante sobre el origen de nuestro querido Camagüey

    ResponderEliminar
  2. Amigo, saber del propio pueblo es una aventura magnífica, justa y soberana. Dichoso usted que tiene la paciencia de meterse en los antiguos fundamentos para hablar con todas las de la ley. Saludos desde Argentina, José López Romero de Corazón Urbano, tantorra.blogspot.com

    ResponderEliminar