Las cuatro palmas de Puerto Príncipe

 A mediados de 1853, siendo alcalde ordinario de la ciudad de Santa María del Puerto del Príncipe el lugareño Don Antonio de Miranda y Boza, se dispuso el embellecimiento de la antigua Plaza de Armas en obras a cargo del arquitecto Don Pablo Varona, colocándose bancos, escalinatas de acceso, una cerca de hierro y la siembra en el entorno de varios arboles. 
 

Máquinas de escribir



Con la primera intervención norteamericana Cuba experimento un notable desarrollo técnico llegado junto con los mecanismos diseñados para controlar la economía del país. Esa fue la época en que irrumpió junto a modernas industrias y equipos la máquina de escribir, lo que para ese entonces esa llegada debió representar entre nosotros lo que en su momento nos fue la computadora. 

El Aura blanca


La leyenda del aura blanca,tal vez la más conocida de todas en la ciudad de Camagüey y que junto otras no menos populares forma parte de nuestra cultura popular, tiene, contrario a otras muchas fábulas, un soporte perfectamente real.

Según se sabe, aquella aura blanca que dio motivo a la leyenda asociada al padre Valencia y llevada a la literatura por la escritora camagüeyana Gertrudis Gómez de Avellaneda, estuvo por muchos años  expuesta en la librería El Pensamiento, de la ciudad de Matanzas, ciudad que la considera por demás, entre sus valiosos tesoros del patrimonio histórico.

La plaza de toros de SanJuan


                 Con independencia de la plaza de toros inaugurada en Puerto Príncipe a mediados del siglo XIX e instalada en los alrededores del actual parque Casino Campestre, comenzó a funcionar por temporadas otra plaza construida en un espacio situado por las inmediaciones de la cárcel de la ciudad, próxima a la estación del ferrocarriol, a la que se llamó Plaza de San Juan por estar al final de la calle de ese mismo nombre, hoy Avellaneda.

Para que te llamen Don


Cuando se habla de identidad y nobleza lugareña, los cameagüeyanos reconocemos que Santa María del Puerto del Príncipe es una de las ciudades, tal vez despues de La Habana, con mayor cantidad de títulos nobiliarios de condes y marqueses otorgados por las cortes de España durante la etapa de la colonia. 
 
También abundó otro titulo, que sin ser necesariamente de "sangre azul", recibía un tratamiento diferenciado en la sociedad signando su alcurnia, se trata del titulo de Don.