Camagüey, 16 de noviembre de 1917; Agente especiales de la policía realizaron ayer en horas de la mañana una redada en la ciudad sobre una serie de personas que, defraudando la confianza ciudadana, se dedicaban desde hacia años al negocio de la adivinación, practicando el espiritismo y estafando con engaños a la ciudadanía
Impuesto de los hechos, el Sr. Alcalde, Don Benito Arteaga Mola, paladín de las causas nobles, ordenó la actuación que llevó tras las rejas a por lo menos medio centenar de individuos de ambos sexos y de todas las razas. Entre ellos al connotado Gran Danny, quien se anunciaba como aquella persona capaz de incursionar en el pasado de las personas, reconocer el presente y avizorar el futuro, pero acusado ahora de estafa continuada, con consultorio en la calle de General Gómez esquina Bembeta
Una clientela de crédulas personas seguía al Gran Danny, pues este señor, se decía poseedor de los secretos del Paraíso, vendía entre sus adeptos talismanes y resguardos procedentes de las catacumbas romanas del templo de Apolo y de las pirámides mayas; agua bendita del río Jordán y fragmentos de las túnicas de los apóstoles. Había también oraciones para salvar almas, brebajes contra el mal de ojo, desgracias y salaciones. Y lo mejor, por un módico precio era capaz de establecer comunicación con el alma de alguna persona fallecida, o no importa quien fuera su pariente.
Impuesto de los hechos, el Sr. Alcalde, Don Benito Arteaga Mola, paladín de las causas nobles, ordenó la actuación que llevó tras las rejas a por lo menos medio centenar de individuos de ambos sexos y de todas las razas. Entre ellos al connotado Gran Danny, quien se anunciaba como aquella persona capaz de incursionar en el pasado de las personas, reconocer el presente y avizorar el futuro, pero acusado ahora de estafa continuada, con consultorio en la calle de General Gómez esquina Bembeta
Una clientela de crédulas personas seguía al Gran Danny, pues este señor, se decía poseedor de los secretos del Paraíso, vendía entre sus adeptos talismanes y resguardos procedentes de las catacumbas romanas del templo de Apolo y de las pirámides mayas; agua bendita del río Jordán y fragmentos de las túnicas de los apóstoles. Había también oraciones para salvar almas, brebajes contra el mal de ojo, desgracias y salaciones. Y lo mejor, por un módico precio era capaz de establecer comunicación con el alma de alguna persona fallecida, o no importa quien fuera su pariente.
Las investigaciones realizadas por la judicial descubrió que este individuo resultó ser Danny Ramiro Wilson, puertorriqueño, sargento del batallón de infantería de la Marina Norteamericana que se encuentra acampado en el reparto La Zambrana desde los inicios de la I Guerra Mundial.
Luego de ser conducido a la primera estación de la policía, en la calle Lugareño, una patrulla militar norteamericana con armas largas y en zafarrancho de combate, penetró en el recinto policial y se llevó al detenido. Ante las protestas de las autoridades y la población por aquel vandalismo tipo película del oeste, el coronel a cargo del campamento yanqui dijo que Danny era problema de la jurisdicción de los EE.UU y que sería juzgado en el campamento en el momento oportuno y cuando las circunstancias así lo demanden según las leyes norteamericanas. Se sabe que el sargento Wilson declaró poco después en el semanario publicado en el interior del campamento militar, que todo se había tratado de una broma, una especie de “tomadura de pelo a los nativos que son increíblemente crédulos y con los que es posible hacer buen dinero”.
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