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Fin de año, medio evo y lentejas



Lanzar un cubo de agua a la calle mientras las campanadas de las iglesias marcan las doce de la noche, o tal vez mirar dentro de una palangana con agua para escudriñar el futuro, meter dinero en los zapatos o comerse doce uvas. ¿Puede alguno de nosotros decir cuántos ritos seguimos como tradición en el tránsito del año viejo al nuevo?.

Para el cubano, las fiestas navideñas nunca tuvieron “periodo especial”. Aun en las etapas más difíciles aprendió hacer de tripas corazones y reunido en familia festejó las renovadas esperanzas de que al año siguiente las cosas estuvieran mejor.

!!!Piratas por La Matanza!!!



A pesar de que en 1668 Henri Morgan pegó candela a la villa de Santa María del Puerto del Príncipe, no parece que en la practica hayan sido muchos los estragos. Puede que el susto fuera mayor o que el informe a las Cortes se exagerara en cuanto a los daños. De todas maneras, y apenas cinco años después, ya la población se había recobrado de tal forma que, a partir de entonces, consolidó su economía ganadera y los ingenios azucareros comenzaron a proliferar.

En 1762 fue elegido como Alcalde Mayor Don Fernando de Agüero y Agüero, capitán de milicias y criollo enérgico cuya primera disposición fue la de crear un cuerpo de hombres armados cuya misión consistía, junto a la exigua tropa que custodiaba a la población, prevenir todo peligro de invasión por parte de piratas o soldados extranjeros y mantener el orden.

En dicha milicia debía prestar servicio todo principeño de 15 años hacia arriba, sin distinción de títulos, profesión, raza o solvencia económica. Como iniciativa tal no tenia antecedentes en la isla ello suscitó el recelo del Gobierno central.

Casos y cosas de un alcalde de barrio



Onelio fue consejal en San José de Pinto, apartada zona rural perteneciente al barrio Joaquín de Agüero sobre los limites de las municipalidades de Camagüey y Florida.
Los consejales eran entonces funcionarios menores de las alcaldías municipales y eran electos junto con los alcaldes y miembros destinados a la Cámara de Representantes y el Senado. Ellos representaban a un determinado número de electores y sus vinculos con la población les convertía en una especie de sargento político del partido al que pertenecían, y en el caso de las áreas rurales, verdaderos caciques en el ámbito campesino.
Su influencia incursionaba en todos los aspectos de la vida social y en no pocos casos fueron árbitros, padrinos, compadres, prestamistas, médicos, consejeros, curanderos y hasta espiritistas.
Onelio siempre militó en el Partido Auténtico y fue lo que se dice un líder político de clase. Un bicho, según el argot cubano de todas las épocas. Para él, seguidor incondicional de Ramón Grau San Martín, la práctica de que “la cubanidad es amor” la seguía al pie de la letra, no por gusto había memorizado algunas de las mejores frases de histórico impacto, así como un par de párrafos de los más recientes discursos de su líder, para dejar a sus electores, guajiros de tierra adentro, con la boca abierta ante tanta sapiencia ciudadana.

El Ku Klux Klan en Camagüey


 


 En realidad nadie podría creer que Ku Klux Klan tuvo sus origen, allá por el 1865 como una asociación humorística democrática que se dedicaba a realizar bromas y rituales en las que las víctimas eran humilladas. En verdad la organización secreta fue concebida como un club social donde los jóvenes podían encontrar diversión y entretenimiento. Los miembros hacían excursiones nocturnas por los pueblos del sur de los EEUU, disfrazados con sábanas y máscaras, fingiendo ser fantasmas que asustaban (o divertían) a la población, pero como luego aquello les resultó muy aburrido acordaron que mejor sería linchar negros e incendiar pueblos enteros, que era lo bueno.

Por ese camino no tardaron en desembocar en una organización de extrema derecha para promueven la xenofobia, así como la supremacía blanca, el antisemitísmo, racismo, comunismo y el catolicismo, abogando por un gobierno y país gobernado por hombres blancos.

Notas sueltas de Camagüey




En una ciudad como la nuestra con cinco siglos de historia, no solo la arquitectura forma parte de su identidad, también hay sitios que de alguna forma se identifican con esta o aquella época, o el conjunto de determinada generación cualquiera que sea el siglo que le tocara vivir.
Tenemos como ejemplo a la mano la portada de Carrasco, lugar que llegó a tener cierta fama, pues ya desde el siglo XVII se convirtió en Santa María del Puerto del Príncipe en sinónimo de despilfarro.
 
Esa fue una obra mandada a construir por el Ayuntamiento de la villa para levantar una especie de portón custodiado como punto de entrada o salida de la población por el camino hacia la costa sur.
Ese era el camino de La Cachaza y hoy forma parte de carretera que lleva al municipio de Vertientes.
Pues bien, el lugar estaba situado justo a orillas del río Tínima. Para la edificación se construyó una fábrica para elaborar ladrillos y tejas aprovechando la proximidad del río y la magnifica utilidad de la arcilla en el mismo sitio donde estaría el portón, lugar conocido desde entonces como tejar de Carrasco, barro y aguas el que a pesar de los siglos se siguen utilizando por los numerosos tejares que se levantan en esa parte de nuestra ciudad. 

Memorias de mi escuela vieja



La escuela pública no. 26 estaba casi a la entrada del reparto Ballina, entre la Carretera Central y el camino de Palomino, algo más allá de la bajada del puente de San Lázaro sobre el río Tínima, al oeste de la ciudad.
 
Construida de ladrillos y tejas sobre un humedal ni sé cuantos años pudo tener ni cómo los resistió entre las hierbas y el macío. No era en verdad una zona pantanosa, pero como el terreno formaba una hondonada, apenas caía una llovizna todo se llenaba de agua y entonces teníamos que subir a las mesas y pupitres para estar a salvo.

De las goteras, ni se diga. Media hora después de la escampada seguía lloviendo dentro.
Por supuesto que para nosotros, alumnos del primero a sexto grado, aquello era una fiesta y muy a gusto nos la pasábamos saltando de una mesa a otra o jugando a los barquitos de papel y descontinuando una buena cantidad de libretas a lo largo del curso.

La fábrica de aviones en Esmeralda

 
El 31 de octubre de 1929 el periódico provincia EL Camagüeyano destacó en un cintillo de primera la siguiente noticia;

"Muy pronto una magnífica fábrica de aviones será instalada en el pueblo de Esmeralda"

Para muchos de aquella época aquello debió parecer una página de ciencia ficción. ¿Una fábrica de aviones en Esmeralda? ... ¿Y para qué necesita Esmeralda una fábrica de aviones?.

Pero la cosa no podía tomarse tan a la ligera. La noticia era cierta. La declaró el prominente hombre de negocios Mr Powley en conferencia de prensas ofrecida en el roof garden del Hotel Camagüey, y por supuesto todo el mundo sabe que los prominente hombres de negocios norteamericanos dicen cosas serias.

El río Hatibonico por nuestra ciudad












  EL río Hatibonico nace en las sabanas serpentinosas del norte de la ciudad de Camagüey y cruza por ella del noroeste al sureste, para ir a desembocar luego de unirse al río Tinima y conformar el San Pedro, que riega sus aguas en las marismas costeras del sur.

El Hatibonico entra a la ciudad a través de la circunvalación norte hasta acercarse al reparto Puerto Príncipe, que es uno de los más modernos construido a finales de la década de 1950. Justo al abandonar esa urbanización le alcanza el arroyo del Güije, que viene desde el oeste y es uno de sus más importantes afluentes.

El Hatibonico luego flanquea por un tramo la avenida Carlos J. Fínlay y entra al reparto Saratoga para, tras el reparto Las Mercedes, cruzar bajo la línea del ferrocarril central a la altura del reparto La Norma, donde existe un viejo puente de hierro que es uno de los dos que aun quedan en pie en el entorno de la ciudad, ( el otro se encuentra en la propia línea para cruzar sobre el Tínima al extremo noroeste de la población). En La Norma y a orillas del río existió una importante fábrica de velas que se fue a bolina cuando la empresa eléctrica extendió sus cables por la ciudad. 

Ciclones y leyendas


En realidad, a pesar de que históricamente pocos ciclones han azotado a nuestra provincia si comparamos esa frecuencia con el resto del territorio nacional, es curioso como a pesar de esa falta de tradición, algunas de nuestras mejores historias y leyendas se vinculan con acontecimientos como esos.

Es cierto que hemos padecido huracanes destructores que nos han dejado en astillas, aquí hemos hablado en más de una oportunidad de aquel “cordonazo de San Francisco” que en 1844 arrazó la villa, y aun del contemporáneo Flora y sus inundaciones sin cuento, todos ellos marcaron etapas en nuestro pueblo que de una a otra época fueron tejiendo sus recuerdos.

Nuestras frases hechasa

Es inevitable que en el habla cotidiana no sumemos frases hechas, bien para condimentar la conversación, para darle fuerza irrebatible a la charla o para sintetizar en pocas palabras todo el significado de la idea con una imbatible expresión.
Estas frases hechas tiene sus antecedentes y ello forma parte de la historia de nuestro idioma.
A la tercera va la vencida

Con esta locución proverbial se quiere dar a entender que a la tercera tentativa se suele alcanzar el fin deseado. El origen del dicho no está muy claro. Para algunos expertos, se encuentra en el derecho penal de los siglos XVI y XVII, en que se imponía la pena de muerte al ter furtum, o sea, al tercer hurto. Sin embargo, el maestro Correas apunta que esta frase proverbial se ha tomado de "la lucha (cuerpo a cuerpo) que va a 3 caídas, y de la sortija y justa, que va a 3 carreras o lanzas el premio". Una tercera hipótesis es defendida por el padre Esteban de Terrenos en su Diccionario. Dice así: "En la milicia romana había los soldados llamados pilati o velites, armados a la ligera, y eran los del ínfimo pueblo y los bisoños, y éstos iban en la fila primera; en la segunda iban los que llamaban piqueros, bastati, y excedían en valor y mérito a los primeros; y en la tercera fila iban los que llamaban triarios, y eran los más valerosos, veteranos, y que sostenían a las dos filas precedentes, y de aquí vino el adagio de decir cuando se echaba el último esfuerzo: Ad triarios ventum est, que en castellano decimos: A las tres va la vencida o se echa el resto".

El revuelo de los Rayos X en Cuba


En 1895, la prensa habanera dedicaba la mayor parte de su espacio a la guerra que libraban los cubanos contra los españoles para alcanzar su independencia. A finales de ese año, entre los partes y las noticias de la guerra, también dieron a conocer el increíble descubrimiento del científico alemán Conrad Roentgen sobre la propiedad que tenían las radiaciones producidas por el tubo o lámpara de Crookes de “traspasar los cuerpos opacos e iluminar y observar las formas y defectos que hay dentro de ellos”. El sabio también consiguió la forma de retratarlos, pero como desconocía aún su naturaleza  y estaba en fase de experimentación los llamó Rayos X.

Nuestras frases hechas


 

Muchas expresiones, al parecer expontáneas, matizan el habla española, sin embargo el origen de esas frases hechas tienen remotas historias que muchos desconocemos y casi siempre repetimos en un momento determinado sin conocer en verdad sus orígenes.

Pasar la noche en blanco

Cuando una persona es incapaz de conciliar el sueño por un dolor, una preocupación u otro motivo, se dice que ha pasado la noche en blanco. El origen de este modismo está relacionado con la noche que ritualmente solían pasar sin pegar ojo aquellos que durante el medievo, querían formar parte de ciertas órdenes de caballería. La noche antes de ser armados caballeros, los aspirantes hacían la velada de las armas que les honrarían como tales, llevando como atuendo una túnica u otra vestidura blanca que simbolizara la pureza espiritual. El color blanco de las ropas y lo largo que se hacía la espera hasta el amanecer dio origen al dicho pasar la noche en blanco. 

 No dejar títere con cabeza
 
Su origen está una escena de “Don Quijote de la Mancha” escrito por Miguel de Cervantes. Mientras ve una representación teatral con títeres, Don Quijote pasa de espectador a actor y decide defender a la protagonista —una princesa de madera y trapo— descabezando a todos los otros muñecos.


A la tercera va la vencida

Con esta locución proverbial se quiere dar a entender que a la tercera tentativa se suele alcanzar el fin deseado. El origen del dicho no está muy claro. Para algunos expertos, se encuentra en el derecho penal de los siglos XVI y XVII, en que se imponía la pena de muerte al ter furtum, o sea, al tercer hurto. Sin embargo, el maestro Correas apunta que esta frase proverbial se ha tomado de "la lucha (cuerpo a cuerpo) que va a 3 caídas, y de la sortija y justa, que va a 3 carreras o lanzas el premio". Una tercera hipótesis es defendida por el padre Esteban de Terrenos en su Diccionario. Dice así: "En la milicia romana había los soldados llamados pilati o velites, armados a la ligera, y eran los del ínfimo pueblo y los bisoños, y éstos iban en la fila primera; en la segunda iban los que llamaban piqueros, bastati, y excedían en valor y mérito a los primeros; y en la tercera fila iban los que llamaban triarios, y eran los más valerosos, veteranos, y que sostenían a las dos filas precedentes, y de aquí vino el adagio de decir cuando se echaba el último esfuerzo: Ad triarios ventum est, que en castellano decimos: A las tres va la vencida o se echa el resto".

Velorios a la criolla




 
Una costumbre camagüeyana llegada desde no se sabe cuando a nuestra forma de expresión es afincar con un ¡Ángela María!, cualquier afirmación de alto vuelo. Lo que viene a ser lo que para otros es; ¡En efecto! o !Justo!, o sea, siempre entre signos de admiración para reforzar su valía. 

Una costumbre camagüeyana llegada desde no se sabe cuando a nuestra forma de expresión es afincar con un ¡Ángela María!, cualquier afirmación de alto vuelo. Lo que viene a ser lo que para otros es; ¡En efecto! o !Justo!, o sea, siempre entre signos de admiración para reforzar su valía. 

De entre las añejas costumbres lugareñas aun recordamos algunas, como el de hacer visitas, el paseo por las calles del comercio y la siesta del medio día.

Noticias anacrónicas


He estado sacando cuentas de los temas que con cada sección abordamos, casi todos ellos referidos a sucesos públicos, personajes y personalidades de nuestro entorno.  Por supuesto que la temática es inagotable.

Pero no siempre nuestras historias lugareñas tratan de personas y hechos puntuales. Hay sucesos cotidianos que en alguna forma siempre nos ofrecen una imagen de la época en que sucedieron. Algunos de estas ocurrencias hoy nos parecen increíbles, o tal vez, humorísticas, pero para entonces, para cuando sucedieron, eran perfectamente normales y los atestados de la policía, las actas en el cuerpo de guardia del hospital general y las páginas de los periódicos se encuentran llenas de estos ejemplos.

El submarino Camagüey



¿Puede usted imaginar que alguna vez en nuestra ciudad, a pesar de estar alejada de las costas y en medio de extensas llanuras, hubo personas que se las ingeniaron pasta dotar a Camagüey de un submarino?

Cuando en el 1914 el entonces imperio alemán comenzó a extender su dominio sobre el resto de Europa estalló la I Guerra Mundial. Desde un principio Alemania tuvo en cuenta que era necesario cortar todos los suministros que pudieran llegar de América y por eso, cuando el primer submarino germano hundió un mercante en medio del Atlántico, el mundo comprendió que se iniciaba un nuevo capitulo en el libro de la historia militar. 
  
Por acá la prensa sensacionalista se encargó de hacer su oficio, lo que unido a la novelería humana, sembró el pánico en numerosos países. Fue una especie de histeria colectiva, como sucedió hace poco con los platillos violadores.

En Cuba incluso se llegó a ofrecer una recompensa de mil pesos para la persona que diera información cierta sobre la presencia de sumergibles en nuestras aguas, mientras que los periódicos publicaban día a día un parte señalando los lugares donde se habías visto a esas embarcaciones.

Entonces fue cuando se le encendió la chispa a algún acólito del entonces Presidente de la República, Mario García Menocal, ¿No estaba acaso Cuba involucrada en una guerra?, ¿No teníamos kilómetros de costas para proteger?

El caballo del siglo

 
¿Qué lugareño no ha observado alguna vez la hermosa estampa del maniquí que adorna el salón de la talabartería El Potro Criollo, enclavada en la calle República, al centro de la ciudad de Camagüey?.

Allí se encuentra sereno, resistiendo al tiempo, luciendo orgulloso monturas y arreos de todos los estilos el potro que no parece envejeser a pesar de sus más de 80 y tantos años bien cumplidos, pero no galopados
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Es cierto que con el tiempo su piel de cartón y cola nos lo ha mostrado blanco, moato, bayo, alón, moro, y hasta alazán, o como ahora, de negro.Pero cualquier color que haya tenido, el potro se mantiene sereno, erguido con sus ojos brillantes y nobles enfrentando el tiempo.

Este siempre silencioso animal tiene su historia.

La primera casa comercial ligada al giro de talabartería conocida como El Potro Criollo, se fundó en Sagüa la Grande, Las Villas,allá por el 1925.

Recuerdos de nuestro parque de Los Chivos

 


En alguna ocasión cuando en grupo de amigos sacamos a la luz recuerdos juveniles, siempre alguien recuerda aquellos piquetes de muchachos que alguna vez nos fugábamos de la escuela para irnos a la poza del Tamarindo, en el río Tínima.

También mencionamos el exclusivo parque de los chivos, emblemático espacio de nuestro reparto Villa Mariana, una popuolsa y pobre comunidad al norte de la ciudad de Camagüey y lugar donde para nosotros, la revuelta muchachada del barrio comenzaban o terminaban las andanzas del grupo. Siempre al llegar ase y en ese punto rememoramos otras historias. 

En realidad el parque de los chivos no fue exclusividad de Villa Mariana, porque cada reparto tuvo el suyo muy particular, así que por La Mosca; en Marquesado, cerca del puente Salvaje; el de Florat que estaba para la vuelta de la loma de La Grulla; en La Caridad, por la calle de Ojo de Agua; el de Simoni a la bajada del puente de San Lázaro. Por eso que parque de los chivos hubo por todas partes.

Una fiesta del Guatao a la camagüeyana


 
Muchos pueblos han pasado a la posteridad por haber sido cuna de hombres célebres, o por sus paisajes particulares, porque tuvieron lugar batallas memorables, sucesos artísticos o científicos. Los ejemplos pueden ser infinitos, Troya, Palos de Moguer, Venecia, Normandía, Atenas, Leningrado, Gibraltar.......
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En esa relación criolla no puede faltar El Guatao, pueblito al norte habanero que alcanzó fama de forma peculiar, pues su inscripción en la historia fue avalada por una connotada tángana callejera que a poco la convierte en cenizas.
 
Allí la chispa fue la presencia de la hermosa criolla Fela Cuesta, quien participaba en las fiestas que solía dar en su rancho Mamá Kindimba allá por la medianía del 1890 donde, junto a los músicos, no faltaba el aguardiente de caña. Al fin al celos y pujas por bailar con la Fela generó un día lo que ustedes ya saben. 
 
Luego de los hechos, la propia historia ha ido condimentando la realidad, aunque de todas formas lo cierto es que esa bronca la elevó a la posteridad el choteo criollo con el aquello de "Se acabó como la fiesta del Guatao". Desde allí en lo adelante toda riña tumultuaria se mide con esa misma vara. Con la del Guatao. En Cuba se ha hecho tan popular la expresión, que por lo general la aplicamos a muchos otros sucesos donde por lo menos hemos tenido un conato de galleta.

Camagüey tuvo también alguna vez, a su manera, su Guatao.

Después de fusilado no vale

 
 
Mas que el Ejército en batallas libradas en buena lid, fue la reacción peninsular la causante de numerosas muertes ocurridas en Cuba a lo largo de la Guerra por la Independencia.
No fueron solo los cubanos las víctimas de la represión o ni siquiera los patriotas de otras naciones, incluyendo aquellos españoles que lucharon al lado de nuestro país.

Hubo también mucha maldad que atrapó en su engranaje a españoles fieles a la corona.
Uno de los más famosos casos ocurridos e n Cuba durante esa época tuvo lugar cuando el 28 de abril de 1876 fue fusilado en Camagüey nada menos que el reaccionario capitán de voluntarios y regidor del Ayuntamiento, Don Miguel, Acosta Brañanao, quien para su desgracia fue personaje de muchas fortuna y usurero.


Les diré que Acosta fue fusilado bajo la acusación de colaborar con los insurrectos, delito que entonces y mucho menos después, pudo ser probado. En ultima instancia fue el Teniente Gobernador de Puerto Príncipe, Don Antonio Ampudia, quien determinó se le pasara por las armas sin miramientos de causa.

El escándalo originado por la protesta del Cuerpo de Voluntarios y los comerciantes españoles de la ciudad fue tan sonado que llegó a oídos del Capitán General de la isla, quien dispuso una cuidadosa investigación de los sucesos.

Fue entonces cuando se conoció que el desdichado oficial fusilado, había prestado en reiteradas oportunidades elevadas sumas de dinero no solo al Teniente Gobernador Ampudia, sino también a otros muchos militares y funcionarios influyentes en la ciudad, colocando intereses leoninos y exigiendo la devolución de esa plata

 No tardaron los investigadores en comprobar que aprovechando alguna oportunidad, los deudores se confabularon y levantaron una falsa acusación contra Acosta, quien fue detenido y fusilado precipitadamente.

Por supuesto que aquel hecho le costó el relevo a Ampudia, al igual que los restantes implicados en el crimen, pero por ser todos "personas de bien" fueron designados a otros territorios de ultramar o devueltos España.

Al final fue el Capitán General de la isla de Cuba quien tuvo que sacar la cara y extender excusas a los familiares del fusilado, señalándoles en documento oficial, que ocurrencias como aquellas no volverían a pasar, a la vez que lamentaba la pérdida y pedía disculpas por el error cometido. En verdad esas disculpas de poco valían pues hacia ratos que el oficial estaba muerto y enterrado.

De allí surgió entonces la sentencia camagüeyana que dice "Después de fusilado no se vale", lo que aquí aplicamos cuando se hace referencia a algo que llega con demora o cuando alguna cosa ya no vale la pena.

La leyenda del Caricortado



Entre las muchas leyendas lugareñas de Santa María del Puerto del Príncipe, una de las más fantásticas es la del Caricortado, tema recurrente en nuestra ciudad para las temporadas de lluvias cuando nuestros dos ríos fundacionales salen de sus cauces e inundan las zonas bajas de la ciudad.

En las noches de veladas era común en esos días de lluvia reunirse las familias a conversar a la luz del quinqué o las velas, revivir recuerdos y dar curso a la fantasía en relatos y leyendas asustando a los más pequeños y atemorizando a las jóvenes. Porque, según decían, aun el Caricortado tocaba de puerta en puerta en esas noches tormentosas en busca de su casa , arrastrada alguna vez por la furia del río. 
 

Un singular duelo radial


Allá por los inicios de la radio en Camagüey, las cosas eran muy difíciles, en oportunidades locutores y artistas tenían que inventar sobre la marcha elementos que dieran emoción a los radioescuchas. Las pequeñas emisoras entonces existentes apenas si tenían técnicas adecuadas, conocimiento o recursos mínimos. De los efectos de sonido, por ejemplo, se sabía poco y cada cual improvisaba a su manera.

 A principios de la década de 1940 daban sus primeros pasos en la radio dos jóvenes camagüeyanos que andando el tiempo devinieron en maestros de la profesión, nos referimos a Deogracia (Nino) Moncada Fonte y Roberto Canela cuya popularidad desde entonces comenzó a crecer. Con los años Nino hizo historia en la radio lugareña y Canela se consolidó su prestigio en las emisoras nacionales desde La Habana.

Breteros a la criolla



Los bretes como las leyendas, nacen a partir de una historia casi siempre real, utilizando un lugar común como escenario público para identificar sitio y personajes, pero distorsionan de tal forma la realidad que le convierte en fantasía. 
 
Hasta alli la ficha técnica.

La diferencia está en que mientras la primera se identifica con el acervo cultural de los pueblos, el segundo se utiliza para desacreditar al projimo por la simple lipidia de joder.
La leyenda es patrimonio, cultura, sociedad. El brete es chisme, gallofa, enredo. 
 

Calles, plazas y avenidas con el nombre de Fínlay en Camagüey.

 
 Al parecer la primera gestión oficial realizada en nuestra ciudad para perpetuar la memoria del insigne científico camagüeyano Carlos J.Fínlay tuvo lugar cuando el Ayuntamiento de Camagüey aprobó el 10 de mayo de 1944, dar ese nombre a la Plaza de La Merced, hasta entonces Charles A. Dana, ahora Plaza de Los Trabajadores.

El acuerdo Añadía colocar una tarja en el lugar y a la vez transfeir el nombre de Charles A. Dana al callejón de Fínlay. En definitiva, a pesar de los acuerdos y las actas del gobierno local, la permuta no llegó a materializarse.
 Aunque oficialmente en los archivos constan los cambios de dichos nombres. 

 
Otro lugar que por esa época se denominó con el descubridor del transmisor de la fiebre amarilla, fue la plazoleta situada en la calle Cisneros, entre Ayesterán y Boza, en el poblado de Las Mina. Se aprobó en septiembre de 1944.

Cuando se hicieron las obras de la carretera de la ciudad de Camagüey con destino al aeropuerto, se recibieron en el Gobierno numerosas solicitudes de nombres para esa importante vía, que hasta entonces se le conocía como Camino de Pueyo o Paseo de Bélgica.

 Una de aquéllas propuestas fue la de los veteranos de la Guerra de Independencia quienes pidieron que se nombrara la nueva carretera Avenida de Los Héroes, cosa que fue aprobada casi de inmediato.

Sin embargo, y a pesar de ese acuerdo, ya conocido oficialmente. El 2 de setiembre de 1944, un grupo de locales pidió cambiarle el nombre por el de Avenida General Batista. Esa propuesta, por supuesto, no prosperó en Camagüey.

Desde La Habana, el periodista lugareño Andares Núñez Parra había escrito un documento con fecha 6 de septiembre de ese mismo año donde razonaba para que la carretera en construcción recibiera el merecido nombre de Avenida Joaquín de Agüero. La exclusiva Sociedad Liceo se solidarizó con ese nombre.
 En octubre de aquel año el Club Rotario propuso se le denominara Avenida Ingnacio Agramonte. En ese mismo año llegó al Ayuntamiento otra solicititud reclamando el nombre Avenida Agüero - Aponte.

Fue sin embargo la Logia Santa Lucía no. 23 de los Caballeros de la Luz, quien rogó en carta fechada el 23 de noviembre de 1944, se le diera el nombre Avenida Carlos J. Fínlay. Con ese nombre se solidarizaron los vecinos de Las Minas, quienes recogieron firmas y las enviaron al Alcalde.

A fin de llegar a un acuerdo sobre el particular y terminar con aquella polémica establecida, pues se habían también sumado otras propuestas, 
el Ayuntamiento de Camagüey sometió el caso a votación entre los ediles con la presencia, de forma extraordinaria, de los solicitantes, para la firma de conformidad una vez conocido el resultado y liquidar la situación.
Este fue el resultado;

Avenida de Los Héroes, 1 voto; Avenida de Las Américas, 1 voto; Avenida El Lugareño, 4 voto; Avenida Ignacio Agramonte,. 2 votos; Avenida Fínlay, 14 votos.

El resultado de esa novedosa forma de determinar el nombre de una vía en nuestra ciudad, fue aprobado en acta de ese mismo día; 28 de noviembre de 1944

¿Y usted, en qué trabaja?


Si usted es de los que le avergüenza decir en qué trabaja, aquí van algunas sugerencias para mejorar el aspecto de su 'Curriculum Vitae' e impresionar a los vecinos.
 
 
Coordinador de Movimientos de Información Interna
(Guardián)
 
 Especialista en Logística y distribución de Documentos (Mensajero)

Experta en Terapia Visual y Distracción Ocupacional
(Bailarina de Club (streep-tease)
 

Prohiben en Camagüey camisas de mangas cortas




Entre las cosas que con el tiempo hemos perdido, se encuentra la costumbre de vestir bien; es más, existe una inclinación mundial a la moda del no tener moda ni patrones fijos en el vestir. 

Sucede que cada época tiene su modo y sus formas y por tanto no valen comparaciones ya que con los años, el cambio climático, los códigos morales y las restricciones se perdieron esos hábitos, o al menos se flexibilizaron. 

Soy de los que piensan que en realidad, lo mejor es que cada cual vista como quiera. Con lo que quiere, o con lo que tenga, que eso también influye. 

Pero entonces, con todas estas libertades actuales en el emperifollarnos para salir a la calle ¿Qué haría usted si de momento resulta que el Gobierno le norme esa forma de presentarnos en público?. 

El Santo Sepulcro, joya del patrimonio del Camagüey


Como los mitos en el patrimonio de la cultura universal se ocupa del quehacer de los dioses, las leyendas residen en el universo de la humanidad. 
 
Las leyendas, como parte del quehacer cultural, son narraciones tradicionales, en los que se conjugan elementos ficticios, a veces sobrenaturales, que a partir de un punto conocido o común, comienzan a transmitirse de una a otra generación perdiendo a veces sus reales orígenes.

 Muchas de esas leyendas caen la espiritualidad humana donde ética y moral se conjugan con las religiones que al final nos ofrecen morajelas, castigos o premios divinos. 

 
En la saga del medio milenio de la ciudad de Camagüey se guardan en el baúl del patrimonio local, leyendas que constituyen joyas del tesoro lugareño que los camagüeyanos mostramos con privilegio de su noble cuna.

Podríamos mencionar al barrer, aquellas páginas de Dolores Rondón,la Cruz de Sal, el Caricortado, el aura blanca, el indio bravo y el Santo Sepulcro. ¿Verdad o mentira?. ¿Historia de ayer o leyenda de hoy?

Una de las más emotivas leyendas enraizada en Santa María del Puerto del Príncipe es la del Santo Sepulcro. Primero porque lo real está entre nosotros y segundo porque si en verdad el entorno histórico es objetivo, la trama que le dio origen puede dar en el cosmos de lo irreal.

Según alguna historia, al medio día del siglo XVIII, residía en nuestra villa Don Manuel Agüero y Ortega alcalde ordinario en 1741 y ejemplo de ciudadano. En lo personal y junto a su religiosidad, atendía los asuntos a su mando como Capitán de Milicias y Sargento Mayor de la plaza con vivienda en la calle Mayor, muy próxima a la Plaza de la Merced, lugar donde residía junto a su esposa, doña Catalina Bringas y de Varona, cuyos padres habían hecho edificar de su propio peculio un templo dedicado a la Virgen de la Caridad en 1734.

De esa unión tuvieron varios hijos, el mayor de todos, José Manuel Agüero Bringas, nacido en en 1737. Sin embargo, poco después falleció Doña Catalina cuando sus hijos aun eran pequeños. A causa del dolor que le causó la muerte de su esposa, don Manuel decidió ingresar en la carrera eclesiástica, aunque continuara residiendo en su hogar y encargado de la educación de los niños. 
 
Según documentos, es a partir de esta página de la historia aparentemente real, que comienza a tejer la leyenda.
Se dice que el joven José Manuel creció junto a un hermano adoptivo, hijo de una viuda a quien su padre favorecía. De éste, al que la tradición da el apellido Moya, nada más se conoce, aunque bien pudiera ser un hijo natural del distinguido Agüero, no reconocido por razones sociales de la época, pero beneficiado de otro modo.
José Manuel y su hermano adoptivo estudiaban juntos en La Habana, cuando vino una mujer a deshacer su confraternidad. La pasión de ambos por ella, trajo enseguida celos mutuos y Moya, menos favorecido por el apellido y la fortuna, y perdedor en aquel lance sentimental, se llenó de resentimiento hacia el rico heredero, al que todo parecía privilegiar y en un incidente que no ha sido aclarado, según unos un duelo, según otros una celada nocturna, dio muerte a José Manuel.
El asesino se sintió enseguida presa de grandes remordimientos y huyó a Puerto Príncipe, donde contó a su madre lo sucedido. Decidió ella ir de inmediato ver al sacerdote y benefactor, quien aún residía en la casona de la calle Mayor y llena de horror, le refirió los hechos, mientras el hijo esperaba en el zaguán. 
Nadie sabe lo que pasó por la mente del padre cuando escuchó el relato, pero entregó a la viuda una talega de dinero,y un caballo, con la orden de que Moya debía desaparecer de inmediato donde jamás fuera encontrado por sus otros hijos. Dicho y hecho, el joven se marchó a México y nunca se volvió a saber de él.
Hizo la pena que don Manuel quisiera alejarse aún más del mundo y entró poco después como fraile en el vecino convento de La Merced, con el nombre de Manuel de la Virgen, por lo que a sus descendientes se les dio el mote popular de "nietos de la Virgen".
Un tiempo después, utilizando cuanto le quedaba de riquezas, el fraile hizo venir desde México al artífice Juan Benítez Alfonso, ordenando fundir 25 mil pesos en monedas de plata y construir un Santo Sepulcro que hoy es joya única en Cuba, y tan valiosa como otras de la América colonial.
Debio el artista forjar también unas andas del mismo metal para la Virgen de los Dolores, así como el altar mayor del templo, con su manifestador y sagrario y varias lámparas monumentales, cuyas cadenas también eran de plata. Se afirma que las piezas fueron fundidas en el patio del convento, convertido en gigantesco crisol y taller.
Desde 1762 —y durante dos siglos y medio— cada Viernes Santo, en la procesión del Santo Entierro, la impresionante belleza del Sepulcro llena de recogimiento los corazones. Su majestuosidad, acentuada por el tintineo de sus innumerables campanillas, avivaba el siniestro recuerdo de un legendario crimen, al que se le confirió la virtud de llevar a un padre desgraciado a un grado extraordinario de santidad.
Tal es la realidad y la leyenda del Santo Sepulcro.






¿Cuántas Gertrudis Gómez de Avellaneda existieron?



Entre las más representativas figuras de la literatura hispanoamericana del
siglo XIX, se encuentra María Gertrudis de los Dolores Gómez de Avellaneda y Arteaga, nacida en la ciudad de Camagüey el miércoles 23 de marzo de 1814.

Sus padres fueron el Comandante de la Marina Española y Jefe de Puerto Don Manuel Gómez de Avellaneda y la aristocrática criolla Doña Francisca Arteaga y Betancourt, emparentada con la casa de los marqueses de Santa
Lucía. 
 
De ese matrimonio hubo cinco hermanos, pero solo sobrevivieren dos. Gertrudis y Manuel.


Un día Don Gómez de Avellaneda, que le llevaba muchos años a su mujer, se
murió. Por el aquello de verse joven, viuda, rica y hermosa, Dona Francisca
se caso diez meses después, y sin mucho luto de por medio, con el teniente
coronel Isidro Escalada y López de la Peña, quien por entonces era el jefe del
regimiento León, destacado en la ciudad para su protección.

En definitiva, en abril de 1836, toda la familia embarcó hacia La Coruña y esa época Gertrudis residió casi de por vida en España, lugar donde cosechó todos sus éxitos y donde, a pesar de los años y la distancia, nunca traicionó sus sentimientos de cubanía. 
 
Sin embargo, existe otra historia poco conocida de esta rama de la familia Don Manuel, quien debió llevar muchos años en Cuba, parece haber sido de joven un Don Juan, pues existen documentos donde se prueba la existencias de, sino otros matrimonios, si algunos hijos naturales dispersos, incluso conuna esclava, cuyas dotaciones adquirían por ley el apellido del propietario.

Parece que el nombre de Gertrudis fue común en la familia, pues a lo largo de esta historia aparece más de una persona con el nombre de Gertrudis
Gómez de Avellaneda, y todas ellas hermanas.

La primera de ella fue María Gertrudis Anastasia Gómez de Avellaneda y
Cisneros. Nació el 13 de marzo de 1809, y fue hija natural de Don Manuel con
Doña María Soledad y Cisneros, emparentada con la casa del marquesado de
Santa Lucía. No se conocen las causas por la que no se logro el matrimonio
entre tantos apellidos ilustres, pero lo real es que esta Gertrudis murió en
Camagüey el 10 de septiembre de 1868, a los 59 años de edad sin alcanzar
notoriedad alguna y sin dejar descendencia.

 De la otra Gertrudis Gómez de Avellaneda se sabe poco , pues fue el resultado de los amores de Don Manuel con una de sus esclavas, por lo que era negra.

Tanto a la madre como a la hija dio el padre la libertad y se sabe que se ocupó de ellas hasta su muerte, pero se ignora dónde o hasta cuando vivieron .Su nombre aparece pocas veces en algunas notas que dejó Don Manuel para que se atendiera a la madre y a la niña, cosa que hizo religiosamente la familia, aunque sin mantener muchas relaciones.

Es interesante constatar a través de cartas y documentos los lazos filiales que siempre unió a la poetisas con todos sus hermanos.

En un testamento redactado por ella los días 11 y 30 de enero de 1864 declara poseer 60 mil duros, acciones en los ferrocarriles de Zaragoza, una vivienda y rentas en Pontevedra además de todo lo que heredó de sus dos maridos
 
El primero fue Don Pedro Sabater, influyente político en las cortes y Gobernador de Madrid, muerto a poco del matrimonio. Le siguió Don Francisco Verdugo y Massieu, ayudante del rey Francisco de España, quien no tuvo mejor suerte en el matrimonio que el anterior.

Con ninguno de los dos tuvo descendencia, por lo que las línea de los Gómez de Avellaneda se extinguió a finales del siglo XIX pues Manuel tuvo una hija que a su vez no tuvo descendencias.

Una gran parte de la fortuna fue destinada a congregaciones religiosas, entre estas el hospital de Cárdenas y el de San Lázaro en Puerto del Príncipe. A su hermano Manuel dejó todas sus joyas y a sus otros medio hermanos y sobrino las propiedades y rentas de Galicia, así como otros bienes.

Gertrudis Gómez de Avellaneda y Arteaga, murió en Sevilla al amanecer del primero de febrero de 1873, y también como su hermana, a la edad de 59 años

Las historias del teatro Avellaneda.


 
Pues bien, luego de una activa publicidad, el martes 13 de mayo de 1913, a las ocho de la 
noche, y bajo un torrencial aguacero propio de la época, se inauguró el teatro La Avellaneda. 
Que es el edificio construido en una de las esquinas de las calles de ese mismo nombre y la
 antigua Estrada Palma, hoy Ignacio Agramonte.

El terreno sobre el que se levantó el inmenso edificio, se encuentra al fondo de la iglesia de 
Nuestra Señora de la Soledad, que data por lo menos desde el medio día del siglo XVIII. Con 
anterioridad radicó allí una plaza donde se montó a un extremo una especiede valla techada, 
retablo o entablado donde se ofrecieron algunasobras y ferias, casi hasta los finales del siglo 
XIX

Sin embargo ya ese espacio tenia mala fama, pues se sabía que a la construcción de la 
iglesia siguió el del cementerio de la misma, levantado alli por ser un lugar alto y alejado de las
tierras bajas que estaban frente a la iglesia y donde de antiguo existió una
laguna.


En los inicios del siglo XX un próspero comerciante de apellido Guarch, propietario de una 
fábrica de velas y otros negocios menores, compró el solar a muy bajo precio con la idea de
dedicarlo al negocio teatral. O sea, que iba a mejorar la valla y darle forma oficial de teatro.

Este Guarch tenia la fábrica en la quinta La Norma, también de su propiedad orillada al rio
Hatibonico, al centro este de la ciudad, quinta que con el tiempo se convirtió en el actual
reparto La Norma.

Aquel fue en realidad un teatro monumental para la época, superado solo por el añoso 
Principal, pero más moderno en su concepción como teatro de variedades teatrales. Tal ve 
algo así como el Alhambra, algo burlesco. En definitiva chocó con la reticencia de los 
lugareños quienes por demás consignan en su rancio patrimonio cultural el nombre de La 
Avellaneda..

Por la época de la inauguración del teatro, si bien se hablaba mucho de la maravilla del cine el
país, que por entonces era silente, se conocía poco, aunque no es de dudar que Guarch,
agencioso  según la historia, sumara la proyección de películas en el edificio que a la postre,
y contra todos sus cálculos le dejó al borde de la ruina.
.
Entoncesy según las crónicas de la poca, en el día de la inauguración, para darle mayor 
lucimiento, el Ayuntamiento ordenósuspender otros programas culturales en la ciudad, entre 
estos un baile en La Popular y las funciones del teatro Principal. La prensa dijo que “Fue el 
espectáculo más extraordinario y sorprendente que ha presenciado Camagüey en 
muchos años….”.


.En realidad lo fue porque incluso el programa de inauguración,donde hubo oradores, copas
de champán y discursos, fue acompañado por una función lírico – literaria, organizada por
artistas camagüeyanos que finalizó con el Himno Glorioso a la Tula, cantado por 26 jóvenes de
la ciudad. 
 

El teatro tenía capacidad para 800 personas en la primera planta, así como diez palcos; una 
segunda planta y sobre ésta la cazuela o “gallinero” donde asistían personas que, a bajo 
precio, podían disfrutar igualmente de las funciones. Un relieve con el rostro de la poetisa 
coronaba el edificio y por su magnifica acústica el escenario fue uno de los mejores del país.

Por la Avellaneda pasaron muchas de las mejores compañías teatrales y líricas nacionales e 
internacionales que visitaron la ciudad, reportando a la vez un notable impulso a la cultura local .


Sin embargo, el 26 de diciembre de 1926 unas velas prendieron las cortinas del escenario y
en poco tiempo, envuelto en llamas, el edificio se derrumbó sin que nada pudiera rescatarse,  
ncluyendo aquella partitura del Himno a La Avellaneda del que jamás volvió a saberse.


Fue por esa época que comenzaron a circular versiones, pues era de suponer que como fue
levantado sobre el viejo cementerio estaba “salao”. Otras coincidencias se sumaron a 
esa leyenda. Por ejemplo, que fue inaugurado un día 13 del año 1913, quemándose 13 años 
después. Pero además, corrió la versión del fuego intencional por el aquello del seguro.


En realidad Guarch no había asegurado el teatro ni los bienes que tenia, por lo que quedó materialmente en la ruina. 
 

Los escombros del edificio fueron abandonados hasta 1927 ,en que Alberto Mola, empresario
entonces dedicado al negocio de las proyecciones cinematográficas, espacio donde la iba 
bien dado el auge que iba tomando la cinematografía.

Este empresario fue quien monopolizó prácticamente esa industria de la proyección en la 
provincia. Además con los años estableció una cadena de cines, donde se insertaron las 
salas delSocial, Apolo, Encanto, Principal y Alkazar. algunos de estos entre los más 
importantes del pais.

Lo primero que hizo Mola, muy habil para el negocio de los espectáculos, fue alquilar una 
carpa de circo y en el Casino Campestre, con el nombre de Avellaneda, ofreció programas 
teatrales, mientras iba recaudando dinero para la reconstrucción del edificio.

En 1927 ya estaba en pie el nuevo teatro, donde se ofrecieron largas temporadas de zarzuela española, así como obras del teatro vernáculo. Por esas tablas desfilaron famosos artistas como Esperanza Iris, Arquímedes Pous y Ramón Espigul.

Claro que Mola no pudo levantar solo el Avellaneda.Tuvo que asociarse con la entonces firma 
de Proyecciones de Películas Santos y Artigas, quien convirtió al cine – teatro, en un local uy
moderno. Dotándolo de proyectores y pantalla y haciéndole perder su encanto teatral que ya n
 volvió a recuperar.

A pesar de esa popularidad como cine, con el tiempo la enorme estructura del Avellaneda se 
fue deteriorando. Ya a finales de la década de 1950 era un cine de tercera y luego de 1960 se
hizo un intento de revitalizar ese espacio, convirtiéndolo en cine Pionero, dedicado a películas
infantiles, pero eso no prosperó y finalmente cerró y así estuvio por años, aunque prestando 
servicios ocasionales a las artes.






Dada su ubicación en el centro histórico de la ciudad, existen proyectos ya en ejecución por
parte de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, a fin de darle nueva presencia 
y uso a esa sala como parte de la cultural local, rescatando una obra cuyahistoria se en cuentra
vinculada a los recuerdos de muchas generaciones lugareñas.