En realidad nadie podría creer que Ku Klux Klan tuvo sus origen, allá por el 1865 como una asociación humorística democrática que se dedicaba a realizar bromas y rituales en las que las víctimas eran humilladas. En verdad la organización secreta fue concebida como un club social donde los jóvenes podían encontrar diversión y entretenimiento. Los miembros hacían excursiones nocturnas por los pueblos del sur de los EEUU, disfrazados con sábanas y máscaras, fingiendo ser fantasmas que asustaban (o divertían) a la población, pero como luego aquello les resultó muy aburrido acordaron que mejor sería linchar negros e incendiar pueblos enteros, que era lo bueno.
Por ese camino no tardaron en desembocar en una organización de extrema derecha para promueven la xenofobia, así como la supremacía blanca, el antisemitísmo, racismo, comunismo y el catolicismo, abogando por un gobierno y país gobernado por hombres blancos.
Un
día del mes de agosto de 1929, El Camagüeyano, el más importante
periódIco de la provincia encabezó un anuncio con el siguiente
texto
“Si
usted puede probar que es realmente blanco, es varón, cree en el
Todo Poderoso y desea defender la santidad de su hogar, le conviene
cerrar filas en el Palacio Imperial Invisible de los caballeros de Ku
Klux Klan.
“Emperador, Robert B. Anderson; Supremo Jefe Ejecutivo, Ángel López”
Por primera en Cuba, se había fundado, con todas las de la ley, una secta klanista al mejor estilo de Luisiana.
En ese mismo mes los caballeros del Ku Klux Klan llegaban entrenando pavorosos capuchones durante una anunciada asamblea de constitución donde, por lo menos, se iban a merendar al primer par de negros o mendigos que encontraran a mano. Fue por eso que así ataviados, orgullosos de la iniciativa, posaron para la cámara. Esa foto fue luego exhibida en la vidriera del estudio fotográfico que existía en la actual calle de Ignacio Agramonte, estimulando a quienes reunieran condiciones para inscribirse de inmediato en ese mismo sitio.
“Emperador, Robert B. Anderson; Supremo Jefe Ejecutivo, Ángel López”
Por primera en Cuba, se había fundado, con todas las de la ley, una secta klanista al mejor estilo de Luisiana.
En ese mismo mes los caballeros del Ku Klux Klan llegaban entrenando pavorosos capuchones durante una anunciada asamblea de constitución donde, por lo menos, se iban a merendar al primer par de negros o mendigos que encontraran a mano. Fue por eso que así ataviados, orgullosos de la iniciativa, posaron para la cámara. Esa foto fue luego exhibida en la vidriera del estudio fotográfico que existía en la actual calle de Ignacio Agramonte, estimulando a quienes reunieran condiciones para inscribirse de inmediato en ese mismo sitio.
La punta de lanza lo fue el agente klanista norteamericano Mr. Anderson, radicado en nuestra ciudad con una óptica como pantalla. El era en realidad miembro directivo de la secta del sur de los Estados Unidos y llegó con la misión de conocer las posibilidades de realizar una intencionada campaña proselitista, dirigida en especial a captar jóvenes de las clase media, comerciantes y connotados reaccionarios y pro yanquis de los que nunca nos faltaron.
Otro anuncio en la prensa local argumentó:
“Nuestro objetivo es unir a los varones cubanos que creen en el Todo Poderoso, cultivar la obediencia al Gobierno de la República, defender la santidad del hogar, proteger al débil, aliviar los agraviados, socorrer a los dolientes, fomentar y proteger la escuela pública…”
Como se aprecia por esta glorificada información, parecería que el Klan representaba a un grupo de hermanitas de La Caridad en plena entonación de villancicos. Más e aquí que a punto y seguido añadían:
“¡Guerra sin cuartel a los extranjeros y católicos!.
¡Exterminio
a la raza negra para restablecer el reinado de la raza blanca,
eliminación de parásitos sociales, tales como mendigos, y aquellos
que no tengan ningún tipo de recursos, a los que violen las Leyes
del Estado, y en fin, a los que contradigan las normas de la
sociedad blanca!”
El revuelo en nuestra ciudad fue total, pues la forma en que proponían la profilaxis social no solo preocupaba por la amenaza de violencia sino porque blanco, lo que se llama blanco, aquí nadie puede meter la mano en la candela por nadie.
Las autoridades ensayaron soslayar el caso pues según argumentaban, las leyes permitían la asociación, siempre y cuando no contradijeran las buenas costumbres y, por lo que se veía, los kaballeros eran un dechado de virtudes. Por otra parte aquella intensión de eliminar negros y desocupados era una buena oportunidad para deshacerse de indeseables rebeldes e inconformes con el General Machado.
Con todo, los lugareños enfrentaron los propósitos de los klanistas quienes, incluso, amenazaron con desatar las “furia del Reino Invisible”. La ciudad de Camagüey no cedió y por algunas semanas se suscitaron protestas que fueron subiendo de tono.
Finalmente las cosas llegaron a ponerse de tal forma que el propio dictador desde La Habana ordenó una investigación. Al cabo, para apaciguar los ánimos cedió, pero fueron tan analfabetos y burdos que acusaron a aquel Ku Klux Klan como organización de comunistas encapuchados.
El revuelo en nuestra ciudad fue total, pues la forma en que proponían la profilaxis social no solo preocupaba por la amenaza de violencia sino porque blanco, lo que se llama blanco, aquí nadie puede meter la mano en la candela por nadie.
Las autoridades ensayaron soslayar el caso pues según argumentaban, las leyes permitían la asociación, siempre y cuando no contradijeran las buenas costumbres y, por lo que se veía, los kaballeros eran un dechado de virtudes. Por otra parte aquella intensión de eliminar negros y desocupados era una buena oportunidad para deshacerse de indeseables rebeldes e inconformes con el General Machado.
Con todo, los lugareños enfrentaron los propósitos de los klanistas quienes, incluso, amenazaron con desatar las “furia del Reino Invisible”. La ciudad de Camagüey no cedió y por algunas semanas se suscitaron protestas que fueron subiendo de tono.
Finalmente las cosas llegaron a ponerse de tal forma que el propio dictador desde La Habana ordenó una investigación. Al cabo, para apaciguar los ánimos cedió, pero fueron tan analfabetos y burdos que acusaron a aquel Ku Klux Klan como organización de comunistas encapuchados.
Del caso se ocupó la Policía Judicial, quien por varios días se dedicó a investigar a algunos directivos de aquel KKK a la camagüeyana. Finalmente, el 28 de agosto apareció una declaración de los kaballeros en la que decían que nada tenían que ver con los klanistas de los EE.UU. Añadiendo Mr. Anderson que lo único igual eran las ceremonias, vestuario y buenas intenciones para con la sociedad y la moral. De todas formas el 6 de septiembre de ese año se ordenó la disolución del KKK al considerarse una institución no grata a los cubanos.
Luego se supo que la Judicial había ocupado en la vivienda de Mr, Anderson, y en las viviendas de otros de sus colegas, algunos objetos rituales paras aplicar “pacíficamente” sus doctrinas educativas, entre estos objetos había manoplas, látigos, cuerdas y una buena cruz de madera a la que pensaban pegarle candela a la primera oportunidad, con un buen linchado de por medio, que era lo bueno.
No se si aún esta organización criminal existe, aunque a juzgar por el discurso de algunos políticos de EEUU, gozarían de buena salud, Se los suele detectar en los medios sociales FB y otros. El placer por la sangre ajena está latente, ellos quieren salvar a la humanidad, o a su barrio, con estos métodos que los ubica como ejecutores en el peor de los patíbulos.
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