En
realidad, a pesar de que históricamente pocos ciclones han azotado
a nuestra provincia si comparamos esa frecuencia con el resto del
territorio nacional, es curioso como a pesar de esa falta de
tradición, algunas de nuestras mejores historias y leyendas se
vinculan con acontecimientos como esos.
Es
cierto que hemos padecido huracanes destructores que nos han dejado
en astillas, aquí hemos hablado en más de una oportunidad de aquel
“cordonazo de San Francisco” que en 1844 arrazó la villa, y
aun del contemporáneo Flora y sus inundaciones sin cuento, todos
ellos marcaron etapas en nuestro pueblo que de una a otra época
fueron tejiendo sus recuerdos.
Una
de las más antiguas leyendas camagüeyanas vinculadas a ciclones y
huracanes se relaciona con la laguna de Canasí. En lo actual de esa
esa laguna, situada al este de la Sierra de Cubitas y cerca de la
cual se levantó luego el pueblo de Sola, solo queda una gran
depresión en el terreno y grandes bloques de piedras marcados por la
altura hasta donde cubrían las aguas.
Según
la leyenda, mientras los conquistadores acosaban a un grupo de
aborígenes refugiados en una cueva, se desató un ciclón que
arrancó hasta las´piedras y nunca jamás se volvió a saber de
soldados y rancheadores, armas y perros. Fue entonces, dicen,
cuando los indios pintaron en las paredes de la cueva donde se
habían escondido el recuerdo del espanto de los conquistadores, y por
vez primera se dio referencia a la presencia de caballos en América
Puede que otros dibujos rupestre
exprese la furia de los vientos, pero nadie tiene esos códigos y la
expresión subjetiva de los trazos no podemos descifrarlos, aunque
algunos guardan alguna relacion, tal vez, con esos ciclones de los
que no sabemos nada.
Hace relativamente poco, al
realizarse el estudio de una cueva cubitera, los espeleólogos
descubrieron que toda el área donde se encontraban había sido un
antiguo pantano. La explicación lógica es que el pantano se desecó
en un proceso de miles de años y con el se fosilizaron plantas y
animales que en él y con el convivían.
Así que todas las paredes, pisos y
techos se compone por restos de plantas lacustres y fauna asociadas,
lo interesante es que existen espacios desgarrados y batidos como
aplastados por el viento, incluyendo animales y grandes árboles que
nada tenían que ver con ese paisaje. En la zona existe la leyenda la
vez en que esa parte de Cubitas fue arrancada por un huracán y cayó
sobre el pantano, haciéndolo desaparecer.
Pero
hay otras más, como el ciclón durante el cual aparecieron culebras,
o la epidemia provocada. Pero la más celebre de todas la leyendas
puertoprincipeñas es la del Caricortado. Que es la de aquel
desalmado criollo que a la hora de su agonía, ocurrida justo en el
momento en que la ciudad era azotada por una tormenta, llegó a
buscarlo el diablo en persona, cargando con él y con toda la
vivienda de la que, luego del huracán, solo aparecieron unas pocas
tablas y tejas, pero ni rastro de la persona a las que muchos temían
por su mal carácter y malevolencia.
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