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!!!Piratas por La Matanza!!!



A pesar de que en 1668 Henri Morgan pegó candela a la villa de Santa María del Puerto del Príncipe, no parece que en la practica hayan sido muchos los estragos. Puede que el susto fuera mayor o que el informe a las Cortes se exagerara en cuanto a los daños. De todas maneras, y apenas cinco años después, ya la población se había recobrado de tal forma que, a partir de entonces, consolidó su economía ganadera y los ingenios azucareros comenzaron a proliferar.

En 1762 fue elegido como Alcalde Mayor Don Fernando de Agüero y Agüero, capitán de milicias y criollo enérgico cuya primera disposición fue la de crear un cuerpo de hombres armados cuya misión consistía, junto a la exigua tropa que custodiaba a la población, prevenir todo peligro de invasión por parte de piratas o soldados extranjeros y mantener el orden.

En dicha milicia debía prestar servicio todo principeño de 15 años hacia arriba, sin distinción de títulos, profesión, raza o solvencia económica. Como iniciativa tal no tenia antecedentes en la isla ello suscitó el recelo del Gobierno central.


Con todo, Don Fernando logró armar e instruir a su milicia y convertirla en una fuerza organizada y capaz. No debía ser de otra forma, Camagüey estaba aislada en medio de un solitario e inmenso llano, por lo que, en caso de ataque no podría recibir ayuda inmediata o efectiva.
En la mañana del 22 de febrero de 1679, alentado tal vez por la fabulosa historia que de Puerto Príncipe tejiera Morgan de su incursión, el no menos filibustero francés Francois de Granmont, al frente de una turba de 600 piratas de todos los tipos y colores, asaltó la aldea de La Guanaja, saqueando e incendiando el entonces más importante puerto del territorio. Luego, seguros de su fuerza, se dirigieron hasta la entonces desprevenida Puerto Príncipe veinte leguas tierra adentro.

Al amanecer del 23 el bandidaje enfiló por el camino de La Matanza,la ruta que desde la costa se dirigia a la villa, dejó detrás la loma de Santa Teresa de Yucatán y las cabezadas del río Hatibonico, cosa de dos leguas de la población. Más quiso la suerte que a esa hora el presbítero Francisco Galcerán saliera de recorrido desde Puerto Príncipe fin de visitar distantes feligresías de su parroquia. En la sabasna Galcerán descubrió en la bruma la tropa enemiga y sin ser visto torció riendas y regresó a las cuatro patas de su mula “Picardía”, entrando por la calle principal con los gritos de: “!!!Piratas por La Matanza, que lo dice el padre Galcerán!!!”

Imagínese usted esa noticia y a esa hora. 
 
Rápidamente se concentró la tropa frente a la casa del Ayuntamiento disponiéndose que, dada la inmediatez del enemigo, se instalaran emboscadas en diferentes puntos dentro de la villa, mientras que mujeres y niños, más enfermos o aquellos que por su edad no podrían combatir, abandonaran el pueblo por el camino del sur.

A media mañana el primer encuentro se originó en torno a la plaza de armas (actual Plaza de Maceo) lugar hasta donde fueron dejados llegar los piratas sin encontrar resistencia. En realidad no fue un combate en toda su forma, sencillamente los asaltantes entraron a la plaza y fueron sorprendidos por los disparos. Retirándose a todo correr dejando por tierra algunos muertos y heridos. Estos últimos fueron capturados y ahorcados allí mismo.

Defendida la zona central de Puerto Príncipe, el enemigo instaló su defensa en las márgenes de una laguna existente a poca distancia de la Plaza de Armas (aproximadamente por el área de la manzana de viviendas conformada por las actuales calles de Popular, Lope Recio, Ignacio Agramonte y República) dedicándose a saquear los alrededores, pero sin intentar avanzar hacia el centro de la población. Al cabo, temerosos los franceses de verse rodeados en territorio extraño, se retiraron al amanecer del 24 llevándose un regular botín.

Decididos a disputarle el paso, los principeños con Don Fernando a la cabeza, tomaron por atajos y le adelantaron camino a los piratas, sorprendiéndoles en el desfiladero de La Entrada, uno de los principales pasos de la Sierra de Cubitas y por donde les era forzado pasar para encaminarse a la costa.
 El choque se produjo en la mañana del 25 y fue de tal ferocidad, que los piratas dejaron 70 muertos antes de poder abrirse camino y alcanzar sus naves ancladas a pocas distancia de La Guanaja.
Antes del reembarque hubo otra escaramuza en la misma playa y allí la tropas de Granmont perdió otra media docena de hombres, así como una gran parte del botín que se vio precisado a abandonar para poder salvarse.

La historia no señala qué sucedió luego o a dónde fue a dar el tal capitán pirata, quien sin dudas hubo de salir bastante desprestigiado ante la derrota que le inflingieron los lugareños.
Por su parte la fuerza principeña perdió 69 de sus bravos vecinos, incluyendo al esforzado Don Fernando. 
 
Esa fue la ultima incursión pirata que se les ocurrió realizar a los “Hermanos de la costa” a nuestra villa, pues desde entonces, aunque hubo amagos, ningún otro bandido, por corsario o pirata que fuere, se le ocurrió colocar un pie en la tierra puertoprincipeña.

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