Salas principeñas



De la ciudad de Camagüey hemos hablado de sus calles y la arquitectura de sus viviendas, sus plazas y su patrimonio religioso, pero muy pocas veces miramos hacia el interior de esas viviendas a través de las grandes ventanas de las casonas coloniales. 

Sin dudas que la principal pieza de las casas lugareñas es la sala, lugar donde la familia realiza sus actividades sociales y recreativas. En un principio las paredes se cubrían con tapices, telas pintadas o cuadros, aunque en nuestra ciudad se usó mucho la cenefa mural pintada a mediana altura en todo el entorno, con colores muy vivos y motivos florales, lazos o volutas, Inicialmente la sala sirvió para todos los usos, incluyendo comer y dormir e incluso hasta para guardar los coches, Si el propietario era artesano, esa misma sala servía de taller. 

Por ese entonces las salas poseían un moblaje constituido por un puñado de taburetes, catres y baúles, ya que las visitas incluso se hacían en las habitaciones o en el comedor
Durante el siglo XIX , con el desarrollo de la opulencia camagüeyana, la sala se fue transformando para reunir allí la riqueza u ostentación de la familia a través de lámparas, cuadros, candelabros y pesados muebles influenciados por los estilos españoles, franceses o ingleses que eran de gran tamaño y muy pesados.

Es entonces cuando aparecen los sillones mecedoras colocados por lo general en hileras, unas frente a otros, con mesas esquineras para las lámparas. También hubo sillas y balances mas ligeros, sin brazos, que se colocaban junto a las ventanas y que son los conocidos por comadritas. 
 
La clase media, que habitaba en pequeñas viviendas o en accesorias y zaguanes, montaba el moblaje de la sala con una mesa y varias sillas y cajones, tal vez alguna cama a manera de sofá, y pequeños faroles colgados del techo. A finales del siglo XIX y principios del XX apareció en las salas el mueble de perilla, que era muy trabajado y torneado, con respaldo y asiento de pajilla.
 Por esa época una sala podía reunir un par de docenas de piezas entre sillas, butacas, sillones, consolas con espejo, mesas para colocar búcaros y macetas, una mesa central, dos o tres mesas más para adornos y otras banqueticas llamadas escabeles para colocar los pies.

Diferentes estilos comenzaron a ser comercializados por empresas norteamericanas, quienes abarataron los precios para popularizarlos e imponerse frente a las pobres mueblerías criollas, fabricándolos en serie y vendiéndolos a plazo, por lo que las salas de las familias humildes pudieron tener malas copias de aquellos estilos clásicos. 
 
Después les cuento como llegaron los juegos de livin-room y sofá-camas, que son mucho mas modernos y por supuesto acorde al espacio habitacional que hoy tenemos, pero de todas formas, si desea disfrutar de cómo vive el camagüeyano, eche un vistazo de vez en cuanto a las salas de las casas en las calles por donde caminas. Vas a pasar un buen rato.



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