Recuerdos y personajes de la ciudad


Numerosas sombras acompañan las historia lugareñas del Camagüey. Muchas desdibujan tristes figuras que dejaron huellas y memorias en las calles y zaguanes. Anécdotas y recuerdos en alguna esquina que tal vez alguna crónica recogió. De pocas se conoce sus nombres o desde dónde llegaron y a dónde fueron. Qué esperanzas tuvieron o cómo vivieron.
El primero en los recuerdos del viejo Puerto del Príncipe es El rey de los matojos, negro viejo de blanca barba patriarcal, solemne y altivo. Siempre vestido de casaca llevando un libro en una mano y un bastón en la otra. Solitario recorría silencioso nuestras más antiguas calles sin saber nadie de donde llegaba o a dónde iba. Llegadas las fiestas del San Juan era el obligado acompañante de la reina de la plazoleta de Triana a la que por muchos años acompaño sin que nadie le cuestionara ese privilegio dado no se sabe por quién o cuándo.
La señora Cleofás hay era otra cosa, Dura anciana que tenia una escuela de instrucción primaria en el callejón del Príncipe, actual Goyo Benítez, y que según ella misma decía, “enseñaba a la camagaüeyana” . No se recuerda muchacho díscolo o rebelde que no temblara de miedo cuando se le amenazaba, sino corregía su conducta, con enviarlo a la escuela de la señora Cleofás, donde los coscorrones y la varilla andaban a la orden del día.

Un discurso de historia



Durante la ceremonia con la que en la mañana del domingo 1 de abril de 1908 se inauguró el servicio de tranvías en nuestra ciudad, hubo un almuerzo homenaje ofrecido por el Ayuntamiento de Camagüey a los ejecutivos de la Compañía Eléctrica de Puerto Príncipe, entidad a cargo de la obra, así como a las autoridades civiles y militares, como entonces era costumbre. 

Durante el acto celebrado en los salones del antiguo Hotel Camagüey, menudearon los floridos discursos propios de una época de grandes oradores que hacían de la palabra una profesión singular. 
 
Hablaron notables figuras de la política criolla de reconocida presencia, sin embargo hubo entre todos un discurso que ha llegado a nuestros días y fue el realizado por una persona poco conocida y aún cuestionada, pero cuya pieza oratoria resultó extraordinaria.