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Notas sueltas de Camagüey




En una ciudad como la nuestra con cinco siglos de historia, no solo la arquitectura forma parte de su identidad, también hay sitios que de alguna forma se identifican con esta o aquella época, o el conjunto de determinada generación cualquiera que sea el siglo que le tocara vivir.
Tenemos como ejemplo a la mano la portada de Carrasco, lugar que llegó a tener cierta fama, pues ya desde el siglo XVII se convirtió en Santa María del Puerto del Príncipe en sinónimo de despilfarro.
 
Esa fue una obra mandada a construir por el Ayuntamiento de la villa para levantar una especie de portón custodiado como punto de entrada o salida de la población por el camino hacia la costa sur.
Ese era el camino de La Cachaza y hoy forma parte de carretera que lleva al municipio de Vertientes.
Pues bien, el lugar estaba situado justo a orillas del río Tínima. Para la edificación se construyó una fábrica para elaborar ladrillos y tejas aprovechando la proximidad del río y la magnifica utilidad de la arcilla en el mismo sitio donde estaría el portón, lugar conocido desde entonces como tejar de Carrasco, barro y aguas el que a pesar de los siglos se siguen utilizando por los numerosos tejares que se levantan en esa parte de nuestra ciudad. 

Memorias de mi escuela vieja



La escuela pública no. 26 estaba casi a la entrada del reparto Ballina, entre la Carretera Central y el camino de Palomino, algo más allá de la bajada del puente de San Lázaro sobre el río Tínima, al oeste de la ciudad.
 
Construida de ladrillos y tejas sobre un humedal ni sé cuantos años pudo tener ni cómo los resistió entre las hierbas y el macío. No era en verdad una zona pantanosa, pero como el terreno formaba una hondonada, apenas caía una llovizna todo se llenaba de agua y entonces teníamos que subir a las mesas y pupitres para estar a salvo.

De las goteras, ni se diga. Media hora después de la escampada seguía lloviendo dentro.
Por supuesto que para nosotros, alumnos del primero a sexto grado, aquello era una fiesta y muy a gusto nos la pasábamos saltando de una mesa a otra o jugando a los barquitos de papel y descontinuando una buena cantidad de libretas a lo largo del curso.

La fábrica de aviones en Esmeralda

 
El 31 de octubre de 1929 el periódico provincia EL Camagüeyano destacó en un cintillo de primera la siguiente noticia;

"Muy pronto una magnífica fábrica de aviones será instalada en el pueblo de Esmeralda"

Para muchos de aquella época aquello debió parecer una página de ciencia ficción. ¿Una fábrica de aviones en Esmeralda? ... ¿Y para qué necesita Esmeralda una fábrica de aviones?.

Pero la cosa no podía tomarse tan a la ligera. La noticia era cierta. La declaró el prominente hombre de negocios Mr Powley en conferencia de prensas ofrecida en el roof garden del Hotel Camagüey, y por supuesto todo el mundo sabe que los prominente hombres de negocios norteamericanos dicen cosas serias.

El río Hatibonico por nuestra ciudad












  EL río Hatibonico nace en las sabanas serpentinosas del norte de la ciudad de Camagüey y cruza por ella del noroeste al sureste, para ir a desembocar luego de unirse al río Tinima y conformar el San Pedro, que riega sus aguas en las marismas costeras del sur.

El Hatibonico entra a la ciudad a través de la circunvalación norte hasta acercarse al reparto Puerto Príncipe, que es uno de los más modernos construido a finales de la década de 1950. Justo al abandonar esa urbanización le alcanza el arroyo del Güije, que viene desde el oeste y es uno de sus más importantes afluentes.

El Hatibonico luego flanquea por un tramo la avenida Carlos J. Fínlay y entra al reparto Saratoga para, tras el reparto Las Mercedes, cruzar bajo la línea del ferrocarril central a la altura del reparto La Norma, donde existe un viejo puente de hierro que es uno de los dos que aun quedan en pie en el entorno de la ciudad, ( el otro se encuentra en la propia línea para cruzar sobre el Tínima al extremo noroeste de la población). En La Norma y a orillas del río existió una importante fábrica de velas que se fue a bolina cuando la empresa eléctrica extendió sus cables por la ciudad. 

Ciclones y leyendas


En realidad, a pesar de que históricamente pocos ciclones han azotado a nuestra provincia si comparamos esa frecuencia con el resto del territorio nacional, es curioso como a pesar de esa falta de tradición, algunas de nuestras mejores historias y leyendas se vinculan con acontecimientos como esos.

Es cierto que hemos padecido huracanes destructores que nos han dejado en astillas, aquí hemos hablado en más de una oportunidad de aquel “cordonazo de San Francisco” que en 1844 arrazó la villa, y aun del contemporáneo Flora y sus inundaciones sin cuento, todos ellos marcaron etapas en nuestro pueblo que de una a otra época fueron tejiendo sus recuerdos.