Nacido en 1768 en Saint
Malo, población del país vasco francés, Jean Laffit, conocido
durante casi toda su vida como “El pirata del golfo”, fue tal vez
el ultimo, pero no el menos importante de los bandidos de la época
de oro de la piratería.
Inició su carrera a los
13 años en un buque corsario de 40 cañones y pronto fue el terror
de los enclaves ingleses de la India. A principios del 1800 llegó al
Caribe con patente de corso de la corona francesa y estableció
relaciones con las tropas norteamericanas en su lucha contra la
corona inglesa. Se unió a los patriotas a cambio del perdón de sus
fechorías y en 1805 se le encargó patrullar con 5 barcos y 300
hombres el golfo de México, aunque se sabe que mientras tanto fue
espía al servicio de España en New Orleans.
E, 1819 Lafitte rompió
relaciones con los norteamericanos, que ya habían concluido la
guerrea con los ingleses cuando un barco de guerra de los EEUU
capturaron a dos de sus naves ejerciendo la piratería y ahorcaron a
16 de sus tripulantes, fue entonces que decidió retornar al
bandolerismo por cuenta propia, quedándose de paso con el resto de
las naves que le habían entregado.
Fue por esa época y
mientras merodeaba cerca de las costas cubanas cuando fue capturado
por una fragata inglesa, sin embargo de esa prisión el pirata
malherido escapó y logró llegar a tierra cerca del pueblito
pesquero de Santa Cruz del Sur, donde fue capturado y conducido a
Santa Maria del Puerto del Príncipe.
Atendiendo a sus graves
heridas el juez, Licenciado José Joaquín de Agüero, dispuso su
traslado al hospital de San Juan de Dios, pero por si acaso solicitó
guardia permanente para custodiar el reo, cosa que le negó el
Teniente Gobernador de la villa, Don Francisco Sedano, alegando que
no lo creía necesario pues dijo, el herido se encontraba agonizando.
Entonces Lafitte fue remitido a dicho hospital sin otros requisitos,
ingresando en la sala de blancos, ya que no existían celdas en ese
edificio. Varios días después el pirata comenzó a recuperare pero
parecía totalmente invalido. Caminaba con dificultad apoyado en dos
muletas y tanto el personal médico como las autoridades de la villa
comenzaron a tomarle lastima a aquel hombre inútil que colocaban
como ejemplo del castigo que recibía todo el que había tenido una
vida licenciosa y delictiva.
Pero parece que hasta la
Providencia fue sorprendida en la noche del 13 de febrero de 1822, ya
que Lafitte se fugó del hospital San Juan de Dios dejando las las
puertas del edificio las muletas que en realidad nunca necesitó para
nada.
El pirata llegó a
Nuevitas y con la ayuda de algunos amigos armó una partida y en un
bote abordó y saqueó dos goletas, instalando una factoría negrera
en Rincón Grande, bahía de La Gloria, desde donde el pirata mantuvo
por algunos años un absoluto control sobre el mercado clandestino de
esclavos en Cuba.
De como murió Lafitte no
se sabe nada, hay leyendas que dicen que en las costas cubanas le
asesinaron a traición durante una reyerta con su tripularon, cosa
que bien podría ser cierta, otros indican su muerte en aguas de
Yucatán , incluso se escribe que logró el perdón de ,las
autoridades norteamericanas y se convirtió en fabricante de pólvora
para cañones e inventor de las granadas que llevan su nombre,
muriendo en 1854 mientras residía pacíficamente en Illinois.
Sin embargo, hermanos de
la costa de esa época, dejaron crónicas en la que hacen constar que
Jean Lafitte, hombre de vida violenta, halló la muerte como tal a
mediados de 1824 sobre la cubierta de su barco, luchando contra un
buque de guerra ingles que patrullaba el golfo de México.
Su historia está llena
de numerosas aventuras, muchas de las cuales aun no se han podido
comprobar y otras quedan por debajo de la realidad.
A propósito, las muletas
del pirata estuvieron expuestas al publico por algún tiempo en el
propio San Juan de Dios, pero un buen día, de forma tan silenciosa
como escapó su propietario, las muletas desaparecieron de la
vitrina donde se encontraban. Hasta aquí la historia
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