Me
parece justo comenzar esta crónica sobre los inicios de la prensa y
el periodismo lugareño desde el justo momento en que un inspirado
aborigen, asentado en una comunidad a orillas de la laguna de Canasí,
bien al este de La Sierra de Cubitas, describió sobre una de las
paredes de una cueva inmediata, la primera noticia gráfica que se
conoce en América sobre la llegada de los conquistadores con
caballos espadas y cruces. Eso fue para los albores del 1500.
La
sociedad lugareña, encerrada en su Macondo mediterráneo, creó su
propia aureola de leyendas con una cultura muy particular y un
desarrollo literario que pasó de hijosdalgos a criollos en una
transición consciente hacia su independencia social y económica.
Por
esto fue que el clímax de nuestro proceso de ilustración llegó en
el 1800 con la instalación en la ciudad de la Audiencia Territorial,
órgano jurídico rector de la Colonia en Las Antillas aposentada
hasta entonces en la isla de Santo Domingo, y que desde entonces nos
incorporó, junto con sus protocolos notariales a funcionarios
españoles y dominicanos de lustre que llegaron para fijar plaza en
nuestra villa.
Entre
los nuevos inmigrantes llegó también el abogado dominico Antonio
Herrera y Gordo, a quien a poco se le ocurrió de debía de existir
un periódico en villa abocada ya a recibir el titulo de ciudad con
lustre esplendor. Cosa difícil por aquellos días si tenemos en
cuenta de que entonces aun Santa María del Puerto del Príncipe no
contaba con imprenta alguna, cuestión imprescindible para editar
cualquier tipo de papel.
De
todas formas Don Antonio no se amilano en esos tiempos de la
prehistoria de la prensa en Camagüey, y para la medianía del 1810
contrató a veinte amanuences y dos veces por semana se reunía con
ellos para dictarles documentos de utilidad publica, salida de
vapores, llegada y precios de mercancías y las más reciente
noticias tomadas de los periódicos llegados desde la Península con
semanas de atraso. En total hacia circular 200 ejemplares bajo el
titulo de Semanario
Curioso.
En
el 1812 arribó la primera imprenta a la ciudad, la trajo desde La
Habana Mariano Seguí de los Olivos, nieto de Blás de los Olivos,
uno de los actores principales de la fundación de la tipografía
cubana, quien en 1790 imprimió en la capital de la isla el Papel
Periódico de la Havana. Al
morir Olivos en 1777, su taller, conocido como Imprenta de la
Capitanía General, pasó a su yerno, Francisco Seguí. Este ―el
mejor tipógrafo del siglo XVIII ― murió en 1805, pasando el
taller a su hijo Mariano, quien dado el auge cultural de Puerto del
Príncipe se traslado a nuestra ciudad iniciando la publicación de
El
Espejo, convertido
a poco en El
Espejo de Puerto Príncipe.
A
pesar de la fama del impresor y de la conciencia de la burocracia
colonial sobre la importancia de la imprenta como instrumento de
administración y gobierno, el periódico de Seguí fue clausurado en
1816 por injurioso y subversivo, teniendo el tipógrafo que vender
los trastos a la Audiencia Territorial y regresar a La Habana.
En
verdad el 12 de diciembre de 1818 marco el real inicio de la prensa
periódica y el periodismo informativo como tal en la ciudad de
Camagüey, pues con la igual imprenta comenzó a circular Gaceta
de Puerto Príncipe,
que fue en su tiempo el mejor periódico noticioso del interior del
país. A partir de esa fecha llegaron otras imprentas a la próspera
comarca iniciándose la edición de diversas publicaciones con una u
otra tendencia dentro de los estrechos marcos que ofrecía el
gobierno de la corona española.
Don
Antonio Minueces que se había iniciado de aprendiz en La
Gaceta…,
fue el primer impresor lugareño y desde el 1825 le debemos
publicaciones como El
Lince Principeño, El Zurriago
y El
Patriota,
todos de marcada tendencia reformista.
Gaceta
de Puerto Príncipe en
el que escribieron Gaspar Betancourt Cisneros (El
Lugareño)
y Juan Cristobal Nápoles Fajardo (El
Cucalambé)
fue un activo promotor del progreso técnico del país, abogo por el
uso del ferrocarril y la mejora de la producción de los centrales
azucareros. Publico famosos juicios y dio noticias sobre las ferias
agropecuarias , comerciales e industriales en en el Casino
Campestre. Ataco la vagancia, el abuso de los precios y otraqs
numerosas lacras sociales, ganándose el resquemor de las
autoridades..
En
1843, como una forma de apartar a los criollos del periodismo activo,
fue sustituido por El
Fanal de Puerto Príncipe,
órgano oficial del gobierno español, que desde el 1845 y fue el
periódico de más larga vida, pues concluyó junto con la evacuación
de las tropas españolas de la ciudad en noviembre de 1898
Durante
la Guerra y junto al Cubano
Libre,
circularon también periódicos independentistas haciéndose eco de
las diversas tendencias que circularon por el campo insurrecto y que
al cabo dio al traste con la Guerra de 1868, entre estos La
Estrella Solitaria, El Tínima
y La
República
El
periodo entre las dos guerras, aquel que Martí llamó el de “la
tregua fecunda”
Camaguey contó con numerosas publicaciones de todas las tendencias,
españolisantes o no, reaccionarias, moderadas, liberales,
autonomistas, libre pensadoras, amarillistas, religiosas, o de
cualquier otra tendencia. Nunca se vio una lucha periodística como
aquella en nuestra ciudad y que en no pocos casos terminaron en
hechos de sangre.
Marcaron
esta etapa los periodicos El
Machete, El Arpón, El Temible, La Verdad, El Curamagüey,
y el más importante de todos, El
Arrebol,
que comenzó a circular el 16 de septiembre de 1896 como “Semanario
Satírico Burlesco”
pero que bien pronto adquirió una seriedad política independiente
que le llevo a convertirse en el abanderado de la lucha contra la
Metrópolis y crítico tenaz de la Iglesia, y tanto fue así que este
es el único periódico del país excomulgado por la Iglesia
Católica en Cuba,
Con
el inicio de la contienda todo se precipitó y contando con la
experiencia anterior, los insurrectos hicieron circular El
Cubano Libre
y El
Boletin de la Guerra
fcomo sus únicas publicaciones en la campaña.
Luego
de la contienda,y durante los primeros 58 años de República la
prensa camagüeyana navegó por diferentes aguas, y si dividimos los
periodos políticos de ese curso, constatamos las disimiles
tendencias y proliferación de periódicos y revistas. Debemos de
destacar, como punto de partida de este capítulo, la ruptura que se
originó en la prensa cubana al concluir la dominación española y
la irrupción de la intervención norteamericana, pues el estilo
sobrio, circunspecto y denso de la prensa europea fue interrumpido
bruscamente por una moderna prensa estadounidense, cargada de
sensacionalismo, con nuevos modos de introducir géneros haciéndolos
más atractivos y de impacto.
Ello
sin duda, originó una marcada tendencia a imitar el estilo y
Camagüey contó, a lo largo de la media centuria, con más de 400
títulos de publicaciones que incursionaron en todos los espacios de
la prensa y la cultura.
Todo
este trayecto del quehacer periodístico tiene interesantes aristas a
tener en cuenta a la hora de clasificar y analizar el desarrollo de
la prensa en nuestro territorio;
En
primer lugar la tradición de lucha del periodismo y su participación
en la formación sui géneris de la cultura camagüeyana es
patrimonio legado por siglos de identidad en la cubanía. Sumemos
además el papel de la prensa en las páginas de la historia como
cronista de la época matizando en corrientes políticas y económicas
el quehacer de un pueblo que de uno a otro siglo se ha mantenido fiel
a la independencia del país.
La
existencia del periódico Adelante
no se inició en realidad hace 55 años, su huella estuvo ya en la
impronta de las pìctografías indocubanas, en las actas del cabildo,
en las calles de la villa y en los campos de la insurrección.
Adelante
se acunó con los albores de la República y estuvo presente en las
luchas obreras, en los episodios de la clandestinidad y el salto
hacia el futuro de un primero de enero. Adelante
es todo eso y es aun más.
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