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…Ese rubio no te asienta

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Dos damas se encuentran en la calle. un viene vestida de negro riguroso y la otra, que no se quiere la lengua le comenta ; “!que flaca de te ves mi amiga!”. La otra inocentona le responde; “Es que con el negro me veo así”. A lo que la víbora le dice; “!Pues búscate un blanco porque ese negro te va a matar!” .
Yo estaba leyendo ese chiste cuando recordé que en la gaveta de mi papeles guardo una nota que tiene que ver con mujeres y con colores
Les cuento;
El Dr. Rene Bourguet fue un famoso magistrado de nuestra ciudad y numerosos abogados jóvenes entonces deben mucho de su experiencia a los consejos que aquel siempre les daba. 

…Un discurso de historia


José Bonifacio Flores, presidente la sociedad Victoria y cocinero de la fonda y ferretería La Quinta Avenida, en la plazoleta de Maceo, (actual restaurante Rancho Luna) fue figura popular de las calles del Camagüey de principios del siglo XX, sin dudas así aparece en crónicas sociales de la prensa lugareña. Hombre correcto y medido, protocolar a veces y cortés como pocos.
Se las daba de orador y como era dable entonces, intervenía en cuanto acto público era invitado. Sin embargo, a pesar de sus muchas intervenciones discursivas, bastó solo una para que pasara a la posteridad porque hoy ella nos resulta una poco común pieza oratoria
Sucedió pues que en oportunidad de la inauguración de los tranvías eléctricos en la ciudad de Camagüey- El Ayuntamiento, al igual que hizo con muchos directivos de instituciones sociales, le invitó a la ceremonia de bienvenida, programa a realizar en la noche del 8 agosto de 1907 en el roff garden del Hotel Camagüey.
Luego de los primero torneos oratorios le toco el turno a José Bonifacio. Narran que fue tan enrevesada su intervención que un chusco cortó momentáneamente la electricidad para interrumpir el discurso y dejar a oscura al orador. Con posterioridad las palabras del presidente de la sociedad Victoria fueron copiadas, impresas y distribuidas. Hoy es un documento insólito y divertido por su grandilocuencia. Una copia de aquel impreso llego a mis manos, pero la hoja de papel paso a otras manos en calidad de préstamo hasta que finalmente, como sucede en estos casos, la di por perdida.
He aquí el discurso de José Bonifacio Flores