Con
un silbato al cuello y una media lanza en ristre, de la cual colgaba
un farol, los serenos de la ciudad se dedicaban cada noche no solo a
encender y apagar faroles, sino también a anunciar las horas y el
estado del tiempo.
Esta
corporación organizada por el Ayuntamiento al menos desde l el siglo
XVIII, y a la cual pertenecían solo vecinos de la villa de extrema
confianza, comenzaron a adquirir mayor connotación con la llegada de
las fiestas del San Juan, toda vez que por feliz idea de algún
Alcalde Mayor, fueron estos faroleros, según crónicas, quienes
acompañados cada uno por un tamborilero no solo daban la hora y el
estado del tiempo, sino que se encargaban de leer en determinadas
esquinas, a tambor batiente, y con bastante escándalo, supongo, el
Edicto del San Juan donde se prescribían las ordenanzas que
regulaban el comportamiento ciudadano en las calles y las fiestas en
las viviendas.
El
Bando vino a colocar orden en la algazara ciudadana, ya que con cada
periodo sanjuanero se ofrecían numerosas fiestas en plazas y
viviendas particulares, donde coches y carretas, personas a pie a
caballo, disfrazadas o no, recorrían la ciudad sin orden ni
concierto en largos “cordones” de vehículos por calles que en
aquella época no tenía ningún sentido priorizado de dirección,
originando no pocos graves incidente y altercados que llegaron
incluso a duelos mortales.
Mucho
después con modernas regulaciones urbanas atemperadas al desarrollo
que signo cada etapa de la historia en la ciudad, mas el apoyo de
órganos policiales, la situación comenzó a transformarse por lo
que el Bando, andando el tiempo, comenzó sencillamente a ser
publicado por la prensa local y a la vez difundido por las emisoras
de radio con lel anuncio del programa sanjuanero.
Para
la la medianía del 1930 la Asociación de la Prensa en Camagüey
comenzó a celebrar cada 23 de junio, en el salón Roff Garden del
Hotel Camagüey, ”el Baile de los Periodistas” desde donde el
Alcalde leía a las doce de la noche el documento circunscrito a
regulaciones del tránsito, horarios de festejos y un llamado al
comportamiento ciudadan. En este mismo salón y para el entrecruce de
1940 – 1950, comenzó a ser coronada la Estrella del San Juan luego
de un proceso de candidatura y elecciones iniciado en el mes de
abril, lo que le abría al San Juan amplia participación popular.
Como
se deduce, la lectura del Bando del San Juan es un ejemplo de cómo
la historia recoge y conserva costumbres sin detenerlas en el
tiempo. Atemperándolas a cada época pero manteniendo sus cimientos.
Ya se sabe que no se puede marchar a contra corriente en la dinámica
de la vida. Esa es la causa por lo que, situados en una posición
conservacionista, mal paramos, por incultura o improvisación
,tradiciones desfasadas unas o improvisamos otras, hasta llegar a
este calidoscopio de días como hoy donde puede haber de todo menos
el carácter popular que distinguió el San Juan camagüeyano
Esa
cuesta abajo comienza durante la primera parte de 1960, cuando se
improvisó como “tradición” la lectura del bando, pero ahora con
un discurso político, primero desde la Plaza de los Trabajadores y
luego desde los balcones del edificio de Gobierno, tal y como se hace
hoy en día y aunque es elemento insertado y m al tratado en el
programa sanjuanero, le ofrece, reconocemos, un peculiar y sano
atractivo que todos disfrutamos aunque ya las masas populares tengan
poco que ver en su organización. .
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