En
los inicios de la década de 1800 el espacio que hoy ocupa la plaza
del Carmen era una breve colina de donde surgía un fértil manantial
aprovechado por los pocos pobladores asentados en ese entorno. Por
años este sitio aun montuoso fue conocido como “Pozo de
gracia”,el cual daba origen a un arroyuelo que hacia el sur
confluía en el río Tínima.
Al
otro lado de este apartado espacio a “extramuros de la villa”, y
debido a la iniciativa del religioso fray de la Cruz Espi, conocido
en la villa como “el padre Valencia”, se edifico la iglesia de
nuestra señora del Carmen y con ella otros edificios que sirvieron
uno de asilo para niñas pobres y otro como hospital de mujeres.
Sin
embargo, como aquellas obras se levantaron tras algunas viviendas
dispersas, el Regidor del Ayuntamiento, José
Nicolás Montejo,
hizo aprobar el 6 de mayo de 1825 una solicitud para
demoler tres
casas que allí existían porque, según expresó en su petición al
Cabildo, "sería
conveniente formar una plaza para el mayor decoro, comodidad y
desahogo de la Iglesia del Carmen que se está construyendo".
Luego de abierto el espacio fue denominado "Calle del Paso"
o Plaza del Carmen, nombre este último que ha llegado hasta nuestros días.
Con
los años la urbanización en la ciudad ocupo el entorno; el pozo fue
cegado y surgieron otros caminos y luego calles, por lo que en esa
trama urbana se conformó una plazuela custodiada por las antiguas
calles de Honda, San Diego y Príncipe, sitio donde de costumbre se reunían los vecinos del lugar para celebrar sus fiestas y a donde
acudian familias asentadas en pequeñas fincas y potreros en las
orillas del Hatibonico. Aprovechando esas ventajas, el comerciante
español Antonio Bedoya levantó un mesón y una tienda de víveres
en uno de los extremos de ese espacio, cuya presencia le facilito
el nombre al lugar que hoy conocemos como “ plazoleta de Bedoya”.
Hoy
el conjunto de este sitio devino en uno de los más relevantes de la
ciudad colonial, muestra de la clásica arquitectura decimonónica
del eterno Puerto Príncipe.
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