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Los secretos del Idilio



Debió ser al medio día del jueves 26 de mayo de 1870, el Mayor General Ignacio Agramonte Loynaz en compañía de su escolta salio a verificar una información recién llegada donde se le comunicaba la presencia de tropas españolas en marcha y cerca de su campamento en Los Güiros, lugar donde ocultaba a su su esposa Amalia Simoni, a su hijo Ernesto y a parte de la familia Agramonte Simoni.
Poco después de su partida y por otro camino, soldados de la avanzada del batallón español, comando por el Coronel Ramón Fajardo, penetraron en los montes de la hacienda y dispersando a los retenes que protegían el campamento mambí, a quienes originaron varios muertos, hicieron numerosos prisioneros, casi todos mujeres y niños.
 
Una columna expedicionaria en marcha
Por las armas que desplegó la fuerza española en el asalto y lo rápido de la acción, debió de tratarse de una columna fuerte y operativa integrada por diversas armas. Para esa época es probable que la cifra de soldados de infantería en cada una de estos batallones expedicionarios en campaña no haya sido superior a los 850 plazas, organizados en cuatro compañías y reforzado con un escuadrón de caballería con 100 o 150 hombres dividido en tres o cuatro secciones. La caballería era por entonces era el arma más importante de cualquier ejército y si se empleaba en coordinación con otras armas defensivas, su acometividad era impresionante.
El batallón llevaba además piezas de artillería de montaña que era muy operativa y precisa, empleándose en terrenos difíciles, un cuerpo de sanidad, servicio de retaguardia e impedimenta
 Por esa época y por lo regular los batallones en marcha se organizaban en cuatro secciones; la vanguardia, el cuerpo principal, la retaguardia y los flancos. En Cuba el Ejercito Español dio mucha importancia a la exploración y por eso colocaba a la extrema vanguardia algunas secciones de caballería, además para la fecha había introducido una modalidad que les dio buenos resultados, segregar de la fuerza principal grupos de flanqueadores, los cuales podían extenderse para batir el área, dejando esa peligrosa labor de servicio de vanguardia y flanqueo a las contraguerrillas, que además constituían la seguridad de la tropa, ya fuera acampada o sobre la marcha, impidiendo ataques
inesperados y la penetración de exploradores contrarios.
Estas contraguerrillas podían separarse del resto de la tropa y operar a distancia, pues aparte de reconocer el terreno, se dedicaban a liquidar pequeños grupos de insurrectos sin obstaculizar el avance de la tropa.
 
¿Un encuentro accidental?
Fue presumiblemente esta fuerza la que chocó durante la marcha y a la altura de la sabana de Los Joberos, con avanzadas insurrectas con las que hizo contacto y batió, conociendo por prisioneros hechos en el lugar la presencia de la familia del Mayor General Ignacio Agramonte Loynaz en alguna parte de la hacienda Los Güiros. El Coronel Fajardo no iba a perder esa oportunidad y demandar por el apoyo de otras columnas, por lo que desplegó sus fuerzas y ordeno el avance de la caballería y la contraguerrilla para rodear el lugar.
Se conoce el parte de operaciones de la columna española al mando del Coronel Fajardo dando cuenta de su desplazamiento por el noroeste de Puerto Príncipe con destino al extremo occidental de la Sierra de Cubitas, pero hasta ese momento sin ningún objetivo preciso, como no fuera el encuentro sorpresivo con los cubanos.
La ruta de la columna peninsular le hizo salir de Las Parras, en el camino de Puerto Príncipe al Ciego de Palomino - La Corcobadas, para cruzar por Caobillas, vadear el río Las Piedras y pasar por San José de Pinto, Vacagueyal, subir por la meseta de San Felipe y caer sobre la Sabana de Los Joberos y San Juan de Dios en los limites de la circulación del realengo de Hato Quemado, pero sin acercarse mucho a la Sierra de Cubitas. En esa marcha le ayudó la suerte, aunque sorprende que las avanzadas cubanas que custodiaban el campamento fueran sorprendidas por la fuerte columna cuya ruta debía de seguir la exploración insurrecta, aunque puede que haya existido una confusión sobre el derrotero de esa tropa a la hora de comunicarla al Mayor.
 De la realidad a la leyenda
Por años se ha desconocido el sitio exacto de este campamento mambí asaltado y que por algún tiempo dio refugio a Amalia, a su hijo y a otras familias entre las que se encontraba Ramón Simoni y su esposa Manuela Argilagos, Matilde, hermana de Amalia y madre de los hijos de Eduardo Agramonte Piña y cuyo sitio fuera denominado por El Mayor como El Idilio, por las horas de felicidad que allí disfruto junto a su esposa, pero sin especificar su ubicación debido a la discreción que imponía la guerra. Luego de concluir la contienda ni Amalia ni el resto de los sobrevivientes pudieron identificar la posición, que de esa forma y desde entonces se diluyó como en una romántica y trágica leyenda.
Por años historiadores camagüeyanos han intervenido en la búsqueda de manera muy activa, trabajando con varios documentos sobre el particular, en especial con una esclarecedora carta redactada por el propio Agramonte, remitida a su esposa con fecha 6 de junio de ese mismo año, donde al referirse a la captura de su familia señala su desplazamiento por Los Güiros y la presencia enemiga en San Juan de Dios, puntos que aparecen en varios mapas de la época y en otros mas contemporáneos. Sin embargo los investigadores pocas veces pudieron pasar de las páginas de los libros a la realidad del territorio en la geografía descrita.
 Sobre operaciones en el terreno
Desde los inicios de 1969, avanzando desde el este y en sucesivos campamentos, realizábamos una campaña de reconocimiento espeleológico de la Sierra de Cubitas, cuando a mediados de marzo nos instalamos a la entrada del desfiladero de Las Trincheras. En uno de estos recorridos nos metimos por el cauce del río Jigüey que por allí va flanqueando el sur Cubitero hasta que un día llegamos al fondo de la finca El Montañés donde el campesino Ibrahin Rodriguez Guerrero, propietario de la finca, se encontraba junto a un par de jóvenes, quemando un horno de carbón.
Entre las historias y anécdotas que siempre aparecen en estos encuentros conocimos de algunos hallazgos realizados durante la limpieza del monte próximo, en la relación figuraban pedazos de loza y armas, tijeras, agujetas, cartuchos de fusiles Mauser, cucharas, tenedores de metal y cuentas de collar. Para corroborar su historia Ibrahin nos llevó al emplazamientro que resultó una meseta en forma de C rodeada por el río Jigüey, con una salida hacia el Paso de La Tinaja, a no mucha distancia de allí.
La existencia de campamentos del Ejército Libertador en la región no es extraña, ya en esa misma zona habíamos dado con el situado en las márgenes del arroyo Bainoa y otro inmediato a la cueva de El Indio. Las características geográficas y los bosques de la región permitieron un seguro refugio.
Dicen los mas viejos de los viejos
Sin embargo, fue en ese sitio donde por vez primera escuchamos en Cubitas hablar de El Idilio. Según el campesino, los pobladores mas viejos de los viejos en la zona, decían que aquel había sido el refugio donde Agramonte instaló a su familia y a la familia de otros connotados jefes de la Revolución. Mirando así las cosas la narración podría ser cierta porque con seguridad y a juzgar por piezas desenterradas allí se habían alojado mujeres. En aquel momento no pudimos hacer otra cosas como no fuera marcar el sitio y registrar todos los detalles recogidos durante aquel fortuito encuentro.
Otras sucesivas expediciones nos alejaron hacia el oeste de la provincia hasta ir a dar a la Sierra de Jatibonico. Por eso nunca jamás, por años y años, regresamos a El Montañés.
La geografía diferente
 
Finalmente en noviembre del 2000 junto con exploraciones diseñadas para el entorno de la cueva del Indio, incorporamos algunos trabajos de prospección en la zona del caserío La Veguita, punto situado próximo al lugar donde íbamos a acampar. Otra vez con Ibrahín como guía comenzamos no solo a realizar algunas calas de pruebas en diferentes espacios junto al río, también se exploraron las cuevas cercanas y se levantó un plano topográfico del área. La cantidad de objetos hallados fue abundante y según las marquillas de las lozas algunas pieza, inglesas o francesas, proceden de una parte temprana del siglo XIX. Lo contradictorio sin embargo es que los datos geográficos y los plasmados en escritos de la época en que Agramonte pudo frecuentar Los Güiros no coinciden con la zona de El Montañés
En el 2003 a través de la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, logramos acceso a los archivos del Instituto de Historia y Cultura Militar del Ejército de Tierra, del Cuartel General del Ejército en España. Allí se obtuvo información sobre movimientos militare en la Sierra de Cubitas a partir de 1869, lo que ayudó a ir describiendo la zona. También hay dos hojas del un mapa topográfico de la costa norte de Puerto Príncipe, con fecha 1875 donde se registran caminos, poblados, puntos militares y accidentes geográficos con los que el rompe cabeza ha comenzado a tomar forma.
Nos quedan dos preguntas
Hasta la fecha la antigua hacienda de Los Güiros, propiedad que fue de la familia Argilagos Agramonte, ha sido ubicada 4 km al sur de Donato, municipio Esmeralda y a 1 km al suroeste de Pueblo Nuevo, .lugar donde se levanta la actual vivienda principal de la finca dónde residen la joven familia compuesta por Argeny Brito Pérez y Yubisleidy López Guerra, con el pequeño Keiver. Por esos terrenos cruzan varios arroyos, entre estos El Màximo, fértiles en un tiempo y ahora intermitentes, afluentes todos del El Jigüey en un punto donde trasciende la sierra para dirigirse a la llanura costera del norte. También y durante las exploraciones sobre el terreno, cuyos bosques han desaparecido en gran medida, se detectaron las ruinas del antiguo poblado de Los Güiros y otras viviendas dispersas perdidas en la manigua. No se halló un antiguo cementerio situado al extremo sureste de la hacienda donde es posible fueran enterrados los muertos en el asalto al campamento, pues con tan valiosa carga de prisioneros el jefe militar español no iba a distraer sus fuerzas trasladando cadáveres cuando podía dejarlos en el lugar de la acción.. Nos quedan ahora dos interrogaciones ¿En qué punto preciso de esta hacienda se levantó El Idilio y junto a cuál de estos arroyos estuvieron los bohíos que fueron incendiados durante el asalto de los españoles? Y sobre todo, ¿Qué relaciones guarda ese lugar con el campamento mambí de El Montañés?
La historia es siempre como es y no como nos gustaría que fuera. Desde el Archivo Miliar del Ejército de España podemos aun esperar otros documentos del Coronel Fajardo.

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