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Un misterioso campamento.



Acampados durante el mes de noviembre de 1969 en el desfiladero del paso de Trincheras, al oeste de la Sierra de Cubitas, dimos paso a una etapa de exploraciones en esa porción de la geografía camagüeyana donde se abren algunas de las más extensas cuevas de nuestra provincia.
Durante esa campaña llegamos a la Gran Caverna, la que por su ubicación, distante del campamento central casi dos kilómetros, debidos de instalar una brigada por tres o cuatro días al mando de José Miguel Marrero Basulto, más conocido entre nosotros como Pilo. Ese trabajo se desarrolló con éxito y desde entonces aquel primer reconociendo ha servido como base a todos los siguientes estudios espeleológicos realizados en esta cueva de más de dos mil metros de extensión.
 
Años después con el fin de proseguir otros estudios en el lugar estuve revisando la libretas de trabajo de aquella primera incursión a Gran Caverna y me llamó la atención una pequeña nota escrita al margen y que hasta entonces no había tenido en cuenta. Dice el apunte; “Encontramos en el salón de abajo un campamento abandonado” .
Comenzamos el nuevo trabajo para el invierno de 1992, y entonces decidimos instalarnos en el interior de la caverna, lo que nos facilitó ganar tiempo en los estudios y de hecho tuvimos un campamento confortable y “al pie de obra”.
 Durante el segundo día de iniciado el trabajo penetramos en el área donde se había detectado la presencia del campamento a que hacia referencia el diario de Pilo, para ello tuvimos que bajar a un nivel inferior, espaciosa sala con pisos cubiertos de derrumbes desde donde iniciamos la exploración.
Guiados por reflectantes que alguien había dejado llegamos a un nicho en la pared en cuyo interior se encontraban los restos fósiles de un Megalognus y junto a el una picoleta oxidada y un par de guantes de lonas deshechos por el tiempo.. Al otro extremo de la sala hallamos lo que seria una especie de pequeño almacén de útiles y comida con latas de jugo y de leche oxidadas, así como vasijas colocado en orden. Tal parecía que el grupo de espeleólogos que allí trabajó habían salido un momento a la superficie y jamas regresó, dejándolo todo dispuesto para continuar de inmediato la tarea.
Por un tiempo estuvimos buscando en viejos papeles si existía alguna referencia a ese suceso y recuerdo que fue tema de conversación por muchas noches de campamento en el lugar, ya que en alguna forma aquello nos recordaba la leyenda de la Mary Celeste, bergantín escocés que en 1861 fue encontrado en el Océano Atlántico navegando hacia Gibraltar sin tripulación, con todo en orden a bordo incluyendo los cubiertos sobre las mesas en el comedor y las cabinas de los tripulantes limpias y organizadas.
Pasó el tiempo y aquel tema fue quedando en la distancia pero no en el olvido.
 Un día, casi 40 años después de aquella primera nota de Pilo, sostuvimos una amigable charla con Caridad Rodríguez. Arqueóloga y magnifica artista para las reproducciones del ajuar indocubano, esposa por demás del Dr, José Manuel Guarch del Monte, quien en 1948 fundó el Grupo espeleo arqueológico Yarabey, en la ciudad de Camagüey y luego de 1959 devino director del Instituto de Antropología de la Academia de Ciencias de Cuba y finalmente creador del Museo Arroyo de Maita, en Holguín, en esa oportunidad esta nos relató que en cierta oportunidad, a principios de 1957, realizando estudios paleontológicos en Gran Caverna, algunos de cuyos resultados aparecieron en la prensa local, llegó a la cueva con despliegue de armas un camión de soldados que obligó al grupo a salir del lugar, llevándoselos detenidos hacia el cuartel del cercano pueblo de Lombillo. Aclarada allí la presencia de los investigadores en el interior de la cueva y conocer de paso los guardias qué cosa era la espeleología, les llevaron hasta la ciudad de Camagüey donde les dejaron en libertad con la prohibición de regresar al lugar.
Nosotros por supuesto no regresamos a la zona y luego de 1959 ya no tuvimos tiempo de retomar aquella expedición. Como vez, me dijo Cacha, allí no hubo misterio sino un grupo de soldados armados hasta los dientes”.
A

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