Hace
poco en la redacción de nuestro periódico comenzamos a rememorar
historias, vaya usted a saber porqué, y como era coincidente con la
fecha de septiembre y como además circulaba una tempestad rondando
el golfo de México, recordé una anécdota que tenia entre papeles
casi olvidada.
Les
cuento.
Tronante,
el huracán Emily que azotaba el Caribe oriental al atardecer del
domingo 22 de septiembre de 1987 torció rumbo y se dirigió recto
hacia las grandes Antillas, encimado sobre la isla de Santo
Domingo en una dirección que le colocaba a tiro de piedra de las
provincias de Guantánamo y Santiago de Cuba.
Por
supuesto que con ese nuevo rumbo la fase de Alerta Ciclónica
decretada en Cuba alcanzó su máxima tensión y todo el mundo se
preparó para enfrentar la tormenta. Por la madrugada el Dr Braulio
Lapinel, director del Centro Meteorológico de Camagüey, me localizóÜJ
en la casa.
---Escucha---
me dijo ---El IL-18 está preparando un vuelo al ciclón. Si acaso te
interesa...... ; ¿Saldremos ahora?; No. Ahora no, pero te mantienes
localizable; ¿Qué posibilidad de alcanzar el ciclón?; No sé.
Nadie sabe. Es la primera vez que se va a hacer desde Cuba.
El
laboratorio meteorológico instalado a bordo del cuatrimotor IL-18
“Ciclón” se había incorporado hacia un año al Experimento
Científico Operativo llevado a cabo por las academias de ciencia de
la URSS y Cuba con base en nuestra ciudad, para entonces ya
habíamos volado en torno a alguna depresión pero hasta entonces
nunca a través de un huracán. Equipado con aparatos de avanzada
tecnología científica y de navegación, era para esos años uno de
los más modernos laboratorios aéreos en el mundo. Ahora la nave iba
a probarse realmente.
Braulio
por supuesto no pudo volver a llamar ni yo estuve todo el tiempo
donde le dije que estaría, así que al amanecer del día siguiente
bajo una leve llovizna me fui al Centro Meteorológico que está al
otro lado del aeropuerto de la ciudad de Camagüey.
Ya
para esa hora Emily había decidido enfilar hacia Santo Domingo y
tocar tierra por la costa sur cerca de Nizao para salir al
Atlántico por el norte de Haití. Así que según la tripulación
del laboratorio aéreo la posibilidad de darle caza próximo a Cuba
se esfumaron por lo que la única solución era ir a buscar a Emily
donde quiera que se encontrara. A las once de la mañana, luego de
una información general sobre las características del viaje el
IL-18 levantó vuelo y se dirigió a las proximidades de Santo
Domingo.
Contaba
entonces staff del periódico Adelante con un joven fotógrafo con
la cabeza llena de aventuras periodísticas, empeñado siempre en ir
un paso más allá de hasta donde otros hubieran llegado y tanto era
así que al cabo sus historias quedaban en el justo punto muerto
entre la realidad y la fábula.
Los
fotógrafos de prensa están para eso, para el riesgo. Nos decía. Por
algo la nuestra es la profesión más peligrosa. Ustedes todavía no
saben lo que vale para la historia una fotografía tomada en un
minuto de peligro.
Enterado
púes del proyecto de vuelo logró que la dirección del periódico
lo sumara a la expedición. ¿Cómo él no iba a ir?
A
las pocas horas del despegue ya la nave volaba entre densas nubes y
violentos aguaceros en rachas, por lo que fue necesario remontar los
seis mil metros para enfrentar la tormenta a la que dábamos caza y
que se dirigía rápida hacia las Bahamas. A medida en que nos
acercábamos a Emily la oscuridad nos envolvió con espaciados
fulgores entre las ráfagas. En el interior de la nave las luces de
peligro se encendieron y los altavoces alertaban sobre la proximidad
del ojo del huracan. Todo el mundo tenia a mano su chaleco salvavidas
y ya nos habían dicho donde estaban los botes salvavidas.
En
oportunidades podía caminar hasta la cabina de mando o hacia los
puestos de trabajo de los especialistas que recogían los informes que
los equipos reportaban. Me extrañó no ver al fotógrafo, al menos
allí en el asiento a mitad de la nave a donde había ido, e imagine
que estaba al otro lado con un grupo de observadores situado en ese
sitio.
A
los 6 700 metros de altura localizado el ojo del huracán y trazada
la ruta, el avión comenzó a zarandearse y se lanzó hacia el centro
de ciclón a 550 kilómetros por hora impulsado por los vientos que a
veces parecían arrastrarle de lado o levantarlo en peso.
En
medio del torbellino se sumo otra preocupación, algunos vimos entre
la tormenta a una relativa distancia un avión cazahnuracanes de los
Estados Unidos volando paralelo a nosotros y aunque se estableció
comunicación entre ambos ya no dejamos de tenerlo en cuenta.
Finalmente
sobre Caicos, cerca de las islas Turcas al norte de HaitÍ, el IL.18
penetró en el vórtice del ciclón y le acompañó en su interior
por varios kilómetros hasta que, cumplida la misión científica
remontó para salir de la tormenta.
Al
atardecer, bajo una fuerte lluvia aterrizamos en el aeropuerto de
Camagüey y solo entonces encontré al fotógrafo dirigiéndose
trabajosamente hacia el jeep que nos esperaba para devolvernos a la
ciudad.
Yo,
exaltado aun llevaba la agenda llena de notas y mil proyectos de
reportaje.
¿Qué
te pareció?;. Ahí, más o menos; ¿Cómo que más o menos?. !Eso
estuvo de madre!; Bueno.....si; ¿Qué tal las fotos?; .....No
salieron; ....¿Cómo que no salieron?.
Imagínense
ustedes esa noticia a esa hora. Cómo
que no salieron?.;.... No, ....no pude tirarlas.
Estaba
yo en esa discusión cuando junto a mi pasó uno de los
meteorologistas que había
participado en el viaje. Déjalo,
me dijo discreto, cuando remontamos se tapó la cabeza con una
frazada y ahora fue que salio de la “cueva”. Aquello está lleno
de vómito.y mierda
Hasta
allí llegaron las “guaperías” de nuestro joven amigo que a
poco abandonó la profesión y se dedicó a otra cosa menos
“averntureras”.
Sr. Labrada, en ese viaje participo el periodista Juan Cordova? Es familiar mio, por eso la pregunta.
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