Una historia de lujuria y secretos
Camagüey, 10 de enero de 1926; Manuela López Acosta, fue una hermosa mujer dotada de singular belleza, siempre de elegante presencia y exquisitos modales, ella estuvo vinculada con ricas familias lugareñas en nuestra ciudad y siempre llamó la atención a su paso, por lo que no era nada extraño que en sus paseos por la calle del Comercio, fuera seguida por no pocos admiradores.
Altiva y como aisladas de todos vivía Manuela en una vivienda situada en el callejón de Academia, en la barriada de Tucunicú, a orillas del río Hatibonico, vivienda que compartía con un único hijo de unos diez, así como una sirvienta que tenia para la atención general de la casa. Fuera de esas dos personas, nadie más tenia acceso a su hogar, ni siquiera el padre del niño, un español nombrado Dositeo Castro, trabajador del Hotel Camagüey, quien fuera su esposo por algunos años. Aparte de aquel matrimonio frustrado a Manuela López no se le conocía ninguna otra relación.