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Camaguey en su El Día de la Tierra

 



La flora, la fauna, las ciencias y las artes desde el principio de la evolución hasta hoy, establecen una interrelación por naturaleza benéfica, capaz de armonizar un concierto de excelencia único, que ha inspirado a generaciones de artistas y escritores, y ha motivado a miles de científicos a investigar y descubrir sus más recónditos secretos. Sin embargo, cada año en el mundo desaparecen cientos de especies a causa de la deforestación, los incendios forestales, la contaminación, la caza furtiva, y ahora por el calentamiento global y el cambio climático.

En oportunidad del Día de la Tierra,, efectuado cada 22 de abril, el Jardín Botánico de Camagüey, efectuó una conferencia de prensa para inaugurar la jornada que culminará el próximo año el propósito y dar a conocer sus principales proyectos . El ingeniero Andrés Morales Leal, titular de la institución, ofreció una panorámica general de las tareas ejecutadas en el difícil periodo por el que transitamos, a lo que el Jardín

Botánico -como las demás instituciones del país- experimentó el impacto de tal situación, lo cual se vio reflejado en el cese de sus actividades y prestaciones de servicio. Solo hubo un discreto crecimiento de sus colecciones en zonas y áreas botánicas, al no

poderse prospectar, con la consiguiente interrupción del proceso (propagación, llenado de bolsos, aviveramiento y trasplante de especies).

Sin embargo, dijo, a partir del llamado del Grupo Temporal de Gobierno para el chequeo

sistemático de la rehabilitación acondicionamiento y proceso de legalización del Jardín Botánico Camagüey, gracias al apoyo del Gobierno, y a la auto gestión para la

contratación de trabajos de chapea y mantenimiento del Jardín, se ha logrado mantener limpia las áreas, incluso la de más difícil acceso. Recuperado en gran medida la flora

ambiental del jardín camagüeyano la ciudad recupera uno de sus mas hermosos

espacios siempre verde Entre los eventos programados para el año 2022 se encuentra el 1er. Festival ConCierto verdor.avi que tendrá lugar en el Jardín Botánico Camagüey los días 21 y 22 de abril en saludo al "Día Mundial de la Tierra".

A 124 años de la evacuación española de Camagüey.

 

Al amanecer del jueves 24 de noviembre de 1898 las cuatro compañías del batallón de Cazadores de Cadiz no. 22, formó sus soldados y oficiales en el Campo de Marte, inmediato al Casino Campestre, y a las ocho de la mañana luego de una misa de campaña, la tropa con todos sus arreos de guerra, en perfecta formación, cruzó sobre el puente de La Caridad para con su banda de música y banderas desplegadas, tomar por las calles Reina, San Francisco y San Juan hasta la estación del ferrocarril donde un tren les llevaría hacia el puerto de Nuevita y embarcar de regreso a España. Con anterioridad habían evacuado la ciudad fuerzas de caballería, artillería, ingeniería y administración miliar. Los cazadores eran un servicio élite en el Ejército Expedicionario Español en Cuba y se le le destinaba en primera acción a la seguridad y flanqueo de las columnas debido a su instrucción y dinámica sobre el terreno..operando esencialmente en terrenos montañosos. En Francia y en Bélgica los cazadores recibían el nombre de batallones alpinos o batallones de montaña. Este batallón de cazadores fue la ultima fuerza de soldados españoles en decir adiós a Camagüey.

El silencioso talento de los ingenios de Montalbán


El primer informe redactado sobre el quehacer de la industria azucarera en Camagüey fue presentado a la Real Junta de Fomento en 1817 bajo el titulo de; Los lngenios; colección de vistas de los principales ingenios azucareros de la isla de Cuba

Este documento pormenorizado en detalles de cultivo, proceso fabril, costos, incluyendo precio de esclavos, producción y comercio del azúcar extraída cada año, representa hoy un instrumento a tener en cuenta a la hora de acercarnos a los orígenes del azúcar en el país.

Aunque en Puerto Príncipe fue temprana la introducción de la caña de azúcar para uso industrial, hallar apuntes de los primeros trapiches resulta difícil por los escasos documentos que han pervivido, como por ejemplo el testamento de Don Miguel Herrera, vecino de la villa y suscrito en 1627 ante el escribano Silvestre de Balboa donde dice que entre sus bienes posee un ingenio, pero sin aportar mayores datos del mismo. De todos, según el registro que aparece en un tomo único de la escribanía del Licenciado Miguel Gerónimo Agudo, el mas antiguo registrado de manera oficial con sus detalles de fundación es el trapiche Santo Tomás, situado cerca de la loma de Yucatán, inmediato a nuestra ciudad y propiedad del religioso fray Cristóbal Arias. La pequeña industria inició su trabajo en enero de 1700 y se dedicó a fabricar varios garrafones de miel y algunas rapaduras. Por otra parte el inicio de la industria azucarera en nuestro territorio parece vincularse con un protocolo de la Real Junta de Fomento donde informa que en 1715 se otorgaron en la villa numerosas mercedes de tierras para hacer trapiches de los que llegaron a levantarse unos 60. 

De esta nota se hizo eco un siglo después el Lic. Tomás Pío Betancourt y Sánchez - Pereira, abogado de los Reales Consejos, miembro de la Junta de Fomento e influyente personalidad en la época, a quien se le considera además el primer historiador de Camagüey. Betancourt escribió una colección de anales de la ciudad publicado en 1867,      obra que trilló el paso a otros historiadores, algunos de ellos de notoria importancia como Juan Torres Lasquetti y Jorge Juárez Cano, sin embargo, luego del apunte recogido de la Junta de Fomento por Pio Betancourt, donde se dice que en el entorno de la villa existían más de 60 ingenios sin aportar otros detalles, los restantes historiadores repiten la igual información sin verificar. Incluso Manuel Moreno Fraginal, quien publicara durante el pasado siglo el más importante trabajo sobre la historia del azúcar en Cuba, repite como al barrer el igual dato acuñado por Pío Betacourt  

¿Qué sabemos del azúcar en Camagüey ?.

-¨”Estas nebulosas en un tema tan principal como la industria del azúcar    en Camaguey me decidió a hurgar el asunto sin imaginar siquiera hasta dónde me iba a llevar este camino. Trabajé mucho tiempo en el Tribunal Provincial de Camagüey, donde finalmente me jubile, parece que esa tarea entre actas, certificaciones y escrituras de todo tipo me avivó el interés que siempre tuve por la investigación histórica¨”--. Pedro Montalbán Fernández, con quien reuní varias horas de charla es de hablar pausado y siempre tiene a mano la fecha precisa y el documento necesario para reforzar sus recuerdos. Cuando olvida un dato te hace un gesto como quien dice;, espera un momento, repasa la idea y de inmediato retoma la narración.

Al primer premio obtenido en el concurso Primero de Enero de 1980 con la biografía de José Cruz Pérez, corneta a las órdenes del General Máximo Gómez durante la guerra de 1895, siguió otro lauro en el siguiente concurso con la biografía del Mayor General Javier de la Vega Basulto.

--”Entonces, revisando documentos, me doy cuenta que la presencia  azucarera en Camagüey está mucho más que incompleta y dispersa. Cuando vas repasando la historia de nuestro territorio aparecen menciones de ingenios: donde, por ejemplo,    acamparon los mambíses, donde hubo combates, por dónde pasaron las tropas, y también te encuentras con personas que en esa época los mencionan en su correspondencia. Y por supuesto, la única forma para saber de estos ingenios es seguirlos uno a uno.. En realidad ni calculé siquiera el tiempo que este trabajo me llevaría. Me sumergí en los Protocolos de Escribanía y en los libros de Anotaduría de Hipotecas depositados en el Archivo Histórico Provincial. Decenas de miles de documentos de todo el siglo XIX. Los copie a mano uno a uno, nombre del ingenio, ubicación, extensión de tierra, numero de esclavos, producción, nombre del dueño, fecha de fundación. En fin, ésta tarea que me lleva más de treinta años me ha permitido conocer la historia de 110 ingenios, y aun no acaba¨” 

La arqueología de los libros

Con paciencia de arqueólogo Montalbán ha colocado al descubierto importantes piezas documentaría que permiten luz en aquellos orígenes azucareros de Puerto Príncipe. Por ejemplo, descubrió que con frecuencia los documentos omiten fechas de fundación y producción anual. Se falseaba el numero de esclavos que tenían los ingenios como forma    de evadir el pago de impuestos e incluso muchos de estos trapiches, casi todos movidos por fuerza animal, cambiaban de nombre cuando cambiaban de dueño, por lo demás solo con la llegada del ferrocarril se incrementaron los grandes ingenios movidos por vapor.

La documentación reunida por Montalbán es copiosa y ordenada con meticulosidad, primero miríadas de trapiches reducidos a cenizas al paso de la guerra de 1868 y luego el esfuerzo de recuperación en las siguientes dos décadas.

--”El concepto de ingenio azucarero de entonces no es el mismo de lo actual. Antes un ingenio tenía solo cuatro o cinco caballerías de tierra dedicadas a la siembra de caña  y el resto de la tierra a pastos y siembras   de viandas, a bosques para extraer madera como combustible. Al concluir la guerra de 1868 llegaron otros proyectos para el desarrollo azucarero, como el que aparece en el manual que en 1880 se publicó en La Habana, titulado Memorias de un Ingenio Central en Puerto Principe, con el propósito de alentar a los inversionistas cubanos y españoles a invertir en esta industria en nuestro territorio, entonces totalmente destruido a consecuencias de la guerra finalizada. Ese Ingenio Central propuesto como ejemplo de las nuevas inversiones azucareras en Camaguey fue el Redención, que solo llegó a completar dos zafras y fue entonces uno de los más modernos del país.


 Memorias con gatos

--¨”En este esfuerzo de recuperación cañera en Puerto Príncipe durante la segunda mitad del siglo XIX    se destacaron los ingenios Cacocun, cerca de Altagracia; Bijabo a 17 de kilómetros de nuestra ciudad por el camino a Maraguán y aun mas cerca Las Cruces, Las Cuabas y Río Seco por el camino de Las Clavellinas, y    Santa Teresa junto a la loma de Yucatán. Salvaje a orillas del arroyo de ese nombre tras el actual reparto Salomé...De todos aparte de documentos nada queda, salvo algunos escombros    dispersos en la manigua o sepultados por el avance de los nuevos tiempos, como el que existió en el lugar que hoy ocupan las calles General Gómez y Damas o el que estuvo donde ahora se levanta el tecnológico Manuel Cañete¨”--.

De los ingenios de Montalbán y de los velos que descorre de aquellos primeros pasos de la industria azucarera en Camaguey, tendremos que conversar mucho mas con este sorprendente investigador lugareño. Para nuestro próximo encuentro espero hallarle en el silencio de su vivienda, rodeado como buen navegante de viejos mapas y vitácoras de viajes azucareros a lo que ha dedicado casi la mitad de su vida. Viaje que emprende cada día inclinado sobre sus papeles acompañado por sus gatos amistosos,   



170 aniversario del grito de San Francisco de Jucaral.. Ondea por primera vez en Camagüey la bandera de la estrella solitaria

 

Creyendo contar con las condiciones necesarias para el alzamiento armado en lo inmediato, la Sociedad Libertadora de Puerto Príncipe, sin precisar la fecha de la acción pero con la idea de hacerla coincidir con el viernes 4 de julio de aquel 1851, seleccionó como punto de concentración la sabana de Guanamaquilla, tres leguas al este de la ciudad y orillada por el camino que conduce a la sierra de Maraguán.

Con especiales precauciones y previendo la persecución de los servicios de inteligencia del gobierno español, el 30 de abril Joaquín de Agüero y otros comprometidos a la acción abandonaron la población internándose unos en los montes y otros, junto a Agüero, viajaron hacia Las Tunas y Bayamo para entrevistarse con los jefes revolucionarios de esas comarcas y ajustar el alzamiento, también visitaron San Miguel de Nuevitas, Guáimaro, Cascorro y Las Minas, estableciendo finalmente campamento en la finca San Luis, al norte de Las Minas.

Maya, Mayo y el hacedor de agua.

 


Es bien posible que el nombre de Isidro Merlo de Quintana nada le diga, pero la realidad es que este jornalero agrícola, pocero y cavador de zanjas, vecino de Torrelaguna, casado con Maria Toribia de la Cabeza y padre de Juan, es más popular de lo que usted supone y mucho mas con cada 15 de mayo.

Es sobre esta fecha cuando se hace firme la primavera y a partir de ese momento, con los aguaceros de mayo, a Merlo de Quintana, musulmán zahorí y pronosticador del tiempo, pocas veces dejamos de tenerlo en cuanta por el aquello de: ”San Isidro labrador, quita el agua y pon el sol”, cosa que multitud de pueblos repiten en todos los idiomas por lo menos desde los años del 1200 de nuestra era.

Merlo de Quintana, o San Isidro, es el primer laico casado llevado a los altares, hombre sencillo y bienhechor de los pobres empezó a ser venerado por el pueblo de Madrid tras anotarse en las crónicas algunos hechos milagrosos en la búsqueda de agua y pronostico de lluvias. Sucesos casi todos relacionados con la Naturaleza y el clima, lo que podría darle también, digo yo, certificado de aptitud como patrono de meteorólogos, hidrólogos, agrónomos y conexos..

Por cierto, su familia debió ser muy festiva y animada si tenemos en cuenta que María Toribia fue canonizada como Santa María de la Cabeza y su hijo Juan, para no quedar detrás se convirtió en San Juan de Illán. No se sabe si tuvieron tiempo de tener una hija.

 

Cambula Acosta y la bandera del 10 de octubre.


Candelaria Acosta Fontaigne, “Cambula”, nació el 2 de febrero de 1851 en Veguita, jurisdicción de Manzanillo, cerca del ingenio La Demajagua. Era hija del jefe de campo (mayoral) del ingenio y su infancia y adolescencia transcurrieron en la hacienda propiedad de Carlos Manuel de Céspedes, iniciador de las luchas por la independencia de Cuba.

Tenía Cambula 17 años, cuando su padre, durante una de las reuniones preparatorias para el alzamiento independentista ofreció sus servicios a Céspedes para confeccionar la bandera de la insurrección.

 

Gacetillas para el parque Agramonte

 





Cuando sobre las diez de la noche del 24 de febrero de 1777 se derrumbó la torre de la Iglesia Mayor aplastando parte del edificio, lo primero que hizo el alcalde ordinario Don Jacinto Agramonte fue ordenar una investigación pues hacia apenas un mes que la obra se había inaugurado con festejos religiosos y bendiciones. Luego con los escombros hizo rellenar el solar aledaño que a ratos servia como área de ejercicios de la guarnición de la villa.

En realidad para la fecha ya existía este espacio que el Coronel Diego Antonio de Bringas, jefe de la tropa, había tomado como Plaza de Armas en una población, entonces de poco mas de trece mil habitantes

Don Agramonte se preocupó no solo por el daño de la torre, sino por el cementerio aledaño, ubicado al fondo de la iglesia y orillado a la Plaza. En definitiva la nueva torre no estuvo lista hasta 1797 y de los resultados de aquella investigación nada se sabe. El fosal estuvo en ese sitio hasta que en 1813 se inauguro el campo santo junto a la iglesia del Cristo del Buen Viaje.

Monumentos para la memoria histórica


 

Un monumento, una estatua o una tarja representa la memoria física histórica del pasado. En general la memoria histórica de los pueblos es un concepto ideológico e historiográfico que representa el esfuerzo cultural de la sociedad humana por encontrar y fijar su pasado. En el rescate de esos valores confluyen diferentes conceptos, como la memoria colectiva o memoria de los pueblos, cuya importancia radica en clasificar la memoria de acontecimientos no vividos directamente, sino transmitidos por otros medios y mostrada de forma física en esculturas y obeliscos. Conservar esta memoria histórica permite a los pueblos preservar su identidad al hacer recordable su procedencia, quiénes son y cómo ha ido evolucionando la sociedad a la que pertenecen,.  

Entre la historia y la memoria no debe haber confusiones y sí relaciones estrechas, pues mientras la historia adopta necesariamente la forma de un registro, continuamente reescrito y revaluado a la luz de evidencias antiguas y nuevas, la memoria se asocia a la representación pública: un parque temático, un edificio, elementos de un paisaje urbano, un programa de televisión, un acontecimiento, un cementerio, calles y plazas, etc.

Sin embargo existe una diferencia entre la memoria oficial, que es elaborada desde organismos del Estado para glorificar, y mantener la identidad nacional y la memoria pública que se caracteriza como la voluntad o el deseo por parte de algún grupo social para seleccionar una determinada identidad de su comunidad que les identifique en historia, leyendas y presente en la tradición popular.

Por ejemplo: la recopilación de documentos y libros publicados sobre el cementerio de Camagüey es una memoria oficial, pero la tarja dedicada a Dolores Rondón es una memoria pública pues se creó a partir de una conocida saga popular.

Revolución y conservación histórica.

A lo largo de siglos, Camagüey ha reunido con celo e independiente de su presencia en la historio grafía, memorias oficiales y publicas que dignifican su cultura y enaltecen su población. A lo, largo del lL siglo XX se realizaron algun os notables trabajos en tarjas y obras monumentarias pero por lo general de forma dispersa y no siempre con el apoyo oficial.

A partir de 1959 con el nuevo giro dado por la Revolución a la conservación histórica, se constituyeron las comisiones de monumentos a fin de rescatar, evaluar y haer visible la memoria oficial y publica de las diferentes regiones del país. En Camagüey la Comisión Provincial de Monumentos, fue creada a según la prensa el jueves 19 de de julio de 1964 a la dirección de Magdalena de Varona Duque Estrada. El primer acuerdo del nuevo organismo fue publicado el sábado primero de agosto del propio año y fue el de hacer declarar con estatus de protección inmediata y evitar demoliciones o usos indebidos a la iglesia y el convento del Carmen, plaza de San Juan de Dios y viviendas del entorno, fuerte militar El Voluntario y la quinta Simoni. 


 Quién atiende a quién?

La Comisión fue oportuna y obro celeridad pues algunas de estas obras patrimoniales, ya estaban en las entreveras de de hacer en ellas transformaciones. El fuerte el Voluntario corrió peor suerte: fue saqueado y demolido totalmente.

La labor sistemática de los especialistas de la Comisión Provincial de Monumentado llegada a nuestros días ha logrado en el curso de estos cincuenta años rescatar elementos de la memoria Histórica y hacerla presente. En lo actualidad la provincia posee dispersa en su territorio 226 sitios señalizados con diferentes categorías, desde placas conmemorativas a conjuntos argumentarios señalando cada sitios de interés para revivir y recrear la historia. Por supuesto que dada la cercanía o la afinidad de muchos de estos con centros económicos o sociales son atendidos por estos.

De entre los sitios históricos, 20 son destacados como Monumentos Nacionales Destacados, tal es el caso del Centro Histórico de la Ciudad de Camaguey, las Regiones Arqueológicas, el ingenio azucarero y batey Jaronú y el sitio histórico de Las Clavellinas.

Otros cinco sitios son Monumentos Locales Declarados, tales como las ruinas del ingenio azucarero Santa Isabel y la casa quinta de La Matilde.

Pero no siempre estas obras son atendidas como la historia y el respeto merece,, en algunas partes falta limpieza, crece la hierba junto a focos de basura en las proximidades. Situación critica presentan el monumento a los combatientes de Pino Tres, del que debe ser responsable la Dirección Municipal de Cultura Santa Cruz del Sur; ingenio Santa Isabel; bajo la responsabilidad de la Empresa Palmares, Nuevitas; la escuela primaria José Martí a la custodia del MINED , el paradero de Minas con responsabilidad en la Dirección Municipal de Transporte y la casa quinta La Matilde Matilde, a cargo de la UBPC Himno Invasor, de Najasa,

Dirigentes y funcionarios a la orden

En todos los casos el análisis de cada situación arroja los mismos resultados; falta de conocimientos y capacitación sobre el tema de dirigentes y funcionarios, y porque no, desinterés en la tarea encomendada o subestimación de la importancia del tema y todo esto dumado ala falta de presupuesto destinado a estas obras. Pero la atención a la memoria histórica de los pueblo es tarea dictada por el Gobierno Revolucionario a través de la Ley 2 de los Monumentos Nacionales y Locales aprobada en la Asamblea Nacional en 1977 que en su artículo 55 se refiere al grado de protección y categoría de cada monumento.


Notas sueltas sobre epidemias lugareñas


Tal vez la primera mención de epidemias en nuestro territorio tuvo lugar en los años iniciales a la fundación de Santa María del Puerto Príncipe cuando un 2 de febrero se realizó una procesión de rogativa en honor a la virgen de La Candelaria, patrona de la villa, para que nos librara de desgracias naturales y epidemias. Se dice que mientras la procesión con hachones encendidos desfilaba a lo largo de la costa los navíos en puerto dispararon cañonazos de salva para librarnos de todo mal. 

El Imperial, Aula Magna de periodistas.

El Imperial, Aula Magna de periodistas.


Inaugurado desde muchos años antes, no sé cuantos, el bar – cafetería El Imperial abrió sus puertas en la esquina de la calle República y el callejón de La Magdalena con puertas a ambas vías siempre populosas. Tenía un salón con mesas cuadradas, de hierro, cubiertas de mármol blanco y cuatro sillas cada una, un extenso mostrador de madera, una vidriera en una esquina para la venta de cigarros, periódicos, caramelos, chicles, y billetes de la la Lotería Nacional y tres ventiladores de eterno giro colgados del techo. Al fondo, por la derecha, una puerta hacia un reducido reservado con cortinas para el romanceo furtivo y a la derecha otra puerta a los baños de damas uno y para caballeros otro, pero utilizados indiscriminadamente en caso de apuro.

Aparte de café y bebidas se ofertaban entremeses de jamón, queso y aceitunas y ya desde la media noche y hasta el amanecer café con leche y pan con mantequilla.

Le conocí en su época de esplendor, durante los finales de la década de los años cincuenta y en los inicios de los sesenta, aunque me decían que antes fue mejor. Para nosotros los iniciados, El Imperial era por así decirlo la Meca bohemia del periodismo lugareño, pues situado a muy poca distancia de las redacciones de los periódicos El Camagüeyano y El Noticiero, uno en el callejón de Fínlay y el otro en la calle Avellaneda, tenia también a mano la emisora radial La Voz del Gallo y el Circulo de Profesionales en la plaza de La Merced. Sin dudas que por entonces El Imperial reunía lo mas granado de la prensa local.

Concluida en las primeras horas de la madrugada la tirada de la edición del día, periodistas de todas las edades, géneros y estilos, redactores y diseñadores comenzaban a dejarse caer en la cafetería, a donde también recalaban con frecuencia ambulantes, artistas trasnochados tras concluir sus actuaciones en los centros nocturnos de los alrededores como El Gran Hotel, el bar Jerezano y el Parque Bar, así que a bordo de esta arca de Noe, lo mismo un trovador rasgaba su guitarra que intervenía un poeta en estado de veremos o era inevitable que Luis Pichardo Loret de Mola, brillante editorialista y jefe de información de El Camagüeyano, nos leyera su próximo trabajo. No faltaban las causticas anécdotas y cuentos de relajo sobre políticos, élite social del momento, buscavidas y prostitutas, narrados con pelos y señales por Rafael Valdés Jiménez, polémico director de la emisora de radio vecina y aun las noticias mas actuales del cuerpo de guardia del Hospital General, actas policiales y juzgados correccionales colectados por Agustín Romeo Pérez. Por lo general el grupo se dispersaba cuando ya los vendedores de periódicos comenzaban a vocear en las calles las noticias nacionales internacionales del momento.

Pero había tormenta. La joven avanzada de estudiantes de periodismo en ese momento, ingresados a las aulas por romanticismo, dandísmo, inspiración o aventura, algunos de los cuales luego cerraron filas en torno a Adelante, apenas si tuvo oportunidad de asomase al aula magma que nos ofrecía cada noche El Imperial para aprender todo cuanto había que aprender del periodismo de la época.

Cuando respiramos los primeros aires de la profesión. Cuando nos sentimos con derecho parte de aquel mundo, ya aquel mundo no existía. Se impuso una nueva actitud y estilo de hacer periodismo y mirarnos con otro prisma.

Tan impetuoso fue el cambio que apenas si nos dimos cuenta que aquella vida bohemia que tanto nos atrajo, y que aun rezuman en aquellas primeras paginas de Adelante de hace 62 años. se dispersó como el humo de los cigarros que llenaban cada madrugada los ceniceros en El Imperial

Pero el espíritu de nuestra profesión no cambia aunque si la escenografía. La estudiantina que irrumpe detrás nuestro se embeleca con relatos de un periodismo novelesco y sentimental que en realidad no fue el mejor pero que marcó generaciones. De ella a fuerza de de destino y realidad nos alejamos. Sin embargo hoy de manera indefinible quedan girones. Ha de ser ADN de la profesión que nos clasifica. Nos seguimos reuniendo en otras tertulias mas intimas. Solos, en parejas o grupos afines le robamos minutos a la redacción. Nos vamos a la cafetería de la preferencia para continuar hablando de los mismo con lo mismo; trabajo, inspiraciones y proyectos. Esperanzas y desesperanzas. Distanciarnos un poco de la tecnología que ahora nos absorbe como antes hizo con nosotros la maquina de escribir. Escuchar el proyecto de un reportaje o un comentario para decirle cuatro cosas a alguien. Nada cambia en el principio vital y rl ingenio de los colegas.

Las tertulias del Imperial ya están muy lejos. Cuando Adelante en 1963 ocupo su nuevo edificio de la calle Príncipe, comenzamos a escribir, sin saberlo, la ultima pagina de un tiempo. Allí en esa misma calle, pared con pared, teníamos al cabaret Salón Rojo, nuestra ultima trinchera para sentirnos a la antigua y aun amar regalando flores.

Ninguno de nosotros los noctámbulos habituales de cada amanecer en aquel cabaret nos dimos cuenta que la vida bohemia de la profesión tocaba a su fin impuesto por la modernidad. Todo pasó en la ultima noche del cabaret que al día siguiente seria cerrado. Esa noche, de madrugada, con muchas mesas vaciás y solo nosotros en la sala, nadie se sorprendió que algunos de los supervivientes de una época lloraran mientras junto a ellos Marha Estrada les cantaba aquella desgarradora melodía ”abrazame fuerte, fuerte…y olvidarme después¨””.







 


Inaugurado desde muchos años antes, no sé cuantos, el bar – cafetería El Imperial abrió sus puertas en la esquina de la calle República y el callejón de La Magdalena con puertas a ambas vías siempre populosas. Tenía un salón con mesas cuadradas, de hierro, cubiertas de mármol blanco y cuatro sillas cada una, un extenso mostrador de madera, una vidriera en una esquina para la venta de cigarros, periódicos, caramelos, chicles, y billetes de la la Lotería Nacional y tres ventiladores de eterno giro colgados del techo. Al fondo, por la derecha, una puerta hacia un reducido reservado con cortinas para el romanceo furtivo y a la derecha otra puerta a los baños de damas uno y para caballeros otro, pero utilizados indiscriminadamente en caso de apuro.

Aparte de café y bebidas se ofertaban entremeses de jamón, queso y aceitunas y ya desde la media noche y hasta el amanecer café con leche y pan con mantequilla.

Le conocí en su época de esplendor, durante los finales de la década de los años cincuenta y en los inicios de los sesenta, aunque me decían que antes fue mejor. Para nosotros los iniciados, El Imperial era por así decirlo la Meca bohemia del periodismo lugareño, pues situado a muy poca distancia de las redacciones de los periódicos El Camagüeyano y El Noticiero, uno en el callejón de Fínlay y el otro en la calle Avellaneda, tenia también a mano la emisora radial La Voz del Gallo y el Circulo de Profesionales en la plaza de La Merced. Sin dudas que por entonces El Imperial reunía lo mas granado de la prensa local.

Concluida en las primeras horas de la madrugada la tirada de la edición del día, periodistas de todas las edades, géneros y estilos, redactores y diseñadores comenzaban a dejarse caer en la cafetería, a donde también recalaban con frecuencia ambulantes, artistas trasnochados tras concluir sus actuaciones en los centros nocturnos de los alrededores como El Gran Hotel, el bar Jerezano y el Parque Bar, así que a bordo de esta arca de Noe, lo mismo un trovador rasgaba su guitarra que intervenía un poeta en estado de veremos o era inevitable que Luis Pichardo Loret de Mola, brillante editorialista y jefe de información de El Camagüeyano, nos leyera su próximo trabajo. No faltaban las causticas anécdotas y cuentos de relajo sobre políticos, élite social del momento, buscavidas y prostitutas, narrados con pelos y señales por Rafael Valdés Jiménez, polémico director de la emisora de radio vecina y aun las noticias mas actuales del cuerpo de guardia del Hospital General, actas policiales y juzgados correccionales colectados por Agustín Romeo Pérez. Por lo general el grupo se dispersaba cuando ya los vendedores de periódicos comenzaban a vocear en las calles las noticias nacionales internacionales del momento.

Pero había tormenta. La joven avanzada de estudiantes de periodismo en ese momento, ingresados a las aulas por romanticismo, dandísmo, inspiración o aventura, algunos de los cuales luego cerraron filas en torno a Adelante, apenas si tuvo oportunidad de asomase al Subiraula magma que nos ofrecía cada noche El Imperial para aprender todo cuanto había que aprender del periodismo de la época.

Cuando respiramos los primeros aires de la profesión. Cuando nos sentimos con derecho parte de aquel mundo, ya aquel mundo no existía. Se impuso una nueva actitud y estilo de hacer periodismo y mirarnos con otro prisma.

Tan impetuoso fue el cambio que apenas si nos dimos cuenta que aquella vida bohemia que tanto nos atrajo, y que aun rezuman en aquellas primeras paginas de Adelante de hace 62 años. se dispersó como el humo de los cigarros que llenaban cada madrugada los ceniceros en El Imperial 


 

Pero el espíritu de nuestra profesión no cambia aunque si la escenografía. La estudiantina que irrumpe detrás nuestro se embeleca con relatos de un periodismo novelesco y sentimental que en realidad no fue el mejor pero que marcó generaciones. De ella a fuerza de de destino y realidad nos alejamos. Sin embargo hoy de manera indefinible quedan girones. Ha de ser ADN de la profesión que nos clasifica. Nos seguimos reuniendo en otras tertulias mas intimas. Solos, en parejas o grupos afines le robamos minutos a la redacción. Nos vamos a la cafetería de la preferencia para continuar hablando de los mismo con lo mismo; trabajo, inspiraciones y proyectos. Esperanzas y desesperanzas. Distanciarnos un poco de la tecnología que ahora nos absorbe como antes hizo con nosotros la maquina de escribir. Escuchar el proyecto de un reportaje o un comentario para decirle cuatro cosas a alguien. Nada cambia en el principio vital y rl ingenio de los colegas.

Las tertulias del Imperial ya están muy lejos. Cuando Adelante en 1963 ocupo su nuevo edificio de la calle Príncipe, comenzamos a escribir, sin saberlo, la ultima pagina de un tiempo. Allí en esa misma calle, pared con pared, teníamos al cabaret Salón Rojo, nuestra ultima trinchera para sentirnos a la antigua y aun amar regalando flores.

Ninguno de nosotros los noctámbulos habituales de cada amanecer en aquel cabaret nos dimos cuenta que la vida bohemia de la profesión tocaba a su fin impuesto por la modernidad. Todo pasó en la ultima noche del cabaret que al día siguiente seria cerrado. Esa noche, de madrugada, con muchas mesas vaciás y solo nosotros en la sala, nadie se sorprendió que algunos de los supervivientes de una época lloraran mientras junto a ellos Marha Estrada les cantaba aquella desgarradora melodía ”abrazame fuerte, fuerte…y olvidarme después¨””.




El Imperial, Aula Magna de periodistas.


Inaugurado desde muchos años antes, no sé cuantos, el bar – cafetería El Imperial abrió sus puertas en la esquina de la calle República y el callejón de La Magdalena con puertas a ambas vías siempre populosas. Tenía un salón con mesas cuadradas, de hierro, cubiertas de mármol blanco y cuatro sillas cada una, un extenso mostrador de madera, una vidriera en una esquina para la venta de cigarros, periódicos, caramelos, chicles, y billetes de la la Lotería Nacional y tres ventiladores de eterno giro colgados del techo. Al fondo, por la derecha, una puerta hacia un reducido reservado con cortinas para el romanceo furtivo y a la derecha otra puerta a los baños de damas uno y para caballeros otro, pero utilizados indiscriminadamente en caso de apuro.

Aparte de café y bebidas se ofertaban entremeses de jamón, queso y aceitunas y ya desde la media noche y hasta el amanecer café con leche y pan con mantequilla.

Le conocí en su época de esplendor, durante los finales de la década de los años cincuenta y en los inicios de los sesenta, aunque me decían que antes fue mejor. Para nosotros los iniciados, El Imperial era por así decirlo la Meca bohemia del periodismo lugareño, pues situado a muy poca distancia de las redacciones de los periódicos El Camagüeyano y El Noticiero, uno en el callejón de Fínlay y el otro en la calle Avellaneda, tenia también a mano la emisora radial La Voz del Gallo y el Circulo de Profesionales en la plaza de La Merced. Sin dudas que por entonces El Imperial reunía lo mas granado de la prensa local.

Concluida en las primeras horas de la madrugada la tirada de la edición del día, periodistas de todas las edades, géneros y estilos, redactores y diseñadores comenzaban a dejarse caer en la cafetería, a donde también recalaban con frecuencia ambulantes, artistas trasnochados tras concluir sus actuaciones en los centros nocturnos de los alrededores como El Gran Hotel, el bar Jerezano y el Parque Bar, así que a bordo de esta arca de Noe, lo mismo un trovador rasgaba su guitarra que intervenía un poeta en estado de veremos o era inevitable que Luis Pichardo Loret de Mola, brillante editorialista y jefe de información de El Camagüeyano, nos leyera su próximo trabajo. No faltaban las causticas anécdotas y cuentos de relajo sobre políticos, élite social del momento, buscavidas y prostitutas, narrados con pelos y señales por Rafael Valdés Jiménez, polémico director de la emisora de radio vecina y aun las noticias mas actuales del cuerpo de guardia del Hospital General, actas policiales y juzgados correccionales colectados por Agustín Romeo Pérez. Por lo general el grupo se dispersaba cuando ya los vendedores de periódicos comenzaban a vocear en las calles las noticias nacionales internacionales del momento.

Pero había tormenta. La joven avanzada de estudiantes de periodismo en ese momento, ingresados a las aulas por romanticismo, dandísmo, inspiración o aventura, algunos de los cuales luego cerraron filas en torno a Adelante, apenas si tuvo oportunidad de asomase al aula magma que nos ofrecía cada noche El Imperial para aprender todo cuanto había que aprender del periodismo de la época.

Cuando respiramos los primeros aires de la profesión. Cuando nos sentimos con derecho parte de aquel mundo, ya aquel mundo no existía. Se impuso una nueva actitud y estilo de hacer periodismo y mirarnos con otro prisma.

Tan impetuoso fue el cambio que apenas si nos dimos cuenta que aquella vida bohemia que tanto nos atrajo, y que aun rezuman en aquellas primeras paginas de Adelante de hace 62 años. se dispersó como el humo de los cigarros que llenaban cada madrugada los ceniceros en El Imperial

Pero el espíritu de nuestra profesión no cambia aunque si la escenografía. La estudiantina que irrumpe detrás nuestro se embeleca con relatos de un periodismo novelesco y sentimental que en realidad no fue el mejor pero que marcó generaciones. De ella a fuerza de de destino y realidad nos alejamos. Sin embargo hoy de manera indefinible quedan girones. Ha de ser ADN de la profesión que nos clasifica. Nos seguimos reuniendo en otras tertulias mas intimas. Solos, en parejas o grupos afines le robamos minutos a la redacción. Nos vamos a la cafetería de la preferencia para continuar hablando de los mismo con lo mismo; trabajo, inspiraciones y proyectos. Esperanzas y desesperanzas. Distanciarnos un poco de la tecnología que ahora nos absorbe como antes hizo con nosotros la maquina de escribir. Escuchar el proyecto de un reportaje o un comentario para decirle cuatro cosas a alguien. Nada cambia en el principio vital y rl ingenio de los colegas.

Las tertulias del Imperial ya están muy lejos. Cuando Adelante en 1963 ocupo su nuevo edificio de la calle Príncipe, comenzamos a escribir, sin saberlo, la ultima pagina de un tiempo. Allí en esa misma calle, pared con pared, teníamos al cabaret Salón Rojo, nuestra ultima trinchera para sentirnos a la antigua y aun amar regalando flores.

Ninguno de nosotros los noctámbulos habituales de cada amanecer en aquel cabaret nos dimos cuenta que la vida bohemia de la profesión tocaba a su fin impuesto por la modernidad. Todo pasó en la ultima noche del cabaret que al día siguiente seria cerrado. Esa noche, de madrugada, con muchas mesas vaciás y solo nosotros en la sala, nadie se sorprendió que algunos de los supervivientes de una época lloraran mientras junto a ellos Marha Estrada les cantaba aquella desgarradora melodía ”abrazame fuerte, fuerte…y olvidarme después¨””.