Al
amanecer del 22 de febrero de 1869 la extrema vanguardia de la
columna española al mando del brigadier Don Juan Lesca Fernández,
uno de los mas capaces oficiales del ejército de España en aquellos
momentos, abandonó el campamento establecido la tarde anterior en el
sabanetón de Sanjoniche y comenzó a ascender por el desfiladero del
carril de Hinojosa hacia el firme de la sierra de Cubitas.
Desembarcado
el día 16 por La Guanaja, al fondo de la bahía del; Jigüey, esta
fuerza expedicionaria enviada al Camagüey estaba compuesta por mas
de dos mil soldados, integrada por el batallón de cazadores de La
Unión, apreciado núcleo de los batallones de montaña por su
movilidad y acciones de seguridad y flanqueo de las columnas. Se
sumaba el batallón de infantería de La Reina, fuerza de amplia
experiencia en la guerra de Santo Domingos así como 500 jinetes
procedentes de tres escuadrones de caballería del también veterano
primer regimiento de Lanceros del Rey, a cuyo frente estaba el
coronel Eusebio Pueyo, dominicano de nacimiento, muy valiente y único
soldado negro que alcanzó tan alto grado en el ejército español. A
toda esa fuerza se añadieron tres cañones de montaña de la 5ta.
Batería, además de una sección del cuerpo de ingenieros de la
compañía de Cuba con la misión era la construir y conservación de
las armas de combate y las obras ingenieras, contó además con un
cuerpo de sanidad, servicios de retaguardia, prácticos y peones para
tres carretas con dos o tres yuntas de bueyes cada una.
Este
contingente militar no solo fue fue el mas serio esfuerzo realizado
hasta entonces por España para combatir a la naciente Revolución
Cubana y de paso quebrar el bloqueo que los insurrectos mantenían en
torno a Santa María del Puerto del Príncipe, sino ademas fue la
más fuerte y operativa columna militar organizada hasta la fecha en
el país y una de las pocas que en toda la Guerra de Independencia
tuvo la oportunidad de reunir para una operación estas tres
importantes armas.
Con
precaución la extrema vanguardia se separo del resto del contingente
y adelantó un tramo de camino seguido por una fuerte sección de la
infantería alpina y la artillería, perdiéndose en un recodo de la
manigua. Apenas cinco minutos después, con seguros vestigios de la
presencia insurrecta, los exploradores españoles chocaron con un
grupo de rebeldes apostados entre las rocas. Hubo un desordenado
intercambio de disparos entre las dos partes retirándose los
defensores hacia el interior de la espesura mientras la columna se
detenía para ocupar posiciones de tiro. Como el tiroteo ceso tan
repentinamente como había comenzado y no deseando correr otros
riesgos, Lesca ordeno adelantar la artillería y batir aquella parte
del camino.
Tras
la preparación artillera la vanguardia de La Unión avanzó hacia
aquel punto sin encontrar resistencia por lo que, con la ayuda de los
ingenieros, trato de ir librando de obstáculos el camino. Como el
desplazamiento de la tropa comenzó a hacerse lento algo de la
caballería debió moverse al frente para apoyar a sus compañeros
empeñados en apartar los numerosos árboles derribados. Cuando
parecían coronar la cima de la sierra, una descarga cerrada desde lo
alto y la derecha de los riscos fusiló prácticamente a toda esa
tropa
.Ante
el impacto, el contingente militar que marchaba a vanguardia no halló
otra salvación como no fuera refugiarse bajo los salientes de las
rocas, entre las raíces y los troncos de los árboles, dejando el
camino cubierto de muertos y heridos. Lesca, al mando directo del
primer escalón vio muy comprometida la acción, pues parte de la
impedimenta e incluso la artillería había quedado abandonada
mientras que desde lo alto se precipitaban rocas y troncos
originando una confusión aun mayor.
De
inmediato el batallón del Rey se estableció en segunda línea
defensiva pero sin entrar al desfiladero, reforzando a la vez la
retaguardia para esperar que los soldados de la Unión se recuperasen
y estabilizaran sus fuego.
Se
inicio de esta forma la primera batalla librada en Cuba por su guerra
de independencia. El encuentro se extendió por mas de seis horas y
llegó a estar tan comprometida la situación,para el ejército de
España que durante la lucha Lesca valoro la posibilidad de
replegarse hacia costa y abandonar todo su bagaje en armas y
avituallamientos. Las fuerzas cubanas, apenas 500 hombres al mando
del general Gerónimo Boza Aramonte, primer jefe de la fuerza
camagüeyana tras el alzamiento del 4 de noviembre de 1868, opusieron
al enemigo lo poco que tenían a mano. Solo la falta de experiencia
de los cubanos en este tipo de encuentros con enemigo superior en
capacidad y armamentos y no conocer aun como sacar ventaja de la
geografía donde se desarrollaban los combates, permitió el paso a
la columna española.
En
la sabana, al otro lado del desfiladero Lesca se fortifico y envió
por auxilio a Puerto Príncipe. Solo el día 25 pudo finalmente la
columna española llegar a la ciudad, no hubo desfile militar ni
despliegue de banderas ni música como esperaban desde un principio
sino una larga teoría de carretas llenas de heridos que se dirigió
hacia el cuartel de La Vigía.
España
otorgo el titulo de Mariscal de Campo al jefe de la columna militar y
los cubanos reconocieron la valentía del soldado enemigo dando al
carril de Hinojosa, escenario de la batalla librada hace 151 años ,
el nombre de Paso de Lesca. Del jefe insurrecto que lucho en tan
difíciles condiciones, se conoce poco.
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