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Una broma pesada



El viernes 21 de mayo de 19219 la ciudad de Camagüey despertó sobresaltada,
Cientos de personas comenzaron a congregarse en torno al parque Agramonte y la policía acordonó el lugar.
Bien pronto se supo lo insólito. La estatua ecuestre del Mayor General Ignacio Agramonte, aquella que fuera inaugurada hacia apenas siete años, había sido profanada.
Hipolito Lázaro, el guarda parque y humilde recogedor de basuras del lugar, quien de nuncio el hecho apenas lo conoció, fue detenido e incomunicado, y por supuesto amenazado con una buena tunda de palos si no aclaraba los pormenores del suceso del que se sabia fue testigo.
 

En realidad las fuerzas armadas y en especial la policía estaba bastante molesta por el hecho, no tanto por la profanación sino porque su autoridad estaba en solfa.
Al impacto inicial sucedió la indignación popular que exigió la acción inmediata del Gobierno. Por supuesto que esa mañana sesionó el Ayuntamiento en reunión extraordinaria para ordenar la investigación y actuar con energía, “!A ese Lázaro me lo aprietan hasta que suelte todo lo que sabe!” se le recomendó al jefe de la policía.
A las protestas del pueblo siguió la de los Veteranos del Ejército Libertador y todo el resto de las sociedades y las clases vivas. Los liberales no perdieron la oportunidad de echarle la culpa de tal desatino a los demócratas, y estos, por supuesto, a los del otro bando político, originándose altercados en varias esquinas por lo que tuvo que intervenir la guardia rural que a caballo comenzó a patrullar las calles.
Bien pronto aparecieron los culpables, se trataba de un grupo de chicos bien, jovencitos que al salir de una fiesta de la Sociedad Liceo tuvieron la ocurrencia de, utilizando un sombrerero viejo, el ajustador sacado a no se saber que chica, estiércol de caballo y unos trapos viejos organizaron el bárbaro acto.
El problema estuvo entonces en que entre todos aquellos apellidos ilustres comenzaron a correr las influencias, las recomendaciones y por supuesto las amenazas. Sin embargo, con buen tino las autoridades civiles y militares sacaron en cuenta que algún escarmiento debía darse por el aquello de la moral y las apariencias.
Efectivamente, sin mucha publicidad y casi a escondidas el 27 de mayo los “graciosos” fueron juzgados en la Causa 537 del 1919 con la actuación del Teniente Fiscal de la Audiencia Dr. Francisco de Varona Roura y el juez correccional Dr., Andrés Abreu González
Luego del juicio se le paso una nota a la prensa en la que se daba cuenta de los resultados y que fue lo publicado al siguiente día sin mayores comentarios.
Al autor material de los hechos, Miguel Angel Miranda y Giraldo, le condenaron a 180 días de cárcel y a 60 días fueron para Aurelio de la Torre Adán, Horacio Silva Sariol, Maximiliano Cebrian Ferrer y Julio Gutiérrez Castillo. No concurrió el mas joven de todos, 15 años, Enrique José Cadena Aguilera. Otros cuatro fueron absueltos por falta de pruebas.
Por supuesto, a nadie extraño de que ninguno de los encartados cumplieran la sentencia impuesta pues todos ellos salieron desde la propia Audiencia hacia las fincas de sus familiares donde disfrutaron de largas vacaciones.
Nadie mas volvió a hablar de aquellos sucesos del parque Agramonte. aunque quedan para la historia las paginas de los periódicos de la época. A propósito al guarda parque Hipolito, que no presentaron como testigo en el juicio, de la misma forma en que le amenazaron para que hablara, después le amenazaron para que se callara y nunca mas mencionara siquiera a uno solo de aquellos que tuvieron que ver con esta broma pesada.
Gobierno. Por supuesto que esa mañana sesionó el Ayuntamiento en reunión extraordinaria para ordenar la investigación y actuar con energía, “!A ese Lázaro me lo aprietan hasta que suelte todo lo que sabe!” se le recomendó al jefe de la policía.
A las protestas del pueblo siguió la de los Veteranos del Ejército Libertador y todo el resto de las sociedades y las clases vivas. Los liberales no perdieron la oportunidad de echarle la culpa de tal desatino a los demócratas, y estos, por supuesto, a los del otro bando político, originándose altercados en varias esquinas por lo que tuvo que intervenir la guardia rural que a caballo comenzó a patrullar las calles.
Bien pronto aparecieron los culpables, se trataba de un grupo de chicos bien, jovencitos que al salir de una fiesta de la Sociedad Liceo tuvieron la ocurrencia de, utilizando un sombrerero viejo, el ajustador sacado a no se saber que chica, estiércol de caballo y unos trapos viejos organizaron el bárbaro acto.
El problema estuvo entonces en que entre todos aquellos apellidos ilustres comenzaron a correr las influencias, las recomendaciones y por supuesto las amenazas. Sin embargo, con buen tino las autoridades civiles y militares sacaron en cuenta que algún escarmiento debía darse por el aquello de la moral y las apariencias.
Efectivamente, sin mucha publicidad y casi a escondidas el 27 de mayo los “graciosos” fueron juzgados en la Causa 537 del 1919 con la actuación del Teniente Fiscal de la Audiencia Dr. Francisco de Varona Roura y el juez correccional Dr., Andrés Abreu González
Luego del juicio se le paso una nota a la prensa en la que se daba cuenta de los resultados y que fue lo publicado al siguiente día sin mayores comentarios.
Al autor material de los hechos, Miguel Angel Miranda y Giraldo, le condenaron a 180 días de cárcel y a 60 días fueron para Aurelio de la Torre Adán, Horacio Silva Sariol, Maximiliano Cebrian Ferrer y Julio Gutiérrez Castillo. No concurrió el mas joven de todos, 15 años, Enrique José Cadena Aguilera. Otros cuatro fueron absueltos por falta de pruebas.
Por supuesto, a nadie extraño de que ninguno de los encartados cumplieran la sentencia impuesta pues todos ellos salieron desde la propia Audiencia hacia las fincas de sus familiares donde disfrutaron de largas vacaciones.
Nadie mas volvió a hablar de aquellos sucesos del parque Agramonte. aunque quedan para la historia las paginas de los periódicos de la época. A propósito al guarda parque Hipolito, que no presentaron como testigo en el juicio, de la misma forma en que le amenazaron para que hablara, después le amenazaron para que se callara y nunca mas mencionara siquiera a uno solo de aquellos que tuvieron que ver con esta broma pesada.

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