El
12 de septiembre de 1875 fue publicado, en los diarios de La Habana,
un comunicado dirigido a alertar a la ciudad sobre la proximidad de
un huracán que debía cruzar por sus inmediaciones en las horas
siguientes, procedente del Mar Caribe y ofrecer información a los
navegantes que se dirigiesen rumbo al Océano Atlántico o el Golfo
de México.
En
realidad nunca antes había tenido lugar un hecho científico de tal
naturaleza. Esa fue una sencilla nota elaborada en la tarde del día
anterior con un carácter muy preliminar, sin embargo el hecho de
haberse enviado a los periódicos para su publicación le confiere
el carácter de ser el primer aviso publico de ciclón tropical en la
historia de la meteorología y el primer ejercicio dirigido a
pronosticar la trayectoria de un organismo de ese tipo.
El
protagonista de este trascendental episodio fue el sacerdote Benito
Viñes Martorell (Poboleda, 1837-La Habana, 1893), nacido en la
región del Priorat, Cataluá, quien fuera enviado a Cuba por la
Compañía de Jesús en 1870 para asumir la dirección del
observatorio meteorológico del Real Colegio de Belén, situado en la
calle Compostela entre Luz y Acosta, en la zona de la hoy conocida
como La Habana Vieja.
Por
años el Observatorio de Belén junto a la Estación de Meteorología
de la Marina de Guerra de Cuba compartieron responsabilidades en los
estudios de la climatología y en la divulgación de sus estudios.
Luego de 1959 ambas entidades pasaron a ser organizadas por el
Instituto de Meteorología
A
partir de allí y hasta nuestros días, el pronostico del tiempo se
fue perfeccionando con la ciencia y con ello su presencias en los
medios de comunicación, al punto de convertirse en uno de los mas
útiles servicios prestado por el periodismo universal.