El
Dr. Francisco Bourguet fue un famoso magistrado de nuestra ciudad y
numerosos abogados jóvenes entonces deben mucho de su experiencia a
los consejos que aquel siempre les daba.
Allá
por el medio día de la década de los años de 1940 se iniciaba en
la profesión con todo el romanticismo y la persistencia que siempre
acompaña esos momentos iniciales el Dr, Luis Cruz Ramírez, quien
andando el tiempo resulto un prestigioso letrado y notable cronista
del periodismo.
En
una oportunidad y por aquella época cayó en sus manos el caso de
Telma la portuguesa y decidió desde un inicio hacerse cargo del
proceso.
Telma
podría definirse, recordando unos antiguos versos, como “una flor
de carne que marchito el placer” . Llegada a Cuba desde Lisboa con
16 años de edad en busca de futuro fue a trabajar como domestica en
una casa bien de La Habana, pero quiso el destino que el “señorito”
de la familia se enamorara de ella y luego de mil y una promesa
abandono a su suerte a la infeliz portuguesita, por lo que la
muchacha comenzó a rodar cuesta abajo hasta que se trasladó a
nuestra ciudad reinicio el ejercicio de la prostitución y abrió un
prostíbulo.
En
una de las periódicas batidas que se daban para sanear el ambiente,
Telma fue procesada por proxenetismo y es cuando el Dr. Cruz se hizo
cargo de su defensa, colocando todo su empeño de abogado joven en
aquella causa que le conmovía.
En
el curso del acto presidido por el Dr, Bourguet, probó como aquella
mujer extranjera, deseosa de trabajar y rehabilitarse había
tropezado siempre con hombres prestos a hundirla mas en el fango y
que ella, débil y sola, no había tenido otra opción que salir a
luchar por la vida con la única arma que conocía, su belleza. Sin
dudas que el tribunal conmovido por la disertación comprendió la
tragedia y la mujer fue exonerada.
Luego
del juicio y ya en el pasillo el Dr, Bourguet llamo Al abogado
defensor aparte le dijo con voz persuasiva, “Te salio muy bien el
drama, pero trata que no venga mas aquí tu portuguesita” .
Y
paso el tiempo. Hubo otros muchos procesos y Telma volvió a caer con
otras acusaciones, nuevos juicios y otras multas.
Volvió
Cruz Ramírez a ocuparse de esta mujer haciendo firme que cuando un
abogado toma en sus manos un proceso de defensa tiene el deber de
agotar todos los medios en beneficio del cliente, quien a su vez
coloca su libertad en sus manos como el enfermo coloca en manos del
médico su salud.
Para
el día del juicio el abogado oriento a Telma utilizar otro apodo que
nada hiciera recordar a la portuguesa, vestirse con elegancia,
adoptara posiciones diferentes y se tiñera la cabellera para que
Bourguet y los otros magistrados no reconocieran a la persona que
había sido juzgada otras veces,.
Y
en efecto el día de la vista el Dr. Cruz , al igual que todos los
presentes en la sala, quedaron sorprendidos ante la presencia de la
hermosa mujer que entró a la sala y ocupo con prestancia el sitio de
los acusados.
A
partir de allí el juicio se desarrollo tal y como había previsto el
abogado defensor. Ante la ausencia de pruebas el Dr, Bourguet, dijo;
“Habiendo el fiscal retirado las acusaciones contra usted, la Sala
no hace uso del derecho que le franquea la ley y la absuelve.” Hizo
un breve silencio y luego le dijo a la mujer; dijo “para la próxima vez no se tiña el
pelo”.
Al
Dr. Bourguet no había forma de pasarle gato por liebre.
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