La flora entre los personajes camagüeyanos




Junto a las historias cotidianas tejidas a lo largo de medio milenio en Santa María del Puerto del Príncipe, no solo aparecen las personalidades que marcaron épocas y cada una atemperada a su tiempo, hubo igualmente personajes que entretejieron leyendas y anécdotas en la población o quedaron de alguna manera fijadas en las paginas de los periódicos y la memoria de las gentes.

De estos últimos se podría hablar de Ginebrón, aquella tosca mujer bebedora de trago largo que originó más de un reyerta pública con la policía, o “El Resbaloso” aquel rescabucheador antológico nunca identificado. Pero tuvimos en esa galerías ejemplares de la fauna como el aura blanca, el sinsonte principeño o las guineas de Cadiz.

La fauna entre los personajes camagüeyanos.


Por supuesto que una ciudad con tantos años tiene también una larga historia. En Camagüey no son solo calles y zaguanes, plazas, parques o callejones los que marcan esos hitos de periodos, ni siquiera solo personajes y personalidades nos acompañan en los fantasmas de las memorias, las páginas de los libros o en los desvanes umbrosos. Hay hechos cotidianos, incluso estampas de la fauna sumados a crónicas añosas.

 Un principal ejemplo de esas historias es la leyenda del aura blanca, aquella humilde ave hecha “milagro” cuando en la década del 1880 a la muerte del sacerdote Jesús de la Cruz Espí, el popular padre Valencia, apareció sobre el leprosorio de San Lázaro  y muchos quisieron ver en ello el alma del sacerdote que tornaba a ellos para socorrerlos. Por años  el religioso logró mantener a duras penas el hospital  pidiendo limosnas de puerta en puerta. Capturada el ave y exhibida, lo recaudado sirvió para dar solución económica por algún tiempo al hospital. De allí a la leyenda solo había un paso